jueves, junio 29, 2006

La Ley natural a juicio:

El hombre moderno necesita construirse, ya no solo alcanza el mito de Prometeo a la realidad material. Su objetivo no es rememorar a los dioses fabricando cosas e, incluso, intentando dar a luz nuevos seres, su acción se encamina a reconstruirse a sí mismo.

El hombre moderno pretende buscar nuevos paradigmas con los que enfocar su vida. Ya no contempla la naturaleza, y dentro de ella, a sí mismo como integrado en la naturaleza. Él mismo se ve distinto, como un agresor del medio, como un extraterrestre en el planeta tierra, al que deja desarrollarse de modo necesario por unas leyes ciegas.

Ha dado un salto cualitativo en el determinismo material, y afirma que su inteligencia, último proceso de la evolución necesaria, le lleva a tramar, de modo necesario, una nueva construcción: la de sí mismo. Y ha de realizar tamaña hazaña excluyendo de su vida la concepción clásica de ley natural. Ese concepto estaba bien hasta que se tomó conciencia de la posibilidad de alterar, con la voluntad, las leyes.

Y, despreciada la ley determinada por la naturaleza por considerar que era el último vestigio que nos unía al mundo animal, pretendemos darnos unas nuevas normas, fijadas por el consenso de la mayoría. Todo ello desde la negación de Dios y, por tanto, desde la creencia de que ese movimiento es imparable y necesario.

Desde esa posición se considera como tradicionales y elementos a excluir toda concepción de la sociedad que se tuvo hasta entonces. Lo antiguo, por antiguo, es caduco. El progreso exige construir los cimientos de la sociedad desde el individuo, pero un individuo colectivizado; de ahí el interés de implantar en los sistemas educativos la asignatura de "Educación para la ciudadanía", que son las claves para entender los nuevos axiomas del progreso.

Para el nuevo paradigma el matrimonio está anticuado y es inválido, las relaciones sexuales se limitan a un acto de placer desligado del hecho procreador, y la procreación se concibe como un acto colectivo; y para eso se avanza en las técnicas de reproducción por probeta. Desde esa concepción las madres serán todas madres de alquiler, profesión estatal para traer al mundo individuos desligados del núcleo familiar, individuos perfectos, sin tara, sin prejuicios morales.

El objetivo que se proponen, sin contrastar, violenta la concepción clásica de persona, porque en vez de ser un ente autónomo que se sirve de la sociedad para conseguir sus fines, que -en definitiva- crea la sociedad como un instrumento; deviene en un individuo del ente colectivo social que lo posee. Y pasa de creador de la máquina a animal de granja, a un mero elemento del engranaje.

Sin libertad, porque sólo hay apariencia de ella en el determinismo de los fabricantes de ese nuevo orden, ¿en qué queda la discrepancia? Lo más probable es que sea entendida como fallo de fabricación y ese elemento pase o bien a una reeducación estilo camboyano, o -si se diese por imposible-, por tener tan fuertemente enraizada en su persona los conceptos de Dios, de familia, de virtud, de verdad y de bien, debería ser eliminado.

Y ahí es donde la ley natural que afirma que no es lo mismo mentir que decir la verdad, matar que dar la vida, amar que odiar, pasa a ser un concepto anticuado e inválido.

Pero si todos mienten, ¿cómo se van a entender? Y te dirán como el Fiscal General de Estado, que la verdad es un concepto a redefinir, que significa en cada momento el sentir de la mayoría; lo mismo le pasará al bien o al mal, meras acepciones temporales hasta que se encuentren los nuevos conceptos amorales que exige el nuevo hombre fabricado.

Y ¿la justicia? Qué sentido tendrá dar a cada uno lo suyo si todos han sido absorbidos por el aparato del Estado. Serán los méritos al servicio de la estructura los que permitirán otorgar determinadas prebendas que se reducirán a un mayor o menor abanico de posibilidades de elección para la producción del placer. Sí, se sustituirá la felicidad, concepto caduco y antiguo, que tiene que ver con la adecuación de la persona con su fin último y, por tanto, con el bien, por el placer, concepción instantánea del goce, única moneda de medida en individuos colectivizados.

De ahí la exaltación del placer como única meta a alcanzar por el individuo, tanto desde los anuncios, los medios de comunicación y los mensajes de los políticos. Y, del mismo modo que usamos cosas, también somos nosotros usados.

