lunes, diciembre 07, 2009

El hombre y la vida pública (IV)

 


Por: Javier Peña
 

El dictamen de la conciencia, bien formada, nos señala el bien y el mal concreto de una situación dada y nos permite quedar, excepcionalmente, excluidos de algún precepto legal.

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La objeción de conciencia es, por tanto, válida y debe ser aceptada en base a la libertad. Con ello no se resiente el poder del Estado y sí se enriquece la democracia. El Derecho y la Justicia serán sus garantes.

La Justicia es sostén y meta del Estado de Derecho. El ordenamiento jurídico sirve para la aplicación de la ley, según ese derecho. El silencio del legislador no excluye la objeción de conciencia porque se trata de un derecho fundamental de la persona y así está recogido en nuestra Constitución.

La conciencia moral es anterior y superior al Estado. Es la que lo hace posible y no se puede someter a ideologías. Conciencia que precisa de formación personalizada, reservada al ámbito familiar, donde a la persona se le quiere por lo que es y no por lo que vale. Es injusta e inadecuada toda "educación para la ciudadanía" que no se limite a normas de convivencia o principios cívicos. Pero, en el caso de España, se ha llegado mucho más lejos por un afán manipulador, atentando contra la libertad religiosa y coartando la libertad del ideario de los centros educativos. Tampoco se respeta la objeción. En este sentido, el Congreso: "Católicos y Vida Pública", que analizó los temas de actualidad, ha puesto de manifiesto que no todo vale en democracia y que ésta no puede definir la verdad sino aceptarla.

Innecesario debería ser el tener que decir que la política y el "bien común" han de ir de la mano pero, nuestra más severa realidad, lo requiere. La actual crisis no es tanto económica como de valores, provocada por quienes ejercen el poder. Un momento en el que necesitamos de Dios, para no caer en aquel desánimo de Elías al decir: "es mayor el camino que mis fuerzas". En este sentido, la Iglesia se forja y se enriquece en tiempos difíciles, porque el Espíritu nos dará el valor que precisamos, aunque hayamos cruzado muchos límites. Así por ejemplo, en materia financiera, se han empaquetado títulos de deuda a terceros y se pelotearon sin pudor ni garantías. También se ha operado fuera de balance en muchas empresas, ello indica que si uno cobraba el doble y quien debió fiscalizar no protestó, es porque éste cobraba triple. Así quedó escrito en nuestra novela picaresca de "El Lazarillo de Tormes".

Es bueno propulsar el "Código de Buen Gobierno", siempre que seamos fieles al mismo. En "Caritas in Veritate" se asevera que las instituciones deben trabajar por el "bien común" con libertad responsable. Pero, el acontecer, dice otra cosa: Quienes lo están haciendo mal sólo se ven, mientras que quienes lo hacen bien se van. Si seguimos dando dinero público a quienes lo hacen mal, el mal se perpetúa.

Vivimos en una economía de mercado; el mejor sistema para trabajar con libertad y responsabilidad. Sistema que precisa del respaldo de la ética, la deontología, para ayudar al bien común. El cristiano tiene, ahora, mucho que decir y proponer. Sin ningún temor y con el testimonio por delante.

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