lunes, mayo 15, 2006

Razones para vivir... una necesidad social

El otro día leí un artículo que me impactó por su lógica, difícil de desmontar. La tesis que sostiene el articulista es "dejadlos vivir" y "dejad que les hagan morir"... aprueba la actitud del que, por motivos religiosos, decide vivir aceptando los sufrimientos de una larga enfermedad... y, al tiempo, da la razón al que, cansado de vivir decide acortar su vida y pide ayuda a otros para ello. Traslada toda la fuerza a la decisión personal, si bien señala que, para el primer caso, aparecen unos motivos religiosos que hacen sostener con especial fortaleza la lucha para mantener la vida.

Ese mismo día tuve una conversación con un profesor de colegio sobre lo que piensan los chavales hoy en día sobre el tema: la respuesta da también cierta luz... en general los chicos jóvenes van a lo inmediato, a lo que les apetece, y aceptan sin plantearse lo contrario que si uno quiere acabar su vida, para acabar con su sufrimiento... ¿por qué no?, ¿por qué se lo vamos a impedir?... el profesor me comentaba que, en el fondo, si esos chavales no tienen un horizonte transcendente en su vida... si no existe Dios... pues todo eso y más es posible... una vida de dolor perdería su sentido.

Si analizamos la cultura pagana, nos encontramos también con cierta exaltación al suicidio. Ha terminado la batalla, el rey se encuentra con sus capitanes a punto de caer en manos del enemigo, lo que supone la humillación, la esclavitud y, casi segura, la muerte... le pide al capitán de confianza que ponga su espada en tierra y se arroja a ella para morir antes de caer en manos de su enemigo... y es que una vida sin honor o esclavizado no es digna de ser vivida.

Otro caso lo encontramos en el empresario que ha quebrado... le va a sobrevenir la vergüenza, la ruina, la humillación... el caer en el estatus social. Un baldón irreparable. Ante ello una salida airosa... un disparo en la sien y una carta para la familia. ¿Salva su honor?... al menos no se encuentra con la vergüenza.

Otros casos más recientes, el suicidio ritual en la cultura japonesa, las órdenes de Hitler a Rommell para que se quitase la vida antes de caer en desgracia.

En todos estos casos el drama está claro... mi vida es mi honor, mi salud, mi riqueza, mi estatus social, mi libertad... una vez perdido ese valor ¿qué me queda?

Por eso no es una cuestión baladí la existencia de Dios y de un orden transcendente... que puede dar razón a una vida incluso en esclavitud, en pobreza y con enfermedades dolorosas, y humillados por la pérdida del honor... hay un modo de unir esos distintos dolores a la Cruz de Cristo y sacar de ahí grandes bienes... ¿pero si no se es cristiano?, ¿si no se tiene fe?... es necesario encontrar un sentido a la vida, aún en esas circunstancias.

La clave meramente humana estaría en lo que todavía puedo hacer, en el tesoro que tengo en mis manos para hacer el bien a mi alrededor... esa actitud de generosidad resolvería parte de los problemas... da razón para la vida al margen de las riquezas y del estatus social... ¿o es que sólo tiene sentido la vida de los ricos?

Sin embargo... lo más duro es encontrar una razón para vivir en el dolor, para no acortar la vida en la enfermedad y la vejez.... otra cosa es la aceptación de la muerte y el evitar alargar artificialmente y con métodos desproporcionados una existencia que se agota... hay que saber aceptar la muerte ¿como una liberación?... ahí se vuelve a topar con el sentido de la trascendencia... si voy al encuentro con Dios, y tengo bien cargada mi mochila de obras buenas... es, ciertamente, un gran momento... ¿en caso contrario? ¿en el caso de la duda?

Ahí sólo me queda un argumento... el de la seguridad jurídica. El suicidio es un acto irreparable, sin vuelta atrás... luego no se puede legislar de cualquier manera.

