domingo, noviembre 19, 2006

Una secuencia de nombres. Un camino hacia la muerte.


Aragón Liberal
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Una reflexión de un "café liberal" de desayuno, ofrecida a los lectores para que la difundan en la defensa de la vida.

Una secuencia de nombres. Un camino hacia la muerte.

Actualmente, y tiene su fundamento en la asignatura de la "Educación contra la ciudadanía", se ha dividido la vida de un ser humano en:

pre-embrión, embrión embrión implantado, feto, bebé, nene, niño, pre-adolescente, adolescente, jóven, hombre maduro, pre-anciano, anciano y post-anciano.

Evidentemente están descatalogados como humanos los pre-embriones, por ley, para poder matarlos y manipularlos. Si bien no vamos a dejar en evidencia la arbitrariedad de esa medida cuyo objeto es decir que sólo hay aborto si si mata un embrión implatado.

Lógicamente, admitido el término de post-anciano, podrían también matarlos y manipularlos con tal que la ley los desproteja y elimine su categoría de personas en caso de que tengan graves deformaciones, enfermedades y ya no sean viables.

Faltan categorías intermedias entre bebé sano y bebé con malformaciones. niño sano y niño enfermo, hombre sano y hombre con una enfermedad incurable... para llegar a distinguir entre ser humano sano y ser humano con una enfermedad con la que no vale la pena que viva. Un criterio de calidad o de "denominación de origen" que permita desechar a los individuos de la especie humana que no cumplan los criterios definidos por una ley de estos "progresistas".

Alguien me dirá que estoy escribiendo monstruosidades. Yo le diré que, ciertamente, estoy "describiendo monstruosidades" que otros dicen y que, en algún caso, ya han legislado.

Que alguien pare este carro.

frid

19 de noviembre. Día mundial del recuerdo de las víctimas del tráfico

imageAragón liberal

Hoy clebramos el día mundial de las víctimas del tráfico. Todos estamos de acuerdo en ello y en evitar esos accidentes. Que, por cierto, son una infima parte si pensamos en los abortos, que al menos 30 veces más numerosos. ¿Cuando los conmemoraremos?

19 de noviembre. Día mundial del recuerdo de las víctimas del tráfico.

Una fecha memoriable, en Zaragoza la conmemoramos con un manifiesto al aire, unos globos que se sueltan al cielo y un minuto de silencio para no decir nada. Pero está bien el acto así, en la misma plaza del Pilar, para que cuando acabemos pasemos por la columna de la Virgen y le pidamos por esas víctimas. Y ya habremos hecho algo más positivo que elevar nuestro pensamiento al inmenso vacío que hay sobre nuestras cabezas. Al menos que en ese minuto de silencio o hayamos rezado o habramos sacado un buen propósito: respetar las señales, no beber y no hacer imprudencias como conducir con sueño.

Necesitamos que nos toquen la conciencia para que seamos mejores y busquemos respetar y cuidar la vida, don de Dios, y nuestra única y exclusiva riqueza. Todo lo demás es "ropaje". Y pienso que una víctima de accidente de carretera, en su cómputo, tiene la contrapartida de más de 30 víctimas de accidente en el vientre de la madre. Es una ínfima parte, como para demostrar donde hay más problemas.

Para conmemorar las víctimas del aborto requeriríamos al menos suelta de globos aerostáticos, un discurso de un día completo y treinta minutos de silencio. O mejor, una misa de difuntos ahora que estamos en el mes que los conmemora, aunque como no tuvieron tiempo de hacer ni bien ni mal, quizá no lo necesiten, pero se podría ofrecer por los que propiciaron que no tuvieran ocasión de conducir un vehículo, fumar un cigarrillo o llegar a viejo.

frid

viernes, noviembre 17, 2006

La anorexia, la huelga de hambre y la eutanasia.


La anorexia, la huelga de hambre y la eutanasia.

Un problema visto de modo diferente. En un caso apostamos por salvar la vida, en el otro permitimos que se lleguen a extremos de difícil retorno. Y en el otro ¿eligiremos la muerte?

Con respecto a la anorexia todos somos muy sensibles. La cultura del cuerpo lleva a esos excesos: la delgadez como modelo. Y las pobrecitas se ven gordas incluso cuando se les marcan las costillas. Van irremediablemente al deterioro por consunción. La modelo brasileña ha sido un ejemplo público, pero en los hogares de amigos nuestros hay también dramas en mozas y mozos que son, en todos los aspectos, magníficos e incluso ejemplares. ¿Cómo es posible?

Algo nos falla en las neuronas que nos vemos como no somos. Y la sociedad sabe y siente que eso es una enfermedad. Se busca incluso un modelo público. Y por eso se entiende que nos alarmemos ante modelos y artistas que venden salud y delgadez. Añoramos un poco al Rubens y su estilo, a la "gordita saludable". Porque realmente la belleza está en el interior y también en la redondez moderada.

También reaccionamos cuando alguien se declara en huelga de hambre, salvo que sea un "De Juana" que consume a la callanda sus buenos bocadillos de pan bimbo y jamón serrano. Pero esas personas pasan un momento en el que no hay marcha atrás. Hay que alimentarlas con suero y sacarlas de nuevo adelante. La sociedad no quiere que muera esa persona y se sentiría culpable, a veces sin razón, por los efectos que se quiere provocar. Nos coacciona más o menos diciendo: o me hacéis caso o me muero. Es el chantaje que toca una fibra sensible: la vida, "no queremos dejarle morir".