Con estas premisas, ¿qué aires puede respirar la ley natural? Sólo los de las catacumbas. Herida mortalmente por Grocio cuando afirmó que deberíamos hacer las leyes "como si Dios no existiese", la ley natural, único garante sólido de los derechos humanos, ha pasado a ser objeto de risa y desprecio de los nuevos legisladores progresistas, empeñados como están en crear al hombre de nuevo.

Por mi parte, prefiero depender de Dios, porque de éstos nada bueno espero.

lunes, junio 26, 2006

Sobre las perfecciones de una ciudad: La propiedad privada armonizada al bien común.

Del Libro II de La Política de Aristóteles

Sobre la propiedad colectiva: “Pero, además, esa fórmula tiene otro inconveniente: lo que es común a un número mayor de personas es objeto de menos cuidado; todos, en efecto, piensan más que en nada en lo que les es propio, y menos en lo común, o sólo en la medida en que concierne a cada uno; en cuanto a lo demás, más bien se desentienden, en la idea de que otro se preocupará de ello...”

“La propiedad, en efecto, debe se en cierto modo común, pero en general privada”

Una razón egoísta de la propiedad privada: el mayor cuidado de lo propio que lo ajeno. Eso no excluye que haya bienes comunes y un administrador de la res pública, simplemente que muestra cómo se puede utilizar el interés particular en orden al bien común. Y ese interés, motor de la economía y fomento de la riqueza, hace prosperar la ciudad y la dota de mayores recursos para su esplendor.

De hecho la doctrina de Juan Pablo II sobre la hipoteca social de los bienes tiene reminiscencias aristotélicas. Se reconoce un derecho natural de doble dirección: individual en cuanto que uno cuida más lo propio que lo ajeno; y social en cuanto esos bienes se han logrado gracias a la organización social que es un bien común y deben contribuir en una parte proporcional al bienestar general.

De ahí se legitima el impuesto, no el expolio. Y se da un sentido a lo público no como propiedad del Estado, sino como algo propio de todos que administra el que tiene autoridad y rinde a todos cuenta de ello.

Sólo estableciendo límites estrictos al poder del Estado sobre los bienes se dan las condiciones para la libertad y el progreso social. La paradoja está en que cuanto menos absorbente es el aparato estatal más se facilita la riqueza común y el Estado es más próspero.

Los regímenes socialistas tienden al reparto social, no a la generación de la riqueza, lo que hace que puedan dar la apariencia de bienestar en sus primeros estadios, cuando hay algo que repartir, y terminen todos en la quiebra del aparato del Estado por ser incapaces de generar riqueza.

De hecho Aristóteles advierte sobre la mediocridad y falta de felicidad derivada del comunismo de los bienes: “Además, es justo no hablar sólo de los grandes males de que se librarán los hombres en un régimen comunista, sino también de los bienes de que se verán privados.”

Y es que el régimen comunista tiende a una simplificación peligrosa del hombre y de su actividad, tiende a hacer todos los hombres igualmente infelices. Experiencia tenemos en el siglo XX con el fracaso del comunismo soviético. Y si, ciertamente, los comunistas de otros regímenes todavía no han caído como sistema, ese sistema está llevando a cabo una serie de correcciones en lo económico que implican, salvo la falta de libertad del pensamiento, una apertura a la propiedad como necesidad para el fomento de la competitividad y el desarrollo material. Y se da la paradoja de que los que robaron la libertad a los chinos para prometerles el paraíso comunista, les siguen escamotando la libertad pero corrigiendo ese paraíso en lo que tiene de comunismo.

jueves, junio 22, 2006

La razón de la Polis: el bien común

Dice Aristóteles en el primer libro de La Política:

Vemos que toda ciudad es una comunidad y que toda comunidad está constituida en vista de algún bien, porque los hombres siempre actúan mirando a lo que les parece bueno; y si todas tienden a algún bien, es evidente que más que ninguna, y al bien más principal, la principal entre todas y que comprende todas las demás, a saber, la llamada ciudad y comunidad civil (...)

La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene palabra. La voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demás animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales, el tener, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad.

Es preciso fijarse que, si bien Aristóteles, desde su paganismo no capta la igualdad esencial de todos los hombres como criaturas de Dios, y justifica la esclavitud e, incluso la guerra para subyugar a otros pueblos, aunque nunca a los griegos, acierta en otras muchas cosas. Y, en general, lo que atribuye a los griegos es lo que hoy atribuimos a todos los seres humanos.

