lunes, noviembre 22, 2010

Nota del padre Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede sobre las palabras del Santo Padre en el libro "Luz del mundo" sobre el uso del profiláctico

 
  "Al final del capítulo 11 del libro "Luz del mundo", el Papa responde a dos preguntas sobre la lucha contra el SIDA y el uso del preservativo, preguntas que se refieren a la discusión que siguió a algunas palabras que pronunció sobre el tema durante su viaje a África en 2009.
 
  El Papa reafirma claramente que en esa ocasión no quiso tomar  posición sobre el tema de los profilácticos en general, pero quiso afirmar con decisión que el problema del SIDA no puede resolverse sólo con la distribución de profilácticos, porque hay que hacer mucho más: prevenir , educar, ayudar, aconsejar, estar cerca de la gente, sea para que no caigan enfermos como cuando están enfermos.
 
  El Papa observa que incluso en ámbito no eclesial se ha llegado a una toma de conciencia similar, según se desprende de la teoría del llamado ABC (Abstinence-Be Faithful-Condon) en la que los dos primeros elementos (abstinencia y fidelidad) son mucho más cruciales y fundamentales para la lucha contra el SIDA, mientras que el profiláctico  está en último lugar como recurso, cuando faltan los otros dos. Por lo tanto, debe quedar claro que el profiláctico no es la solución al problema.
 
  El Papa amplía después su mirada, e insiste en el hecho de que concentrarse sólo en el preservativo equivale a banalizar la sexualidad, que pierde su significado como expresión de amor entre las personas y se vuelve como una "droga". La lucha contra la trivialización de la sexualidad forma parte "del gran esfuerzo para que la sexualidad se valore positivamente y ejerza su efecto positivo sobre el ser humano en su totalidad".
 
  A la luz de esta visión amplia y profunda de la sexualidad humana y de su problemática actual, el Papa reafirma que "naturalmente la Iglesia no considera que los profilácticos sean la solución auténtica y moral" del problema del SIDA.
 
  Con todo ello, el Papa no reforma ni cambia la enseñanza de la Iglesia, sino que la reafirma, colocándose en la  perspectiva del valor y la dignidad de la sexualidad humana como expresión de amor y responsabilidad.
 
  Al mismo tiempo, el Papa considera una situación excepcional en que el ejercicio de la sexualidad representa un riesgo real para la vida del otro. En este caso, el Papa no justifica moralmente el ejercicio desordenado de la sexualidad, pero cree que el uso del profiláctico para reducir el riesgo de contagio sea "un primer acto de responsabilidad", "un primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana", en vez de no utilizarlo exponiendo al otro a un riesgo para su vida.
 
  En este sentido, el razonamiento del Papa ciertamente no puede definirse como un  cambio revolucionario.
 
  Numerosos teólogos morales y notables personalidades eclesiásticas han sostenido y sostienen posiciones análogas; es cierto, sin embargo, que todavía no las habíamos escuchado con tanta claridad en boca del Papa, aunque haya sido de forma coloquial y no magisterial. 
 
  Por lo tanto, Benedicto XVI aporta con valor una contribución importante a la clarificación y profundización de una cuestión largamente debatida. Es una contribución original, porque por una parte confirma la lealtad a los principios morales y demuestra lucidez a la hora de rechazar un camino ilusorio como "la confianza en el preservativo"; por otra, pone de manifiesto una visión comprensiva y de amplias miras atenta a descubrir los pequeños pasos -aunque iniciales y todavía confusos- de una humanidad a menudo espiritual y culturalmente muy pobre, hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad".
VIS
 
Aragón Liberal
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