domingo, mayo 31, 2009

La política de un solo hijo en China y la eliminación sistemática de las mujeres

De Population Research Institute

Por Steven W. Mosher

¿Se rebelarán por fin las feministas ante la imposición totalitaria del hijo único en China con la clara discriminación al sexo femenino?

Totalitarismo y "machismo" dos realidades silenciadas por la ideología de género y el progresismo. Infanticidios de la cultura de muerte.

Con mucho más hombres que mujeres, el desequilibrio poblacional en razón del sexo ya ha alcanzado proporciones épicas en China. Un nuevo estudio publicado en el British Medical Journal (BMJ) sugiere que el problema va a empeorar aún más.

El estudio, publicado el 10 de abril y dirigido por los investigadores Wei Xing Zhu, Li Lu, y Therese Hesketh, confirmó que los hombres superaron en número a las mujeres en todas las categorías de edad. En el referido estudio señalan que: "Para el 2005 en la población de menores de 20 años, los hombres superaban a las mujeres en más de 32 millones en China, y también en ese año los nacimientos de niños fueron 1.1 millones más que de niñas." (British Medical Journal 2009; 338:b1211).

Sin embargo, para aquellos que seguimos los acontecimientos de China, estos números no son totalmente sorprendentes. La política de un solo hijo ha estado en vigencia por tres décadas. Millones de parejas chinas, desesperadas por un hijo que los apoye en la vejez, han matado a sus niñas recién nacidas. Millones más han recurrido al aborto de sexo selectivo para apagar las vidas de niñas por nacer.

Lo que ha llamado la atención es que el problema parece estar aumentando. El estudio, basado en el censo del 2005, mostró que cuanto más joven es la edad del grupo estudiado, más predominaba el sexo masculino. El desequilibrio era mayor en el grupo de 1 a 4 años de edad. Sorprendentemente, había 126 niños por cada 100 niñas. Quiere decir, 5 niños por cada 4 niñas.
El mismo estudio muestra que: “Los ratios de sexo más altos (a favor de la población masculina) se vieron en provincias que permiten a los habitantes rurales un segundo hijo, si la primera es una niña”. Desde luego, esto sucede en aquellas provincias donde la preferencia por el hijo varón es mucho más fuerte. Esta flexibilidad de la política de un solo hijo en aquellas áreas buscaba reducir el infanticidio femenino. Sin embargo, ha alentado a las familias a creer que pueden tener no sólo un hijo varón, sino dos, abortando selectivamente a las niñas que puedan concebir. Como concluye el estudio, “El aborto selectivo por sexo explica casi en su totalidad el exceso de hombres.”

En cierta forma, no es difícil ver lo que esto significa para el futuro de China. Como en el juego de las sillitas, la música se acabó. Sólo que en este caso serán decenas de millones de hombres jóvenes en China quienes se quedarán sin su sillita matrimonial. Y todo este gran grupo poblacional estará obligado a permanecer en un estado poco natural de galán en búsqueda permanente de esposa. Para muchos de estos contrariados solteros a la fuerza, las alternativas para sus necesidades de pareja terminarán en la prostitución u homosexualidad. Otros de estos hombres “en exceso” buscarán un grupo familiar alternativo y se incrementarán las tasas de reclutamiento, tanto para el Ejército de Liberación Popular de China como para las bandas de delincuentes. El crimen, generalmente asociado a hombres sin lazos familiares, crecerá enormemente.