Sería larga la exposición de cómo el cristianismo ha sido el gran defensor de la igualdad de todos los hombres y el que ha aportado el razonamiento metafísico más fuerte que desmonta la licitud de la esclavitud; y cómo la vuelta al paganismo significa necesariamente la concepción del hombre como un animal más siendo más perfectos los depredadores que los gregarios, llevando así a la caza y esclavitud de unos pueblos por otros como justifica Aristóteles en su Política. Y esto es un aviso de navegantes a los que quieren construir un mundo sin Dios y quieren reducir al hombre a un animal evolucionado.

De esa manera los instintos y la simplificación del lenguaje para la expresión del dolor y placer llevan, directamente al pensamiento débil. Sin bien y mal, con sólo placer y dolor, se conduce al individualismo epicúreo en el que la agregación de los hombres sería equivalente a la situación de los canes, gregarios para cazar.

Pero Aristóteles, al menos para los griegos distingue un tipo de hombre que ha nacido para ser libre, aquel para el que el lenguaje se eleva a una escala superior, la de la expresión de lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, el sentido del bien y del mal. Y hay que entender que esas expresiones se presentan al margen del sentimiento.

El bien puede no apetecerme, ser arduo e, incluso, molesto; puede suponer el heroísmo de dar la vida en defensa de la Patria. Y no es agradable tamaño sacrificio.

De ahí que, para Aristóteles y para todos los constructores de un orden social avanzado, la justicia está en la raíz de las leyes que han de regir las ciudades. Luego, en Política, no todo es posible, pues todo se ha de subordinar al recto orden del hacer y del obrar. No puede ser el placer la norma ni legal ni de convivencia, sino la obligación ante el grupo social con el que constituimos la Ciudad, la Nación, o la Comunidad de Naciones.

Una luz sobre lo bueno y lo malo está en el decálogo de Moisés, donde junto el no matar, no mentir, no robar, está el honrar a Dios tu único Dios. Alguna razón habrá para incluir el culto a Dios como uno de los pilares del orden social.

Podemos decir que vivimos en un mundo en el que todo se ve de modo relativo, no se considera que haya verdades universales, sí, ciertamente, y ese es el drama del mundo ¿para qué crear estructuras sociales si no somos capaces de ponernos de acuerdo en que hay bien, y ,por tanto, una razón de organizarnos para alcanzarlo?

Algunos entendemos que la ley de mínimos ha de buscarse en admitir algo de sentido común: que hay acciones más buenas que otras, modos de vivir que aportan más al todo social que otros, actitudes ante la vida que generan más paz y bien que otras. Y, la clave de la convivencia es fomentar esos modos de vivir, como son el ejercicio de una vida virtuosa, la institución familiar, la referencia a valores transcendentes como la existencia de Dios.

Por eso entiendo que, como toda ciudad se ha de construir para el fomento del mayor bien del conjunto, se han de buscar estructuras y leyes sociales en las que las familias, el hombre creyente y el hom

martes, junio 20, 2006

Las nuevas formas de martirio.

Edward Atkinson de 75 años, envió fotos de un bebé abortado a Ruth May, directora del Hospital Queen Elizabeth de Kings Lynn en Norfolk, intentando llamar la atención de los directivos del hospital sobre el crimen abominable del aborto. A consecuencia de eso, Atkinson fue condenado sucesivamente por tres tribunales, entre enero y abril de este año, "enviar literatura o material ofensivo".



Arrastran a un viejo lisiado

Atkinson fue denunciado a la policía por los directivos del hospital. La policía informó a la Fiscalía Pública que mandó arrestarlo. Como Atkinson está casi lisiado, con dificultades para caminar, cuando lo arrestaron prácticamente lo sacaron arrastrando de su casa y fue a parar a prisión hasta que su caso se trató en la corte. Además, el hospital de Norfolk lo borró de la lista espera para un posible transplante de cadera.

El cinismo abortista

En la corte, la secretaria de Ruth May, Christine Rogers, dijo que ella se "trastornó" cuando abrió la carta de Atkinson que contenía el folleto en el cual se mostraba un bebé abortado; y el director de quejas y reclamos del Hospital, Karl Perryman declaró que: "Como padre de dos hijas, se había sentido totalmente perturbado", por las imágenes que le habían mostrado.

