Por Steven Mosher y Colin Mason
En medio de las noticias de que la guerra en Afganistán se ha detenido y que las tareas de limpieza en la Costa del Golfo se han completado, la nominada por Obama para la Corte Suprema, Elena Kagan, podría conseguir un lugar en la Corte Suprema de Estados Unidos. Con sólo 50 años, ella tendría muchas posibilidades de durar más que todos los actuales magistrados. De modo que, por favor, estén atentos a la decisión luego de las audiencias de confirmación, que se iniciaron la semana pasada.
Al igual que su patrocinador, el presidente Barack Hussein Obama, Elena Kagan ha dejado muy pocas pruebas documentadas en el camino. Su historial judicial no existe, nunca ha servido en la Corte Suprema y su posición en la mayoría de temas no es transparente. Lo que sabemos es esto: Elena Kagan es mala, muy mala, en los temas de Vida.
¿Por qué podemos afirmarlo? Porque Kagan sirvió en dos altas funciones de asesoramiento político en el período del Presidente Clinton y recibió una responsabilidad específica en el tema del aborto. En esas funciones, tuvo un papel decisivo en el bloqueo de la legislación a favor de la vida. Mantuvo una posición extremista en éste y otros temas relacionados. Con frecuencia Clinton siguió su consejo.
De acuerdo a una minuciosa investigación de “Americans United for Life” - AUL (Norteamericanos Unidos a favor de la Vida), Kagan “promovió posiciones en contra de la Vida que muchas veces iban más allá de lo que el Presidente Clinton estaba dispuesto a hacer”. De hecho, AUL dice que Kagan tuvo un papel decisivo en la oposición de Clinton a la Prohibición del Aborto por Nacimiento Parcial de 1996. Ella alegó que una prohibición a los abortos a realizarse “antes de la viabilidad fetal” sería inconstitucional. Clinton, como resultado de su influencia, vetó el proyecto de ley.
Aún más vergonzosa es la evidencia presentada por AUL que muestra que “posteriormente, Kagan aconsejó al Presidente a apoyar una falsa ‘prohibición’ de aborto tardío para dar ‘cobertura mediática a los Senadores pro-abortistas’ que no querían apoyar una verdadera prohibición del aborto por nacimiento parcial”. Estas acciones son más propias de un encargado de operativos políticos y no de una candidata a la Corte Suprema.
Kagan dio muestras de este tipo de extremismo en otros temas también. Por ejemplo, su respuesta a una prohibición legal al suicidio asistido por un médico, fue que tal prohibición sería una “idea bastante terrible”.
Todos aquellos a quienes les preocupa la moralidad del principio del derecho, deberían estar particularmente perplejos por su adulación al ex Juez de la Corte Suprema Israelí, Aarón Barak. Kagan llamó a Barak su “héroe”, diciendo que “es el juez que tiene la democracia, los derechos humanos, el principio de la ley y la justicia más avanzada”. De hecho, la auto-proclamada teoría judicial de Barak debilitó la democracia y el principio de derecho, ya que pensó que el desempeño de un juez no es aplicar las leyes en circunstancias específicas sino dar a la ley “un nuevo significado, un significado dinámico”. En resumen, Barack no era ningún árbitro imparcial de la ley. Su versión norteamericana estaría cortada por la misma tijera.
Por la evidencia mostrada parece obvio que Kagan no cree en el principio de la ley, ni en la democracia, sino en la ley de los jueces que “interpretan” las leyes de acuerdo con sus propias inclinaciones y usan un hábil pero falaz razonamiento de tener la posibilidad de defender sus propias ideas a través de sus decisiones judiciales. Recordemos que en el sistema norteamericano de justicia la jurisprudencia es la principal fuente del Derecho.
No sería solo una “juez activista”, con lo malo que sería de por sí, sería una dictadora judicial, usurpando el papel de jurista electa, ignorando nuestras tradiciones y rechazando los límites constitucionales. Todo fatalmente unido en una gestión que impondría sus particulares criterios anti-vida sobre el resto de nosotros.
Su confirmación sería un desastre para el experimento estadounidense en el gobierno representativo y para todos los norteamericanos, pasado, presente y futuro, tanto los nacidos como los por nacer. Por lo tanto, su nombramiento debe ser rechazado.
Si tienes forma de influir en un senador norteamericano, exhórtalo o exhórtala a no apoyar la confirmación de Elena Kagan.
Steven W. Mosher es el Presidente de Population Research Institute
Colin Mason es el Director de Comunicaciones de Population Research Institute
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