lunes, noviembre 19, 2007

Benedicto XVI da algunas claves ante los dramas naturales.

Aragón Liberal.-  19.11.2007. Ante de miles de feligreses reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus Dominical, el Papa Benedicto XVI rechazó los "recurrentes mesianismos" que una y otra vez anuncian como inminente el fin del mundo y explicó que "la historia sigue su curso, y comporta también dramas humanos y calamidades naturales".






Benedicto XVI durante el Ángelus de hoy

.- Ante de miles de feligreses reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus Dominical, el Papa Benedicto XVI rechazó los "recurrentes mesianismos" que una y otra vez anuncian como inminente el fin del mundo y explicó que "la historia sigue su curso, y comporta también dramas humanos y calamidades naturales".


Al reflexionar sobre la lectura del evangelio de este Domingo, el Santo Padre recordó que, desde su inicio, la Iglesia "vive en la atención orante de su Señor, escrutando los signos de los tiempos y manteniendo en guardia a los fieles de los recurrentes mesianismos, que de cuando en cuando anuncian como inminente el fin del mundo".


"En realidad, –precisó el Pontífice– la historia tiene que seguir su curso, que comporta también dramas humanos y calamidades naturales. En ella se desarrolla un diseño de salvación a la cual Cristo ya ha dado cumplimiento en su encarnación, muerte y resurrección. Este misterio la Iglesia continúa anunciándolo y actuándolo con la predicación, con la celebración de los sacramentos y el testimonio de la caridad".


Ante estos episodios, "no temamos el porvenir", dijo el Papa, quien instó a los feligreses a acoger "la invitación de Cristo de enfrentar los eventos cotidianos fiándose de su amor".


Antídoto contra el nihilismo: fe y caridad


Finalmente, Benedicto XVI resaltó el ejemplo de caridad de las personas consagradas, especialmente a los que "se han retirado en contemplación en los monasterios de clausura" y a quienes la Iglesia dedica una Jornada especial el próximo 21 de noviembre.


Los monasterios, señaló, son  "oasis espirituales" que indican que Dios y su amor inescrutable son la última razón por la cual vale la pena vivir.


"La fe que opera en la caridad es el verdadero antídoto contra la mentalidad nihilista, que en nuestra época va siempre extendiendo más su influjo en el mundo", resaltó

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