"Está trastornando a todos", dijo la directora del hospital refiriéndose al anciano: "Yo pienso que los miembros del National Health System, y particularmente en el Hospital Queen Elizabeth, proveen un cuidado excelente a sus pacientes". (Es decir los niños no-nacidos destripados, no son pacientes para esos médicos y enfermeras).

El último proceso a Atkinson fue en Swaffham por "enviar comunicaciones maliciosas". La audiencia se atrasó una hora porque el acusado se negó a prestar juramento sobre la versión protestante de la biblia -King James Bible-, y tuvieron que conseguir especialmente una versión católica del texto sagrado. Atkinson dijo que el propósito de enviar las imágenes de bebés abortados fue para "educar", y agregó, "acepto que la documentación es altamente perturbadora. Es horrendo, monstruoso y enfermante pero representa la verdad. Todos y cada uno de los que está en esta sala sabe que el aborto es un asesinato y nadie tiene el valor suficiente para decirlo".

Al dictarle sentencia el juez dijo: "Está claro que Ud. intentó golpear y tengo la certeza que su propósito fue causar ansiedad y angustia".

Las nuevas formas de martirio

Y así por haber ejercido su derecho a la libertad de expresión en la protección de los niños no nacidos:

-Atkinson, el 05-04-06, fue encarcelado por 28 días. Más un extra de 14 días en prisión por no pagar la multa de 650 libras impuesta en el 2002, por un "delito" similar.

-Del monto de su jubilación se le restaron automáticamente 500 libras de las 700 que fue condenado a pagar por los costos del juicio. Además, se le condenó a cinco (5) años de prisión en suspenso por "conducta antisocial y alterar el orden". El juez le dijo que si "desobedecía al enfrentaba cinco años de cárcel", a lo que el anciano católico replicó, "entonces Usted puede encerrarme ya, y tirar lejos la llave".

A su vez, el hospital hizo pública la decisión formal de negarle todo tipo de tratamiento, de por vida, para cualquier enfermedad, aunque ésta sea mortal; y también lo sacó de la lista de espera para la cirugía de cadera que necesita. Para justificar su decisión el hospital hizo la siguiente declaración: "Nuestros abogados fueron consultados y su opinión fue que las acciones de este hombre contravinieron la política de Tolerancia Zero en casos de abuso y de conducta inaceptable hacia nuestros directivos". El 12 de mayo, The Times comentaba que la medida del hospital era equivalente a aplicar la eutanasia por creencias religiosas o ideas políticas.

Algunas conclusiones:

-La ley positiva intenta hacer olvidar que el aborto es un crimen abominable.

-No escatimemos esfuerzos para mostrar con imágenes lo que significa el aborto. Con acciones mal llamadas "positivas" -que no muestren el horror- no se consigue absolutamente nada, y el mal sigue avanzando.

-Intentar "quedar bien con todos" o "no quedar mal con nadie" es cobardía.

-Recordemos que la heroicidad es para los católicos, en circunstancias como las actuales, moralmente exigible.

(Para comunicarse con Edward Atkinson nos han enviado la siguiente dirección: c/o HMP Norwich, Knox Road, Norwich, NR1 4LU, Inglaterra). FIN 18-06-06

Autor: Juan C. Sanahuda

NOTICIAS GLOBALES, Año IX. Número 657, 28/06. Gacetilla nº 780. Buenos Aires, 18 junio 2006

miércoles, junio 14, 2006

La ciencia voluntarista (II):

1.- El voluntarismo en las ciencias experimentales:
2.- El voluntarismo sin contrastar con la experiencia en las ciencias sociales.

En el caso de las ciencias sociales se da una doble paradoja. El voluntarismo pretende construir la nueva realidad al margen de que esté contrastada su bondad con la experiencia. Y, además, cuenta con una baza tremenda a su favor. Muchas de las malas experiencias requieren un largo tiempo de maduración. Sólo después del desastre se hace examen de conciencia y se comprueba el error de las teorías.

Y es que en el caso de las ciencias sociales, las teorías pasan a experiencia sin necesidad de contraste. De ahí la necesidad de la virtud de la prudencia en gobernantes, economistas, sociólogos, psicólogos y filósofos. Juegan con seres humanos, y un error de conceptos conlleva, muchas veces el sufrimiento de los inocentes.

El voluntarismo social no es prudente. Con la seguridad de su verdad se lanza directamente a construir una nueva realidad al grito, insensato, de "la imaginación al poder", o -con frase de algún presidente de gobierno- "en política todo es posible".