El estudio, por supuesto, se abstiene de criticar al Partido Comunista Chino, que es, a la larga, responsable de la política de un solo hijo. Después de todo, dos de los autores son chinos, y pueden estar sujetos a represalias. Pero el editorial del British Medical Journal que lo acompaña, no tiene ningún reparo en afirmar que:

“Aunque está bien definido que las preferencia de hijos es la causa de la más alta proporción de hombres que mujeres, esta elección por si misma no conduce directamente al alto ratio. La inclinación hacia los hijos hombres solamente puede repercutir en la proporción de sexo a través del amplio acceso a la tecnología del sexo selectivo (por ejemplo, la ecografía) y a una tasa de fertilidad baja (por elección o por coacción).” (BMJ 2009;338;b483)

Más claro imposible. El estado chino es responsable de la eliminación selectiva de las niñas al estar obligando a adoptar una bajísima tasa de natalidad en un contexto donde ahora la tecnología de la ecografía es sumamente disponible. Actualmente existen leyes que prohíben el empleo de las ecografías que determinan el sexo del niño por nacer, pero son ampliamente ignoradas.

La creciente desigualdad entre los sexos es también una incómoda realidad para los promotores del aborto como un derecho en Occidente. Fallaron clamorosamente al no darse cuenta que en Asia el derecho al aborto conduciría directamente a una matanza de inocentes niñas por nacer, por su larga tradición de preferir al hijo hombre.

El editorial del British Medical Journal continúa cuestionando la ortodoxia de control de población también. Escribe que “desde la década de los ´70s, antes que fuera impuesta la política, China experimentó un patrón cultural emergente de tener familias pequeñas, debido a los avances sociales y económicos. La disminución más dramática en la tasa de fertilidad ocurrió entre 1970 y 1979, de 5.9 a 2.9. Después que la política de un solo hijo fue presentada en 1979, la tasa cayó gradualmente, y desde 1995 esto se ha estabilizado alrededor 1.7. Por lo que se piensa que la tasa de fertilidad total de China hubiera disminuido de todas formas aún sin la política de un solo hijo. "

Por mucho tiempo he sostenido que la política de un solo hijo, además de ser una burda violación a los derechos humanos, fue demográficamente innecesaria. Las tasas de natalidad en China, a finales de los años setenta, ya estaban en picada. Incluso, sin la política de un solo hijo, hubieran seguido disminuyendo, probablemente cerca de los niveles actuales, como consecuencia de la urbanización, la industrialización, y los niveles crecientes de educación de China. Y esto habría pasado, como insinúa el editorial, sin las decenas de millones de abortos forzados y esterilizaciones que el Estado comunista chino viene imponiendo.

La solución obvia al creciente desequilibrio en los sexos es la de terminar con la política de un solo hijo. Quizá no se detenga el sexismo Confuciano tan desenfrenado en la cultura china, pero por lo menos eliminaríamos una de las razones por la que los chinos asesinan a sus niñas en grandes cantidades.

A los más comprometidos defensores del control de la población y a las feministas radicales, este sacrificio de tantas niñas no les importa en lo más mínimo. Ellos dicen que se debe reducir drásticamente el número de chinos para “salvar al mundo". Ningún programa con participación voluntaria de los usuarios los hubiera convencido de hacer el cambio tan radical ni tan rápido como para satisfacerlos. Por eso optaron y felicitaron la política de un solo hijo del gobierno chino. Incluso cuando Nafis Sadik ejercía el cargo de Directora Ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para Actividades en Población (UNFPA) propuso el modelo de control natal chino para todo el mundo.

Si esta matanza de tantas mujeres nacidas y por nacer produce alguna angustia en sus “hermanas” feministas radicales, lo que vemos a diario es que queda neutralizada por su compromiso con la agenda del derecho al aborto que le imponen aquellos que financian sus instituciones (en su mayoría hombres por supuesto). Nos queda la interrogante de saber si algún día se rebelarán frente a estas exigencias en un arranque de coherencia con el discurso de defensa de los derechos de las mujeres que les gusta presentar.

Y a pesar de toda esta evidencia, tanto financistas como financiadas, continúan alabando las políticas de control natal del gobierno chino.

Steven W. Mosher es el Presidente de Population Research Institute y autor de Population Control: Real Costs and Illusory Benefits (Transaction Books, 2008)

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