jueves, julio 24, 2008

Mi YO soberano.


Es habitual que los "progresistas" en materia religiosa te digan que ellos se inventan sus propias oraciones, eso estaría muy bien si además rezasen el Padre nuestro y el Ave maría. Porque de otro modo desprecian la oración que nos enseño el mismo Cristo y las alabanzas de los Ángeles a la Madre del Cielo.

Además afirman que "ellos se confiesan directamente con Dios", sin intermediario. Convendría recordarles que Jesús dijo a los Apóstoles: "lo que atareis en la tierra será atado en el cielo, lo que desatarais, será desatado en el cielo"... pero no se preocupen, también dijo "hasta setenta veces siete" para perdonar. Eso es: siempre pero por el conducto reglamentario.

Por otra parte piden soluciones nuevas ante el problema de "se ha acabado el amor". Y ¿no será mejor revitalizarlo? Porque es claro: "serán una sola carne"... o "el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio, y la expone a cometer adulterio". Y eso es palabra de Cristo para devolver el matrimonio a su valor primitivo.

Siguen con su progresismo pidiendo una nueva clase de pecados, de solidaridad... puede que esté bien, pero también está escrito que "los adúlteros, los odiadores, y otra serie de pecadores... no entrarán en el Reino de los cielos". Es claro que siempre pueden recurrir al perdón setenta veces siete, pero para eso deben reconocer que los pecados de siempre lo siguen siendo.

Su afirmación de "creo en Jesucristo, pero no creo en la Iglesia"... o "creo en la Iglesia pero no en el Papa" se golpea de bruces con: "Tu eres Pedro y sobre esta roca fundaré mi Iglesia". Parece que la Iglesia y el Papa son invento del mismo Cristo.

No quiero mostrar más contradicciones, es más fácil decir, sencillamente, que creo en la Iglesia de Jesucristo en vez de inventarme la propia. Probablemente tengan razón en algo de lo que afirman, pero ninguna en todo lo que niegan.

Cierto, Dios quiere que nos dirijamos personalmente a Él, pero también quiere que lo hagamos de acuerdo con nuestro ser creado y redimido: nuestra naturaleza humana y las leyes de la vida de la Gracia.

Sencillamente: humildad, ese es el gran remedio a nuestros males.

frid

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