viernes, junio 08, 2007

Una reflexión sobre el hombre la elección voluntaria del mal, que es posible.



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Los males que permite Dios son absolutos en cuando que son condenación para los empecinados en el mal. Ellos son una especie de "creación fallida" y sin embargo, en la armonía del conjunto, son las sombras del cuadro.

 

 

    Su mal muestra una propiedad divina: la justicia que juzga buenos y malos. No hubiese sido lo "mejor", pero el mundo no es el "mejor de los posibles" ya que si eso fuese "necesariamente así" implicaría una limitación "paradójica" de Dios. Él siempre, "potencialmente" pudo crear algo mejor que lo existente. Y además lo creado "no añade perfección al creador". No es Dios+creaturas, ni Dios-criaturas. La suma o la resta no le afecta a él sino a la criatura que suma o resta supervalores o infravalores.

La lógica del que se empecina en condenarse es sencilla. Yo soy el centro del mundo y Él tiene obligación de "salvarme", de hecho es "su oficio". Pero eso ¿no es subordinar a Dios hacia la criatura? Él al crear ha puesto en solfa todos los medios necesarios para que la criatura alcance su fin natural. Y al elevarnos a la vida de la gracia también el orden sobrenatural.

Pero el "empecinado" es un aprendiz de Dios, un opositor a un tipo de Dios tiránico. Sin saberlo su ídolo es Mordor. Todos los seres estarían al servicio de esa criatura que no reconoce al Creador su Soberanía y Poder. Para él Dios es malo porque no me salva a pesar de mis malas acciones. El "peca fortiter et ama fortiter" de la fe luterana ha sido sustituido por un "peca fortiter et odia fortiter". Su salvación es su propio proyecto definido por una Voluntad soberana, una voluntad creadora, una voluntad autosuficiente y autoredentora.

Todo esto lo puede decir sin "chistar", es el tiempo del "hombre" la vida terrena. Pero, al chistar Dios, al llamarlo a su Seno, el hombre no podrá menos que "ser lógico" e "inferir necesariamente bien" autoexcluyendose del goce de la vida con Dios al haber excluido el papel de Dios en la vida terrena. Un ¿universo condenado? Cada ser humano es una apuesta personal de Dios. Para el ser humano el sentido de "ese universo" está en su Amor, en el mismo Dios. Pero para Dios ese ser humano "querido por sí mismo" es "querido en su propia libertad" y "en su propia elección". Dios le ama con esa capacidad de ejercer bien o mal la libertad.

El ser humano condenado en el ejercicio de su libertad da "Misteriosamente" más gloria a Dios, desde la Justicia, que un hipotético ser humano no libre. Un hombre ante una especie de "robot" determinado. ¿Un robot merece algo?

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federico rodríguez de rivera

Aragón Liberal  frid

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