CIUDAD DEL VATICANO, 24 ABR 2010 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy las cartas credenciales del nuevo embajador de Bélgica ante la Santa Sede, Charles Ghislain.
En su discurso, el Papa puso de relieve que "la vida y la dignidad humana son un bien precioso que hay que defender y promover resueltamente sobre la base del derecho natural". La Iglesia "quiere seguir siendo un factor de convivencia armoniosa entre todos. Para ello, aporta una contribución muy activa, sobre todo mediante sus numerosas instituciones educativas, sus obras sociales y el compromiso voluntario de muchos fieles. La Iglesia se siente feliz de servir a todos los sectores de la sociedad belga".
"Sin embargo -continuó-, no es inútil señalar que la Iglesia tiene, en cuanto institución, el derecho a expresarse en público. (...) Respeta la libertad de todos a pensar de manera distinta a ella; desearía que se respete su derecho a expresarse. Es depositaria de una enseñanza, de un mensaje religioso que ha recibido de Jesucristo. (...) La Iglesia, teniendo como objetivo el bien común, no pretende otra cosa que la libertad de poder proponer este mensaje, sin imponerlo a nadie, respetando la libertad de las conciencias".
Recordando posteriormente al santo belga Damian de Veuster, Benedicto XVI subrayó que "las raíces religiosas nutrieron su educación y formación, así como la de los educadores que despertaron en él una generosidad admirable. San Damian compartió la vida de los leprosos marginados, hasta mostrar el mal que sufrieron. A la luz de estos testigos, es posible que todos comprendan que el Evangelio es una fuerza a la que no deben temer".
"Estoy convencido -añadió- de que a pesar de las tendencias sociológicas, las raíces cristianas siguen siendo ricas en vuestra tierra. Estas raíces pueden alimentar con generosidad el compromiso de un creciente número de voluntarios que, inspirados en los principios evangélicos de la fraternidad y la solidaridad, acompañen a las personas con dificultades y que, por tanto, necesitan ser ayudadas".
Refiriéndose a la vocación europea del país, y a que el belga Herman Van Rompuy es el primer Presidente del Consejo Europeo, el Papa señaló que "el arte del consenso no se puede reducir a una habilidad puramente dialéctica, sino que debe buscar la verdad y el bien. Porque -recordó citando la encíclica "Caritas in veritate"-, "sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales".
Al final de su discurso, el Santo Padre saludó a los obispos de Bélgica, en particular al arzobispo André-Mutien Léonard, "que con entusiasmo y generosidad, ha comenzado recientemente su nueva misión como arzobispo de Malinas-Bruselas". Asimismo saludó a los sacerdotes, diáconos y a todos los fieles que forman la comunidad católica de Bélgica. "Les invito a testimoniar su fe con valentía. Que en sus compromisos como ciudadanos -terminó-, hagan valer plenamente su derecho de proponer los valores que respeten la naturaleza humana y que corresponden a las aspiraciones espirituales más profundas y más auténticas de la persona".
VIS
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