Blog de Libros 5.12.2007.Noticias de libros: La esperanza ante la dificultad. Spe Salvi.
Por: Federico Rodríguez
No voy a hacer una recensión de la última Encíclica del Papa Benedicto XVI, sin embargo sí que voy a comentar algunas reflexiones que me ha suscitado su lectura.
La esperanza ante la dificultad. Spe Salvi.
Un aspecto que me ha impresionado es el testimonio de los mártires, de los esclavos, de los perseguidos, de los vencidos en la guerra, y como último testimonio de esperanza ante el dolor, el de la Santísima Virgen al pié de la Cruz. Ella, reina de la esperanza, vio abrirse la redención del género humano al tiempo que una daga de dolor le atravesaba el Corazón.
Los esclavos de tiempo de los romanos enlazados con la Santa Josefina Bakhita, el desmoronarse del imperio romano y la visión de San Agustín, los campos de concnetración infernales originados por los paraisos marxistas en Rusia, China, Vietnam, Camboya, tienen detrás santos que vivieron su fe y su esperanza, que encontraron la fortaleza sobrenatural en las dificultades y propagaron ese mensaje a la humanidad.
¿Esperanza y dolor? Bien dice Benedicto XVI que el hombre necesita esperanzas con minúscula, que al lograrse le mantienen en camino, pero una vez satisfecho el objetivo, la vida sigue, las ánsias de felicidad y de paz continúan. Si son legítimas son "paradas en el camino". Pero la esperanza definitiva tiene que ver con la bondad del ser humano, con la paz, con la contemplación... y eso tiene una labor interior ineludible que hace el alma bella. Tanto Platón como la parábola del rico Epulón muestran gráficamente la belleza de un alma buena y la fealdad del alma del malvado aunque haya sido un hombre poderoso. La paz interior viene de esa luz que nos pone Dios en la inteligencia y que no podremos eludir.
¿Esperanza y paraísos? El drama de los paraísos es que hacen "buenas las estructuras" pero al hombre no le tocan, sigue con su necesidad de redención, de ser bueno, de obrar el bien. Los paraísos sin Dios ni siquiera son "estructuras humanas" y se han mostrado como verdaderos infiernos. Las sociedades que se construyen desde la justicia requieren que los hombres que la componen sean justos, lo contrario no se sostiene.
¿Esperanza y eternidad? Un recuerdo a San Josemaría Escrivá cuando afirma que "la redención se está haciendo cada día", eso es lo que me ha sugerido esa pregunta del Santo Padre. La sociedad se hace justa en cada generación. Podemos heredar valores materiales, no espirituales. La bondad "no es una herencia", es un logro personal en cada generación. Lo más que podemos tener es un sistema social que facilite la virtud, un ejemplo loable en nuestros mayores, pero la esperanza es personal y generacional.
¿Y la raíz última de la esperanza? Sólo Cristo Redentor, que asumió el dolor que com-padeció con nosotros, puede darnos la clave de la convivencia entre esperanza y dificultad, entre esperanza y transitoriedad de la vida.
¿Y qué esperamos? Sólo diré con San Pablo: "Ni ojo vió, ni oído oyó lo que Dios tiene preparado para los que le aman".
frid
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