En las ciencias humanas se elimina un factor determinante de las ciencias experimentales: la contemplación de la realidad, que avalaría las experiencias más excelentes para la convivencia. Por eso el afán de construir otros modelos de célula social distintos de la familia. Sí, se reconoce, la familia fue bien en una época (cientos de miles de años, desde que hay vida humana en la tierra), pero ahora en mor del progreso hemos de ensayar otras fórmulas por si fuesen mejores y la humanidad hubiese estado toda su vida equivocada.

El objetivo del progreso ya no sería la felicidad conseguida a nivel individual y social, sino el progresivo avance hacia nuevos paradigmas aunque, en su logro la persona individual vería sacrificada su felicidad por un sustituto pasajero: el poder, el tener o el placer.

Sostengo que el hombre, como los demás seres vivos, de los que nos admiramos de su perfección para la consecución de sus fines, está tan bien hecho como ellos y, por tanto, las claves de su felicidad no deben ser tan arduas que exijan tamaño sacrificio: no ser felices para que lo sean otros.

Sin embargo el voluntarismo unido, esquizofrénicamente con el determinismo nos augura un paraíso que sólo ha implicado infelicidades inmediatas. La Revolución Francesa, en aras de la libertad, supuso la muerte violenta en la misma Francia de miles de personas. El paraíso de la raza supuso una guerra mundial y millones de muertos judíos, eslavos y cristianos. El paraíso necesario del proletariado más de cien millones de muertos. Y así, siempre que se propone un paraíso terrenal, se anuncia que pasa el tren necesario del progreso, mi alma tiembla de inseguridad.

Hoy en día, el voluntarismo progresista, siguiendo su habitual esquizofrenia, considera que se llegará al paraíso si se eliminan todas las trabas morales. Todo es igualmente válido, y de esa elección ciega, mezclando una filosofía evolucionista extremista, se llega a que saldrá un mundo mejor y más justo.

Se ha establecido como motor del progreso no ya la ciencia, ni el liberalismo económico, ni la lucha de clases, ni cualquier otro paradigma antiguo; ha salido victorioso el instinto ciego.

Hoy decimos yo creo, al instinto ciego que nos llevará (irracionales) al asegurado progreso.

Frutos de ese instinto los vamos teniendo en la pérdida de seguridad ciudadana, en la subjetividad de la aplicación de las leyes que algunos pretenden: "no por la literalidad de las mismas sino por el sentir popular". Somos gobernados por el instinto y el sentimiento en vez de la razón y la virtud. Estamos en el paraíso de los demagogos.

Frutos ya viejos del gobierno del sentimiento:

* Inseguridad de la vida, cultura de muerte: nadie tiene seguridad de nacer una vez concebido, y de continuar con vida una vez enfermado o llegado a la vejez.
* Merma o anulación de la libertad de expresión ante la tiranía de lo "políticamente correcto".
* Amenaza contra la libertad de enseñanza de nuestros hijos por una imposición de un modelo de "educación de la ciudadanía" agnóstico, sin virtudes y sin valores morales.
* Trivialización del sexo y degeneración de las costumbres, incluso con el fomento de conductas degeneradas, con "talleres específicos" para su iniciación.
* Desprotección de la familia y fomento de otro tipo de uniones destructivas del tejido social.

Y la paradoja está servida: más inseguridad ciudadana, más familias destrozadas, menos libertad individual, pero más felices porque es lo que libremente hemos escogido, gracias al imperio de la demagogia.

martes, junio 13, 2006

La ciencia voluntarista (I):

Quisiera introducir con este apunte tres artículos para la reflexión dedicados a la ciencia experimental, a las ciencias humanas y a la historia como ciencia, todas ellas hoy contaminadas por el voluntarismo científico.

1.- El voluntarismo en las ciencias experimentales:

Probablemente la ciencia sea otra cosa, porque lo que llega al gran público es la divulgación de la ciencia, y así se entiende que -en esa labor- se hayan erigido portavoces los ideólogos más que los científicos, aunque también cae algún científico en ese papel, probablemente por un exceso de vanidad, afirmando ideas peregrinas, no constatadas con su experiencia y, normalmente de la rama del saber que no domina.

Ejemplos tengo y también testigos de cómo a todo un catedrático de la Escuela de Ingenieros de Agrónomos le tuve que corregir cuando pontificaba a que a su paisano Miguel Servet lo quemó la inquisición católica. Y es que el sectarismo no es exclusivo de los ignorantes.

