VATICANO, (ACI).-Al recibir este mediodía (hora local), las cartas credenciales del nuevo Embajador de la República Federal de Alemania ante la Santa Sede, Walter Jürgen Schmid, el Papa Benedicto XVI resaltó que "la Iglesia no puede aprobar las iniciativas legislativas que implican una re-evaluación de modelos alternativos de la vida conyugal y familiar".
En su discurso el Santo Padre se refirió a la próxima beatificación, el 19 de septiembre en Münster, del sacerdote mártir del régimen nazi Gerhard Hirschfelder y en el año 2011 a otros cuatro presbíteros y se conmemorará a un pastor evangélico.
El Papa dijo que "contemplando estas figuras de mártires es cada vez más claro y ejemplar, cómo algunos hombres, a partir de su convicción cristiana, están dispuestos a dar su vida por la fe, por el derecho a ejercer libremente sus creencias y por la libertad de expresión, por la paz y la dignidad humana".
Sin embargo, continuó, "muchos hombres se inclinan hacia ideas religiosas más permisivas también para ellos mismos. Sustituyen al Dios personal del cristianismo, que se revela en la Biblia por un ser supremo, misterioso e indeterminado, que sólo tiene una vaga relación con la vida personal de los seres humanos".
El Papa subrayó que "estas ideas animan cada vez más el debate en la sociedad, especialmente sobre el ámbito de la justicia y de la legislación. Sin embargo, si se abandona la fe en un Dios personal, surge la alternativa de un 'dios' que no conoce, que no siente y no habla. Si Dios no dispone de su propia voluntad, el bien y el mal ya no son distinguibles. El hombre pierde así su fuerza moral y espiritual necesaria para el desarrollo completo de la persona. La acción social es cada vez más dominada por el interés privado o por el cálculo del poder, en detrimento de la sociedad".
Benedicto XVI señaló en este sentido que "la Iglesia ve con preocupación el intento cada vez mayor de eliminar el concepto cristiano de matrimonio y de familia de la conciencia de la sociedad. El matrimonio se manifiesta como una unión duradera de amor entre un hombre y una mujer, que siempre está abierta a la transmisión de la vida humana".
En este contexto señaló que es necesaria "una cultura de la persona", usando una expresión de Juan Pablo II. Por otro lado, "el éxito del matrimonio depende de todos nosotros y de la actitud personal de cada ciudadano. En este sentido, la Iglesia no puede aprobar las iniciativas legislativas que implican una re-evaluación de modelos alternativos de la vida conyugal y familiar. Contribuyen al debilitamiento de los principios del derecho natural y por tanto, a la relativización de toda la legislación y también a la confusión sobre los valores en la sociedad".
Refiriéndose posteriormente a las nuevas posibilidades de la biotecnología y la medicina, el Santo Padre hizo hincapié en el "deber de estudiar diligentemente en qué medida estos métodos pueden servir de ayuda a los seres humanos y cuando se trata, por el contrario, de manipulación humana, de violación de su integridad y dignidad. No podemos rechazar esta evolución, pero debemos estar muy atentos. Cuando una vez se comienza a distinguir –y con frecuencia esto sucede ya en el vientre materno– entre vida digna e indigna de vivir, no se salvará tampoco ninguna otra etapa de la vida, y mucho menos la enfermedad y la vejez".
El Santo Padre concluyó poniendo de relieve que "la construcción de una sociedad humana requiere fidelidad a la verdad" y señaló que "al existir una competencia cada vez mayor, los medios de comunicación piensan que están obligados a suscitar la máxima atención posible. Por otra parte, el contraste es noticia en general, aunque vaya en detrimento de la verdad del hecho. Esto es especialmente problemático cuando las autoridades adoptan públicamente una posición, sin ser capaces de verificar todos los aspectos de forma adecuada. Me alegro de la intención del Gobierno Federal de comprometerse en estos casos".
En su discurso el Santo Padre se refirió a la próxima beatificación, el 19 de septiembre en Münster, del sacerdote mártir del régimen nazi Gerhard Hirschfelder y en el año 2011 a otros cuatro presbíteros y se conmemorará a un pastor evangélico.
El Papa dijo que "contemplando estas figuras de mártires es cada vez más claro y ejemplar, cómo algunos hombres, a partir de su convicción cristiana, están dispuestos a dar su vida por la fe, por el derecho a ejercer libremente sus creencias y por la libertad de expresión, por la paz y la dignidad humana".
Sin embargo, continuó, "muchos hombres se inclinan hacia ideas religiosas más permisivas también para ellos mismos. Sustituyen al Dios personal del cristianismo, que se revela en la Biblia por un ser supremo, misterioso e indeterminado, que sólo tiene una vaga relación con la vida personal de los seres humanos".
El Papa subrayó que "estas ideas animan cada vez más el debate en la sociedad, especialmente sobre el ámbito de la justicia y de la legislación. Sin embargo, si se abandona la fe en un Dios personal, surge la alternativa de un 'dios' que no conoce, que no siente y no habla. Si Dios no dispone de su propia voluntad, el bien y el mal ya no son distinguibles. El hombre pierde así su fuerza moral y espiritual necesaria para el desarrollo completo de la persona. La acción social es cada vez más dominada por el interés privado o por el cálculo del poder, en detrimento de la sociedad".
Benedicto XVI señaló en este sentido que "la Iglesia ve con preocupación el intento cada vez mayor de eliminar el concepto cristiano de matrimonio y de familia de la conciencia de la sociedad. El matrimonio se manifiesta como una unión duradera de amor entre un hombre y una mujer, que siempre está abierta a la transmisión de la vida humana".
En este contexto señaló que es necesaria "una cultura de la persona", usando una expresión de Juan Pablo II. Por otro lado, "el éxito del matrimonio depende de todos nosotros y de la actitud personal de cada ciudadano. En este sentido, la Iglesia no puede aprobar las iniciativas legislativas que implican una re-evaluación de modelos alternativos de la vida conyugal y familiar. Contribuyen al debilitamiento de los principios del derecho natural y por tanto, a la relativización de toda la legislación y también a la confusión sobre los valores en la sociedad".
Refiriéndose posteriormente a las nuevas posibilidades de la biotecnología y la medicina, el Santo Padre hizo hincapié en el "deber de estudiar diligentemente en qué medida estos métodos pueden servir de ayuda a los seres humanos y cuando se trata, por el contrario, de manipulación humana, de violación de su integridad y dignidad. No podemos rechazar esta evolución, pero debemos estar muy atentos. Cuando una vez se comienza a distinguir –y con frecuencia esto sucede ya en el vientre materno– entre vida digna e indigna de vivir, no se salvará tampoco ninguna otra etapa de la vida, y mucho menos la enfermedad y la vejez".
El Santo Padre concluyó poniendo de relieve que "la construcción de una sociedad humana requiere fidelidad a la verdad" y señaló que "al existir una competencia cada vez mayor, los medios de comunicación piensan que están obligados a suscitar la máxima atención posible. Por otra parte, el contraste es noticia en general, aunque vaya en detrimento de la verdad del hecho. Esto es especialmente problemático cuando las autoridades adoptan públicamente una posición, sin ser capaces de verificar todos los aspectos de forma adecuada. Me alegro de la intención del Gobierno Federal de comprometerse en estos casos".
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