sábado, julio 15, 2006

Diez puntos para la reflexión. Vigilia del Papa en Valencia. Sábado 9 de julio de 2006

Del discurso del Papa Benedicto en la Jornada Mundial de las Familias en el encuentro del sábado 8 de julio:

Algunas ideas:

1.- La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a dar y recibir amor.

El hombre, hecho para amar, es un ser en relación, y aprende esa tarea y las virtudes que la hacen posible en la familia.

2.- Juan Pablo II, decía que "El hombre se ha convertido en ‘imagen y semejanza’ de Dios, no sólo a través de la propia humanidad, sino también a través de la comunión de las personas que el varón y la mujer forman desde el principio.

La familia muestra, de modo sencillo y natural, el modo del amor de Dios, de Dios como padre, como papá y mamá; por eso es el ámbito que mejor puede acoger a un ser humano al nacer y al dejar este mundo. Es el refugio del débil y del necesitado. Es la escuela del niño y del joven. Es el proyecto que da sentido a toda una vida.

3.- La familia es una institución intermedia entre el individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente.

Del mismo modo que la sociedad tiene la obligación de organizarse para el bien de los individuos que la componen, también debe organizarse para velar y fomentar las instituciones familiares que la hacen posible. La escuela del hogar es la escuela del buen ciudadano, distinta de las otras instituciones intermedias formadas para conseguir bienes parciales. En la familia el compromiso y entrega es total, y más fuerte aún que el existente con los Estados.

4.- La familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos.

Este es el núcleo del discurso. También para los no cristianos la familia es todo eso. Si no se cuida, si se disuelve en falsos proyectos, si se sustituye la unión del amor generoso por la apetencia de los instintos, la misma inestabilidad del núcleo formado hará tambalearse al Estado. De la discordia, de la desunión y del egoísmo no surgen la concordia, la unión y la generosidad.

5.- Un pequeño núcleo familiar puede encontrar obstáculos difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de sus parientes y amistades.

Las familias son escuelas de generosidad y de comunicación. Y deben abrirse a otras familias para reafirmarse en el esfuerzo, mostrar la solidaridad ante el cercano, abrirse a la entrega y al apoyo de otros núcleos. Y esa argamasa de solidaridad hará que el Estado que se forme sea más estable. Si ante una desgracia familiar, los vecinos y amigos acogen en familia al que lo necesite, esa persona será, de nuevo, importante, en singular, para alguien.

6.- Junto con la transmisión de la fe y del amor del Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores.

No hay padres propietarios, menos aún Estados propietarios. En un caso el amor sin freno lleva a la posesión, en el otro es el afán de dominio. Por eso es más fácil educar en libertad en los hogares cristianos. Paradoja: a los que llaman desde fuera fundamentalistas, son los verdaderos educadores en libertad.

7.- reafirmar su vigencia e identidad basada en el matrimonio abierto al don generoso de la vida, y donde se acompaña a los hijos en su crecimiento corporal y espiritual. De este modo se contrarresta un hedonismo muy difundido, que banaliza las relaciones humanas y las vacía de su genuino valor y belleza.

La familia es el lugar donde se orientan los afectos a la entrega racional, voluntaria, responsable y duradera. Por el amor viene el respeto a la persona amada. Y el control de las pasiones lleva a personas recias y capaces de grandes sacrificios por Dios, por su familia, por sus amigos y por la Patria. Es escuela de ciudadanos excelentes.

8.-Invito, pues, a los gobernantes y legisladores a reflexionar sobre el bien evidente que los hogares en paz y en armonía aseguran al hombre, a la familia, centro neurálgico de la sociedad, como recuerda la Santa Sede en la Carta de los Derechos de la Familia. El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones.

Objetivo del buen gobierno, no cambiar la realidad, no progresar hacia modelos nunca vividos, sino lograr la felicidad y el bienestar de sus súbditos. Y, por eso, vivir la “ecología de la naturaleza humana”, que pasa por la institución familiar y su protección.


9.- La criatura concebida ha de ser educada en la fe, amada y protegida. Los hijos, con el fundamental derecho a nacer y ser educados en la fe, tienen derecho a un hogar que tenga como modelo el de Nazaret y sean preservados de toda clase de insidias y amenazas.

No más Herodes, ni infanticidios vestidos de nombres falaces como la “interrupción voluntaria del embarazo”, ni experimentos contrarios a la naturaleza humana y su dignidad como el experimentar con embriones humanos, ni políticas eugenésicas para los nacimientos. Todo ser humano tiene derecho a nacer y a nacer en un hogar que lo proteja y prepare para la vida.

10.-Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser —y son tantas veces— los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar.

Recordemos que los abuelos son “los libros vivientes”, la tradición viva, los ancestros, aquellos de los que provenimos. La piedad lleva a cuidar de ellos. Y por la piedad filial a los padres ancianos, Dios promete todo tipo de bendiciones. Se debe procurar no desarraigar al abuelo del núcleo familiar. Es el primer prójimo necesitado en su vejez, pero también él debe saber (mientras le ayuden las fuerzas), que el sentido de su vida está en seguir donándose a los hijos y nietos de una manera diferente, la de la paciencia, comprensión, oración y prudencia.

frid

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es en la familia donde se enseña a amar a Dios a través del amor a los demás.
La familia es la primera escuela donde se enseña a educar, valorar, respetar y amar.
Si no existieran la familia no habría sociedad.
Es en la familia con el ejemplo donde podemos transmitir a los demás que los obstaculos se superan con el apoyo familiar y la gracia.
Si en la familia educamos en valores y formamos bien a nuestros hijos, los haremos libres de decidir después.
Es en el hogar familiar donde crece y se fortalece la fe, a través de la oración y la práctica cristiana.
Los hijos concebidos en la verdadera familia se abrazan al ser concebidos y no admitimos experimentos con ellos.
Los abuelos podemos participar muy positivamente, con nuestros testimonios de vida y a la vez enseñando a los nietos a dirigirnos a Dios como Padre con confianza filial.