De todos modos, el hueso más difícil de roer en la moda de la ciencia voluntarista es la ciencia experimental, contra la que se enfrentan dos tendencias filosóficas contemporáneas: el ecologismo radical y el evolucionismo radical. Dos posturas que deberían estar en contraposición pero que están defendidas con la misma pasión y a la vez por personas con cierta formación, que deberían empezar a hablar con el "yo creo", pues sostienen sus tesis sin ninguna matización.

El ecologismo radical es pesimista, sostiene que la tierra está avocada al desastre irremediablemente, todo va de mal en peor y además ese curso de los hechos se debe exclusivamente al hombre y a su intervención en la naturaleza. De ahí concluyen que sobramos todos los demás porque somos muchos, que el progreso es retroceso, que detrás está la explotación capitalista de los recursos y de los pueblos. Son milenaristas. Y lo podrán seguir siendo muchos años, porque la sociedad va corrigiendo los excesos del progreso y avanzando técnicamente para dar soluciones a los problemas antiguos y nuevos planteados.

El evolucionismo radical debería ser positivo, ya que se convierte en un determinismo del progreso de la evolución de las especies. Y el hombre, el ser que está en la cúspide de esa evolución, necesariamente debería hacerlo todo bien y conducir el mundo a una situación idílica.

Ambas concepciones están presentes hoy en el modo de hacer ciencia, de conseguir presupuestos para la investigación y en los criterios de selección para ser publicado en algunas revistas científicas. Así, por ejemplo, un escepticismo en las posibilidades científicas de la investigación con células madre embrionarias tiene repercusión directa para aparecer o no en revistas del nivel de "Sciencie" y el escepticismo sobre el catastrofismo del ecologismo radical lleva a una especie de persecución ideológica por los "verdes" daneses.

Además de problemas éticos y prácticos, detrás de ciertas investigaciones sobre embriones hay un deseo de manipular y acelerar el progreso para la construcción del nuevo hombre, que como decía la revista Quo, de divulgación, será más inteligente, más longevo y más equilibrado afectivamente. Lo que le falta es añadir que ya no tendrá las inclinaciones de la concupiscencia en su constitución. ¿Unos hombres tan perfectos que no requieran redención porque no estarán inclinados al mal?

Como se observa la ideología voluntarista impregna revistas de divulgación pero también revistas científicas.

El caso de Woo-Suk Hwang en Seúl amañando los resultados de sus investigaciones para probar la bondad de la investigación con células embrionarias, remueve un momento a la comunidad científica, pero enseguida viene el silencio culpable de los ideólogos que promueven leyes y dotan presupuestos para seguir trabajando en esa dirección tan poco recomendable.

Vuelven los antiguos ejemplos del marxismo científico como el de Lyssenko en la Unión Soviética, que fracasó estrepitosamente y produzco sus hambrunas.

En ese voluntarismo chocan la fe en el progreso de la ciencia con la fe en el desastre al que vamos avocados por el propio desarrollo. Pero en la voluntad caben ambas creencias, produciendo una brecha en la razón con terribles consecuencias. Quizá porque son como los dualistas primitivos que creían en la fuerza del dios del bien y del mal en perpetua contienda. Aquí el dios del bien sería la ciega evolución, y el del mal la consciente razón.

Conclusión terrible: el hombre sería el mal a erradicar del mundo. Y conclusión más razonable: esa visión del mundo es un engaño "diabólico" para que el hombre pierda la esperanza.

Federico R. de Rivera

miércoles, junio 07, 2006

La descatalogación de la persona: camino de muerte

Comentaba un amigo que hay una serie de conceptos intuitivos que salvaguardan la vida.

Si nos referimos a un ser humano bajo el nombre de: bebé, niño, adolescente, joven, adulto, anciano, persona, ser humano, embrión humano, enseguida sabemos de qué estamos hablando y ese ser merece nuestra consideración instintiva. Late evidente la vida humana.

Sin embargo, cuando empezamos a adjetivar en unos casos, o en otros a quitar el adjetivo, la situación es muy diferente:

Embrión puede ser cualquier cosa, pero como todavía tiene reminiscencias de su origen, con el logro del pre-embrión pierde fuerza la vida que late en él. Si es un pre- ¿por qué protegerlo?