Pero, es que además, el legislar a favor de la asistencia al suicidío fomentaría, y lo está fomentando inseguridad de los enfermos en los sistemas sanitarios, en las residencias de ancianos, en los hogares de personas con minusvalías, en los casos de tener interés de heredar una fortuna... porque no parece razonable que los mismos lugares donde se cuida la vida administren la muerte.

Por eso lo más seguro es mantener la condena legal a la asistencia al suicidio, no inmiscuir al Estado en ese comercio tremendo... y analizar con serenidad los actos concretos en los que la pasión o el sentimiento omnubilaron la razón y llevaron a los amigos o familiares a decidir sobre la vida de otro... esto último después de una seria investigación de las causas del asesinato... no vaya a ser que se llegue a trivializar el "arsénico por compasión".

Tengamos en cuenta que de esa decisión no cabe, una vez tomada, la vuelta atrás... y profundicemos, sobre todo, en dar razones para vivir... de hecho la ciencia ha avanzado muchísimo en las técnicas paliativas del dolor, y la psiquiatría y la psicología pueden utilizarse para luchar contra el desánimo... dando grandes o pequeñas razones para seguir viviendo.

Lo que está claro, como me comenta un amigo... es que la sociedad tiene mucho que avanzar y atender uno de sus grandes retos: que nadie se sienta solo; que se valore la riqueza que cada uno puede desarrollar con las acciones de su propia vida (por muy limitada que esa); que se valore como un tesoro al anciano; que sepamos dar cariño a los que conviven con nosotros... y, de todos modos... que siempre la calidad de via pasa primero por la premisa fundamental: estar vivo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído el artículo y me parece bien. Los argumentos de Federico son aceptables pero quizá un poco "externos".
Aporto las siguientes sugerencias:
1º) Desmontar ese "dejadles vivir, dejadles morir" que parece ser el fundamento del artículo comentado. Como se ve es un argumento falaz pues no se trata de un simple "dejar hacer" cuanto de realizar una acción positiva (por comisión o por omisión), en definitiva matar. Pienso que esto constituye el meollo del asunto y lo que permite diferenciar entre un saludable y ético "dejar obrar a la naturaleza" (cuando ya están perdidas las esperanzas de curación y no se somete al enfermo terminal a intervenciones médicas extraordinarias), y la intervención positiva que tiene por objeto poner fin a la vida del enfermo.
2º) También me parecería conveniente dar respuesta a los ejemplos de suicidio aducidos." En todos estos casos el drama está claro... mi vida es mi honor, mi salud, mi riqueza, mi estatus social, mi libertad... una vez perdido ese valor ¿qué me queda?". Quizá se podría decir algo como, que sin entrar a juzgar la conciencia de un suicida, pues muchos de ellos se encuentran en tal estado de postración anímica que no son totalmente dueños de sus actos, lo que se manifiesta en su actitud es una irresponsabilidad y cobardía para arrostrar las consecuencias de sus actos. A los hombres hay que tomarles en serio y si respetamos su libertad hay que "respetarles" también su responsabilidad (con su pais, con su familia, con su empresa, etc...)y no justificar "esa escapada" que constituye el suicidio.
3º) Un ultimo punto, que no voy a desarrollar, es que dada la naturaleza social del hombre, la vida no es un bien exclusivamente "personal" del que uno pueda disponer arbitrariamente, sino que es también un bien para el resto de la sociedad y no se puede disponer de él.
Y esto es lo que puedo decir.
J.M.

frid dijo...

Agradezco las observaciones, si bien mi interés es forzar el "choque" ante lo que significa el fracaso del pedir que a uno lo maten, porque ha perdido las razones para vivir. No juzgo tampoco al suicida, porque la desesperación y la depresión pueden estar ahí. Juzgo a los "comparsas", a los que le incitan al suicidio presentándoselo como una liberación, y es porque no saben amarle, mostrarle lo importante que es para ellos esa vida.
Otra cuestión es la toma de analségicos para el dolor, aunque acorten la vida; o el prescindir de medios fuera de orden para mantener la vida a todo precio.