El pesimismo y la falta de ideas que han atenazado la cumbre de Copenhague no se debe sólo a los juegos de intereses de las potencias sino a una ausencia de criterio para abordar la cuestión del cambio climático.
No estaría de más que se oyera con más detenimiento lo que Benedicto XVI afirma en su mensaje de la Paz, cuando solicita que tengamos en cuenta que no se puede valorar la crisis ecológica separándola de las cuestiones ligadas a ella. La crisis ecológica está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y con la creación. La Iglesia, que se preocupa por todo lo que afecta a la vida del hombre, no tiene soluciones técnicas específicas, sino que propone algunos principios que contribuyen al acuerdo universal basado en la adecuada relación entre el Creador, el ser humano y la creación. La salvaguarda de la naturaleza se ha hecho hoy esencial para la convivencia pacífica de la humanidad. Pero no podemos olvidar que esa salvaguarda es imposible sin reconocernos creados, dependientes en todo momento de Aquel que nos mantiene en el ser.
José Morales Martín
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