Vida sin el adjetivo es también contrapuesta a muerte, por lo que hay que adjetivarla con el concepto de vida digna, para pasar, a renglón seguido a preguntarse ¿y si la vida no es digna, por qué vivirla? O bien ¿si ese señor no lleva una vida digna, no será mejor que se le deje morir o que se le ayude a acabar con esa desgracia? Ahora quedará la definición en negativo. No es vida digna la que cumpla tales requisitos... luego está legitimado eliminarla.

En la línea del adjetivo antes se suele hablar del concepto más ambiguo de individuo que el de persona, pasando por el error de admitir sólo el concepto de persona legal. Si la ley no te define como persona es como si no fueses. Desde el punto de vista jurídico quedarías desprotegido. Sin adjetivo "legal" no hay persona "real".

Eliminado el concepto de persona en nuestro lenguaje, pasamos a la definición de individuo al que adjetivaremos para la vida: individuo útil, individuo solidario, individuo humano. O bien lo empezaremos a catalogar para la muerte: individuo inútil, insolidario o inhumano. En definitiva un individuo que no merece vivir por ser un elemento negativo.

Y eso es lo que se hizo en muchos sitios para justificar las matanzas de nuestros semejantes: los contrarevolucionarios son la oveja a inmolar legítimamente de comunistas actuales recostruidos que van por ahí patéticamente defendiendo el paraíso soviético.

Los enemigos de la república, meapilas y demás calaña eran los individuos sin derecho de protección en la II República tan alabada por Zapatero y que quiere, de modo acelerado, hacernos vivir en nuestras carnes.

Los fascistas son la bestia negra de las izquierdas, arma arrojadiza a todo el que no piensa como ellos. Ejemplo tenemos en el discurso de los "moderados" socialistas actuales ante la mitad de España que no les sigue el juego. Y también ante personas de izquierdas que en Cataluña quieren ser españoles.

Yo también fui fascista, le llevé la contraria a un comunista. Y tu, lector, tarde o temprano recibirás al menos el título de "no me seas fascista", en cuanto que te desvíes un ápice de la doctrina oficial del momento.

Pero al final no vale el adjetivar para la vergüenza o el eliminar adjetivos para trasladarte al anonimato. Es preciso que pases a la categoría de animal o cosa para dejar tranquilos a los exterminadores.

Serás rata si eres judío en la Alemania nazi. Serás cucaracha o cuervo si eres clérigo, fraile o católico practicante en la segunda república. Incluso serás parásito e instarán a exterminarte si eres un pobre borrachuzo para la junta de seguridad de la segunda república en Aragón.

Y, si el sistema de maldad sigue evolucionando pasarás a ser esclavo condenado a trabajos forzosos en los gulags y en las obras faraónicas soviéticas de desecación del mar de Aral, con una alimentación programada para el exterminio seguro. O bien serás sólo materia prima para la técnica de los hornos crematorios de los nazis.


Pero todavía hay algo más, puede ser que tú mismo, voluntariamente, te avengas a esas degradaciones en las máquinas para matar que algunos ya han fabricado: asistencia al suicidio automático. Con un poco más tú mismo te programarás como abono para los campos.

Piensa un poco y mira si no conviene parar la rueda antes de que tú mismo seas el que aplaudas al que te inmola. Ya pasó en la Unión Soviética y China en los ejercicios de autoinculpación de los miembros del Partido Comunista.

Hoy son los socialistas los que desde las gradas se escandalizan de ver a sus diputados defender la alianza con Batasuna y se preguntan si ahora, en el país Vasco, su papel va a ser el de víctima.

La raiz del problema: un intelectual marxista italiano, Gramsci cuando inició la revolución de las palabras.

Federico R. de Rivera

jueves, junio 01, 2006

La esterilidad del pensamiento débil:

Los políticos europeos, al menos una gran parte vinculada a los movimientos de izquierdas, han optado por un modo de decir y de hacer que puede definirse como lo "políticamente correcto". Un modo de decir que han impuesto como moda y que afecta y acompleja a políticos con una base racional y filosófica más sólida.

Uno podría pensar, en su ingenuidad, que lo políticamente correcto debería ser decir y defender la verdad, buscar y defender el bien común, favorecer las decisiones de más excelencia para la comunidad civil como son la estabilidad de la familia y el respeto a toda vida humana, o bien favorecer un régimen de libertad de expresión y educación fomentando la iniciativa privada en esos ámbitos.

