Esta mañana he tenido la suerte de sintonizar: “Dos días contigo”, fue en el momento en el que estaban los componentes de El Consorcio, alguno de los que iniciaron Mocedades, y, sus recuerdos, me emocionaron; tantas canciones inolvidables. Ellos son como un tesoro de nuestra verdadera memoria histórica, la que merece la pena ser recordada.
Un pueblo, una nación, abierto al mar está destinado a mirar a lo infinito y a enfrentarse con lo insondable desde la mayor sencillez. A percibir este mundo con la confianza de tocar la grandeza para la que hemos sido creados desde lo más cotidiano. Un pueblo abierto al mar, es un pueblo de poetas, de grandes soñadores y de conquistas de enamorados.


Vivir es otra cosa, porque es mirarse en otros ojos. Así, al percibir que tus ojos me velaban, nuevas e inquietantes sensaciones se apoderaron de mí. Nada, de cuanto hubiera ya visto, me pereció igual. Abriste aquellos, tus lindos ojos, y me colé en tu mundo. Un mundo de matices y de magnificencias que despertaron nuevos sentidos en mí, capaces de descubrir o de recrear otros mundos. Y… aquel: “Eres tú”; inundó mis oídos.
Fue como un soñar despierto o un volar sin alas. Transitar sobre las mismas cosas de siempre que ya eran otras. Vi, entonces, como la sencilla hierba se estiraba para alcanzar el primer efecto sintetizador de la mañana. Vi, sin rubor, el desperezarse de los pétalos y la multitud de colores que, al separarse, llenaban todo con una inimaginable armonía. Millones de unos puntos luminosos que parecían colmar de ojos los entresijos de las piedras. Sobre las que, un pequeño caracol, reptaba dejando algo de sí en el camino. Y, aunque pude, no quise pisar al escorpión. Desde entonces te busqué en todo; cuando estabas y cuando no.
Javier Peña Vázquez
Málaga
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