sábado, mayo 13, 2006

Reminiscencias deistas del ateismo contemporaneo.


Es muy difícil un diálogo serio cuando se niega la existencia del Espíritu Puro desde la concepción del ateo... y más si su discurso se desarrolla desde un planteamiento materialista, como es lo más lógico.

Intuir o definir aquello que se niega tiene el peligro de convertir al Espíritu Puro en una especie de hipogrifo o ser mitológico... mitad material y mitad espiritual... porque al afirmar que "el Espíritu puro no puede crear el Universo material porque entonces lo tendría dentro de sí como en un contenedor y, que por tanto, no necesitaría crear lo que ya existe"... es no distinguir las dos realidades que se dan en el propio ser humano... una finita y limitada a la ley de la materia y otra finita, también, pero abierta al infinito... insaciable, que es en la que reposa el entendimiento y la voluntad. Hemos de fijarnos en la parte insaciable del hombre, la que nos llevaría a sostener que el hombre es un ser también espiritual, pero de grado inferior.

Dios no es como nosotros. Y es más sencillo definir lo que no es de lo que es... no está compuesto de materia, su creación no es fabricación... y "crea el mundo sin mancharse las manos"... no entra al crear en la limitación del sucederse temporal.

Ya nuestros filósofos clásicos se dieron cuenta de que el tiempo tenía una parte común a todos los seres materiales... lo que nos permite medir un antes y después para todos... pero su vivencia del tiempo es diferente... y, en el caso de una acción espiritual, el sucederse es simplemente el paso de potencia a acto... es distinto... pero el tiempo implica un antes y después... un ser diferente antes de obrar o de conocer o de amar... y un ser que ha hecho, conoce o ama... en el caso del Espítiru Puro, ese obrar, conocer o amar no puede ser de nuestra misma manera. El debería ser un Acto Eterno... lleno de vida... pero su Vida es de otra manera. Y su acción en las criaturas en sólo en las criaturas... "sin mancharle las manos".

Estamos ante el modo de conocimiento de Dios desde la luz de la razón: se afirma lo que hay de perfecto en los seres creados... se niega toda la imperfección de lo que están impregnadas esas criaturas... y se llega a lo que se dice "vía de eminencia"... se dice que esa perfección en Dios es de otra manera... no es como la nuestra... ni se mancha las manos, ni lleva como los marsupiales una bolsa mágica, ni nada que podamos imaginar... si bien la imaginación nos permite acercarnos, desde fuera, a ese misterio.

Y, acabando, si bien "no se mancha las manos"... puede decirse que "sí se implica"... ya que la creación, tú y yo, somos una realidad... y ese implicarse es lo que hace a Dios un Ser cercano a la vida de los hombres. Nos crea y guía con su providencia... de modo natural supondría que Dios nos ha dado todo lo necesario para alcanzar el fin natural del hombre... y parte de esa "mochila básica" es la capacidad de conocerle, de vislumbrar donde está el bien y el mal (los tan famosos mandamientos).

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