Sin embargo, la posición de lo políticamente correcto va por otros derroteros. Su premisa fundamental es "todo es relativo", y cuando digo todo es todo. No hay, por tanto, verdades absolutas, no hay verdad, sólo hay opciones ante alternativas que se presentan igualmente válidas y legítimas, sin una razón de excelencia siquiera.

Todo este planteamiento proviene de un desengaño. El paraíso marxista de la Unión Soviética se ha derrumbado. El intento de construir el hombre nuevo desde la lucha del proletariado no ha sido eficaz. Y es preciso encontrar una nueva vía. Nadie piensa que aquel sistema fue desde el inicio un progreso infernal hacia el cielo en la tierra; un sacrificio de los individuos del presente en pro de un maravilloso futuro de las generaciones venideras. Quizá su conclusión sea que hay que buscar el mayor placer sensible en esta tierra para el individuo presente. Quizá parte del pensamiento débil sea una reacción efecto péndulo de la búsqueda de un paraíso terreno: la inmediatez del placer.

Sin divagar, diré que la filosofía que sustenta lo políticamente correcto está en el concepto de "pensamiento débil", que está perfectamente descrito en su propio nombre. Es un pensamiento que no avanza demasiado en la búsqueda de la verdad o de la excelencia. No se queda ni a medio camino porque no hace mas que plantearse elecciones de un modo meramente escotástico, elegir entre dos bolas blancas.

Cual es la razón de esa cobardía ante el ejercicio del pensamiento. Puede ser que si uno se preguntase al menos qué es lo mejor, descubriese que una de las bolas no es bola sino una bomba de relojería que acabará con su propia humanidad. Pero es mayor el miedo a encontrar la verdad que el miedo de elegir lo equivocado.

Los frutos de ese pensamiento débil son ya abundantes. La ciencia se sustituye por la creencia o por la poesía, mientras que las conclusiones científicas son tildadas de opiniones llenas de prejuicios religiosos. Y así se concluye que el embrión no es un ser humano para mí; que el sexo es una opción personal al margen de las tendencias biológicas, que deben ser superadas en aras al progreso; que los simios y los hombres somos de la misma familia por compartir el 98 % de la carga genética; que la familia tradicional ha de dejar paso a los nuevos modelos de familia fruto de la elección progresista; y otros muchos dislates por el estilo.

Conjuntamente a este relativismo surge dos enemigos: la ciencia en cuanto búsqueda objetiva de la verdad y la religión en cuanto signo de la dependencia del ser humano. Si las cosas son como son, el hombre también y -por tanto- tiene unas leyes internas de funcionamiento. Si Dios existe, yo soy una criatura y estoy sometido a un Ser superior al que debo acatamiento.

De ahí que el "pensamiento débil" sea fuertemente enemigo de la religión y tache de intransigentes y llenos de prejuicios religiosos a los "escépticos científicos" que no concluyan poesía de sus datos y no auguren un nuevo modelo de hombre, unas posibilidades infinitas en la manipulación genética, ofrezcan reparos al aborto, a la eutanasia, a las uniones de homosexuales, etcétera.

Ahí el pensamiento débil muestra su verdadera máscara: es un fuerte convencimiento del relativismo moral y científico y un constructor de la "verdad legal" y del "bien legal". Por eso insiste tanto en controlar la educación de la ciudadanía para instruir sobre la superación del concepto de Dios y la imposición de nuevos modelos de familia, al tiempo que pontifica sobre el momento en el que un ser humano merece vivir o pierde ese derecho. Su fortaleza es el germen de una nueva tiranía, la de las conciencias.

El remedio nos lo dió Juan Pablo II, para los cristianos y todos los hombres de buena voluntad: "¡no tengáis miedo!", ¡no tengáis miedo a la verdad!, la verdad os hará libres. Y, añade a los cristianos: "abrid las puertas a Cristo", porque Cristo es la Verdad y la vida.

En contraposición los frutos del pensamiento débil son la esterilidad, la falta de ideas, y de apertura intelectual por ese miedo a la verdad y al compromiso. Pero también, en una realidad inmediata: la esterilidad propia de su modelo familiar, sin familia, sin hijos, sin amor, sin entrega. En el fondo se convierten en unos seres que están continuamente mirándose al ombligo, y, a lo más, mirando el ombligo ajeno en cuanto origen del placer.

Y se da la paradoja que ese nuevo modelo de ser humano no es mas que un individuo gelatinoso, que no tiene ninguna aportación a la humanidad mas que decir que todas las bolas son blancas.

Federico R. de Rivera