jueves, julio 12, 2007

Error en las prioridades. Es hora de que Busch regrese a a sus raíces en favor de la Vida. Lo agradecerán siempre los vivos.

Error en las prioridades. Es hora de que Busch regrese a a sus raíces en favor de la Vida. Lo agradecerán siempre los vivos.
Population Research Institute. Boletín nº 26

Colin Mason

No hay duda de que Bush es suficientemente conservador cuando los temas de moralidad tradicional son afectados, Sin embargo, Bush no ha sido tan tenaz defensor de la vida como lo fue el presidente Reagan.


El Presidente George Bush ha hecho mucho bien al movimiento pro-vida. Los nombramientos judiciales, especialmente en la Corte Suprema, han consolidado la causa a favor de la vida. Ha hecho mucho bien con su promesa de vetar cualquier legislación anti-vida y no dudamos de que continúe haciéndolo. Por lo general Bush presta atención cuando los líderes reconocidamente pro-vida, como el Congresista Chris Smith y el Senador Sam Brownback, se pronuncian. No hay duda de que Bush es lo suficientemente conservador cuando los temas de moralidad tradicional son afectados.

Pero a medida que el tiempo de su mandato se va acabando, nos hacemos la pregunta: ¿Bush ha hecho todo lo que se podría esperar a favor de la causa pro-vida?

Ronald Reagan, con quien comparan a todos los presidentes modernos, tenía la habilidad de inspirar a la gente. El “gran comunicador” forjó lo que ahora se conoce como la “coalición Reagan” –una alianza de pensamiento tradicionalista formado por Republicanos y Demócratas, quienes se unieron en parte por la causa a favor de la vida. Actualmente, esta coalición se ha dividido por los asuntos de la guerra, la inmigración y el propio rol del gobierno. Los asuntos relacionados a la vida han perdido protagonismo e importancia, convirtiéndose en los grandes perdedores.

Después de que el ataque terrorista del 11 de Septiembre estremeciera a los Estados Unidos y al mundo, Bush respondió rápida y firmemente en Afganistán. Los estadounidenses estaban unidos en el esfuerzo de luchar contra el terrorismo, incluso a pesar de las diferencias partidarias y filosóficas. Los índices de aprobación del presidente Bush eran altísimos cuando él decidió, con el apoyo del Congreso, ocupar Irak.

No obstante, esta acción ha sido la más costosa, prolongada y la que mayor división trajo al interior de EE.UU. que cualquier otra acción emprendida por Bush en sus seis años como presidente. Con la amplia desaprobación internacional, la carencia de metas o plazos claramente definidos y la continua condena de parte de líderes religiosos, la guerra ha estigmatizado la presidencia de Bush. El resto, como dicen, será olvidado por la historia.

La coalición Reagan se ha dividido principalmente en los asuntos de la guerra y la inmigración. Los asuntos relacionados a la vida han sido los grandes perdedores.

Sin importar cuál pueda ser nuestra opinión sobre esta guerra (que por cierto ha durado más que la Segunda Guerra Mundial) el hecho es que este asunto ha distraído a la nación de su deber principal, que no es otra cosa que proteger las vidas de todos los norteamericanos, tanto de los nacidos como de los que están por nacer. La fuerte unidad conservadora que Bush usufructuó para lograr su victoria electoral en el 2001, ya no existe. Algo mucho más importante y decisivo para nuestra causa es que las mayorías pro-vida que una vez reinaron en la Cámara de Representantes y en el Senado han desaparecido. Ahora nuestra lucha consiste en resistir cuánto sea posible contra los esfuerzos de la mayoría pro-aborto para que no se pierdan las victorias a favor de la vida logradas bajo el gobierno del presidente Reagan hace veinte años.

El asunto de la inmigración también ha dividido a los conservadores en lo social. El proyecto de ley de la inmigración, después de haber recibido la desaprobación de la mayoría de los miembros del propio partido de Bush, ha causado tal división que ha terminado en un Congreso controlado por los Demócratas. La mayoría de los americanos, incluyendo la mayoría de los conservadores en lo social, simplemente desean ver seguridad en las fronteras y que las leyes existentes mantengan la situación así. Una vez logrado esto, ya sin la presión por el asunto de la inmigración ilegal, los norteamericanos podrán decidir qué hacer con los que ya están dentro de su país.

Mi objetivo no es criticar la política de inmigración de Bush, pero si precisar que esta lucha ha dividido también a los conservadores en lo social, que se caracterizan por ser profundamente cumplidores de la ley.

El New York Times, que es incansablemente hostil a nuestra causa, está por demás encantado con el giro que han tomado los acontecimientos. Uno casi puede oír las risitas burlonas mientras escriben su editorial: “El apoyo del presidente Bush a la revisión del tema de la inmigración y sus ataques contra quienes critican su plan están provocando un agudo e inusual contragolpe hacia los conservadores que forman el baluarte de su respaldo con el que todavía cuenta, dividiendo su base y poniendo al descubierto las facciones dentro de un partido cuya unidad ha sido la envidia de los demócratas.” Incluso Peggy Noonan, un católico incondicional, conservador pro-vida, ha llamado a buscar la paz con Bush, escribiendo en las páginas de Wall Street Journal que: “lo que los conservadores y republicanos deben reconocer es que la Casa Blanca ha roto relaciones con ellos.”

Para que lo dicho anteriormente no sea visto como declaraciones partidarias, déjeme decir que el Partido Republicano no es la panacea para todos los males de Norteamérica. Pero a la vez, es el único partido político principal que ha hecho de la defensa de la vida su más importante “plataforma” de trabajo, un gran legado a su favor, iniciado por Ronald Reagan y los activistas pro-vida de 1980.

Sin embargo, Bush no ha sido tan fuerte defensor de la vida como lo fue el presidente Reagan. La plataforma oficial del partido Republicano afirma que: “el niño no nacido tiene un derecho individual fundamental a la vida, que no puede ser infringido. . . Nos oponemos a usar ingresos públicos para el aborto y no financiaremos organizaciones que lo promuevan”. En contraste, Bush afirmó durante su debate presidencial con Al Gore que: “He fijado la meta que cada niño nacido y no nacido debe ser protegido. Pero reconozco [que muchos] no necesariamente están de acuerdo con este propósito. La gente aprecia a alguien que fija un estilo, un estilo que valore la vida, pero que a la vez reconozca que hay gente que discrepa con ello.” Incluso esa limitada meta propuesta por Bush, en nuestra opinión, no se ha alcanzado. Bush no ha utilizado con eficacia el cargo que ocupa para intentar cambiar los corazones y las mentes de los estadounidenses sobre este asunto. Ha estado demasiado ocupado usando su condición de presidente para defender sus políticas en Irak y lo relacionado a la inmigración.

Si bien Bush ha hecho algún bien a la causa pro-vida, entramos al siguiente ciclo electoral con la base pro-vida y pro-familia de un partido republicano desmoralizado y confundido por las políticas del Presidente. La coalición debe volver a cohesionarse, y rápidamente, si queremos llevar la causa de la vida a su cumplir con su propósito fundamental: La protección de cada vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.

Colin Mason es el Director para la Producción de Comunicaciones del PRI

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