En ambos casos la vida se defiende como un valor incuestionable. El enfermo es considerado enfermo, el obseso con su huelga como obseso; y se ponen los medios. Incluso se intenta cambiar el modelo de paradigma de la moda, ayudando a que los sentimientos se ordenen según razón, en orden a niñas y niños, jóvenes saludables.

Pero en el caso de la eutanasia, estamos tan ansiosos de decir que sí a "ese sentimiento" que nos olvidamos las razones por las que se pide, muchas veces más débiles incluso que las de los casos anteriores. Una depresión, el sentimiento de soledad o el de ser una carga, o la desesperación, afloran como razones principales de pedir que a uno le maten. Esas razones pueden tenerse con un organismo perfectamente sano. Y si eso pasase se procuraría tratar médicamente al enfermo, se le darían razones para vivir y se le apoyaría con medicamentos. La vida de una persona sana exige que sea defendida.

¿Y por qué no vale eso cuando la persona es mayor o está enferma con una enfermedad incurable? Si partimos del hecho que la vida está abocada a la muerte, el mero vivir es morir un poco, sería también una enfermedad incurable. ¿La falsa compasión no será acaso el miedo propio y el rechazo a la carga que suponen los cuidados al enfermo?

Está comprobado que cuando un enfermo pide que le maten, en la mayor parte de las veces lo que grita es su angustia, la necesidad de que le consuelen o le alivien el dolor. Es un grito de la soledad que requiere compañía y medicina. Normalmente ese episodio se suele repetir más veces pero entre episodio y episodio, el paciente se olvida de su angustia, se alivia del dolor y desea vivir.

Sólo hay unos pocos casos desesperados, que son como la obsesión con respecto a los alimentos del anoréxico o la terquedad del que se empeña en la huelga de hambre. Y esos casos son más bien casos médicos que verdaderas consciencias. Obsesiones que a veces se unen con la presión más o menos consciente de las malas caras de los familiares ante la "carga del enfermo".

En definitiva, la decisión sobre la terminación de la vida debería postponerse minuto a minuto, día a día, hasta que llegue de modo natural. Y, mientras tanto, ayudar al enfermo a encajar esos motivos de angustia: ¿presentarse ante Dios? ¿qué habrá en el más allá? ¿estaré en paz con los míos? ¿qué sentido tiene mi dolor? Quizá encuentre la luz en esa hora de más que no se le truncó artificialmente.

Frid

domingo, noviembre 12, 2006

Clausura del Congreso "El comienzo de la vida: entre el amor humano y la tecnología"


No voy a describir el Congreso en su totalidad, más bien sólo el final del mismo, los comentarios que sirvieron de colofón al Congreso porque muestran la raiz del problema de la manipulación de la vida humana. Dos amenazas: el hombre soberano y la humanidad soberana. En el primer caso estamos ante la exaltación del Yo individual hasta el infinito. Es el non serviam de Satanás en dimensión humana. "Yo soy mi ley". En el segundo caso, se supera en intento individualista satánico, ya no soy yo sino la Humanidad la que impone la ley. Ese es no el acto de soberbia, sino el infierno en la tierra: la implantación del orden que des-humaniza al hombre. Todos somos cosas, pero lo único que lo diferencia de los abismos infernales es que es el "infierno de paso", hasta que con la muerte lo encontremos y digamos: "esta es mi casa, la conocí en la tierra".

Diré sólo que al final, al clausurar las intervenciones, Monseñor Martínez Camino (Portavoz de la Conferencia Episcopal española) dio en la raíz del problema de la manipulación genética de las nuevas leyes de la post-modernidad sobre reproducción asistida e ingeniería biomédica. El hombre se ha constituido como centro del universo, como medida de todas las cosas y ha pasado de definir lo que está bien o mal de la primera ilustración a intentar fabricarlo. El hombre ha recogido el mito del progreso contínuo que tanto desgarró el siglo XX con guerras y tormentos a los hombres y ha confiado el progreso no a la ciencia del conocimiento, ni al proletariado en un mundo materialista, sino a la técnica, al hacer, y más en concreto al hacerse a sí mismo. Y eso está en la raíz de las legislaciones "progresistas". De ahí que el hombre fabrique seres humanos, seres fabricados que pasan a ser objetos que se pueden manipular, transformar, modificar, experimentar con ellos. Porque lo que se engendra es vida por sí misma, pero lo que se fabrica es objeto y se hace por una utilidad.

Ahí parecía que acababa la intervención cuando Monseñor Ureña (Arzobispo de Zaragoza) terminó de dar la puntilla a la locura de un progreso que manipula al hombre al introducir un elemento correctivo. Los progresistas modernos han cedido el ser absoluto no al ser individual sino a la estructura social que fabrican. Antes era el Estado, para Hegel, un Estado absoluto gobernado por un Super-hombre. Ahora el super-hombre es el ser social y su conciencia colectiva se manifiesta en el Parlamento. Es el Parlamento el que define qué es el hombre, la ley, la moral. Y es ese Parlamento, la manifestación de la voluntad colectiva el que pasa a manipular al hombre individual. Ya no sólo fabrica al hombre, pone a todo hombre al servicio del Estado. Todos pasamos a ser objetos.

Por eso la Iglesia es incómoda y perseguida, porque no sólo habla de Dios, del Dios Verdadero, sino porque tiene un mensaje para el mundo, para el hombre. Y ese mensaje se basa en que Dios ama al hombre por sí mismo, le quiere irrepetible. Y ahí radica su libertad, como hijo de Dios, y su igualdad inalienable con todos los demás seres humanos.

Entre los cristianos no hay seres humanos objeto, ni pre-embriones que no sean embriones, ni embriones que no tengan derecho a la vida, ni niños nacidos que no tengan derecho a un padre y una madre.

frid