martes, marzo 18, 2008

PURIFICAR NUESTRO CORAZON PARA PODER RECONOCER A DIOS



Caminamos por la Semana Santa. El Domingo de Ramos nos leyeron la Pasión del Señor... y comenzamos con esa lectura el camino a través de las calles de nuestra ciudad siguiendo los pasos. Zaragoza: Cuarenta cofradías, con más de 1.000 cofrades de media cada una. Eso es mucha gente y "mucha oración".


Jesús... no te dejamos sólo. Ayúdanos. Y ahora pasamos a considerar las palabras del Santo Padre:

CIUDAD DEL VATICANO, 16 MAR 2008 (VIS).-A las 9,30 de hoy, el Papa presidió en la Plaza de San Pedro la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, con que inicia la Semana Santa. Benedicto XVI bendijo las palmas y los olivos y, al terminar la procesión desde el obelisco hasta el altar, en la que le acompañaron cardenales, obispos y 270 jóvenes, celebró la Eucaristía.

Participaron en la misa 50.000 personas, la mayoría jóvenes de Roma y de otras diócesis, con motivo de la celebración diocesana de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, sobre el tema: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos", como preludio de la que se celebrará en Sydney (Australia) del 15 al 20 de julio de 2008.

En la homilía, Benedicto XVI comentó el Evangelio de hoy sobre la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que al llegar al Templo encuentra a los comerciantes de animales y agentes de cambio "que ocupaban con sus negocios el lugar de oración".

El Papa dijo que "todo esto debe hacernos reflexionar hoy a nosotros como cristianos: ¿es nuestra fe lo suficientemente pura y abierta, de forma que a partir de ella aun los "paganos", las personas que buscan respuestas y plantean preguntas, puedan intuir la luz del único Dios, unirse en los atrios de la fe a nuestra oración y con sus preguntas llegar a ser también ellos adoradores?".

"¿La conciencia de que la avidez es idolatría -continuó preguntándose-, llega también a nuestro corazón y a nuestra forma de vivir? ¿No permitimos, quizá, que los ídolos entren de distintas formas en el mundo de nuestra fe? ¿Estamos dispuestos a dejarnos purificar constantemente por el Señor, permitiéndole que expulse de nosotros y de la Iglesia todo lo que sea contrario a Él?".

El Santo Padre recordó que "Dios mismo ocupa el lugar en el que se ofrecían los sacrificios cruentos y se vendían los alimentos. Sólo "el amor hasta el final", el amor que por los seres humanos se da totalmente a Dios, es el verdadero culto, el verdadero sacrificio".

"Al comercio de los animales y a los negocios con dinero, Jesús contrapone su bondad sanadora. Ésta es la verdadera purificación del templo. Él no viene como destructor; no viene con la espada del revolucionario. Viene con el don de la curación", subrayó.

Jesús "se dedica a aquellos que, debido a su enfermedad, son empujados a los extremos de su vida y al margen de la sociedad. Jesús muestra a Dios como el que ama y su poder como el poder del amor. Así, nos dice lo que forma parte para siempre del justo culto de Dios: curar, servir, la bondad que sana".

Tras recordar posteriormente que fueron los niños los que aclamaron a Jesús en la entrada triunfal en Jerusalén, el Papa subrayó que "El mismo, que abraza el mundo entero, se hizo pequeño para salir a nuestro encuentro, para encaminarnos hacia Dios".

"Para reconocer a Dios debemos abandonar la soberbia que nos ciega, que quiere alejarnos de Dios como si fuese nuestro antagonista. Para encontrar a Dios hay que ser capaces de ver con su corazón. Debemos aprender a ver con un corazón joven, que no es obstaculizado por prejuicios y no está ofuscado por intereses".

Benedicto XVI concluyó animando a los presentes a unirse "a la procesión de los jóvenes de entonces, una procesión que atraviesa toda la historia. Junto con los jóvenes de todo el mundo vayamos al encuentro de Jesús. Dejémonos guiar hacia Dios, para aprender de El mismo el modo justo de ser hombres".



VIS 080317 (620)

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