miércoles, septiembre 26, 2007

LA FUERZA DE LA POBREZA


LA FUERZA DE LA POBREZA


La pobreza no es algo deseable, ni un bien en sí misma. Es, sin embargo, el mejor de los instrumentos para la humanización de las realidades temporales. Una gran oportunidad para hacer un mundo mejor. La pobreza, además de una situación, es una actitud como ahora veremos.


El hombre sensato pedía a Dios lo justo para vivir: <<Ni mucho que haga que te olvide, ni poco que llegue a desesperar y te maldiga>>. La pobreza es disponer de lo estricto o de algo menos de lo necesario y no debe confundirse con la miseria, situaciones de hambre y desamparo que nadie debería sufrir. A algunos, los más, nos toca pedir al que tiene y ejercitar la humildad y la sinceridad, a otros les toca administrar bienes y ejercitarse en la justicia y en la generosidad.


Tanto si hablamos de bienes públicos, como de privados, no es admisible decir que no son de nadie, porque tienen un titular privado o público; siempre al servicio de la humanidad, respetando las leyes. Unas leyes justas que no pueden ser amañadas para amoldarse a los intereses de quien ostente el poder.


Recordemos a uno de los primeros israelitas, José; él era el hijo preferido de Jacob/Israel. Quién, primero sufrió las iras de unos envidiosos e irresponsables hermanos y, después, padeció la cautividad, la esclavitud y la pobreza. Pero, no se aprovechó de una coyuntura favorable, metiéndose en cama ajena, y fue víctima de la difamación de la ofendida. Su premio, finalmente, llegó y fue enorme. La fidelidad a su conciencia, le trajo honores no esperados y la administración de todos los bienes de Egipto. Administró bienes para todo el pueblo, con justicia y rectitud, y recuperó el cariño de su familia por el perdón y la paz.


Si el Hijo del Hombre no tenía donde reclinar su cabeza y ésta es la fe cristiana, no fue por falta de previsión, sino porque con Su vida orienta las nuestras y nos alerta en no poner el corazón en los bienes perdurables.


Los bienes están al servicio del hombre y no al contrario, así que debemos encontrar la manera de que todos alcancemos lo preciso para vivir. Ese "pan de cada día" que pedimos en el Padrenuestro, en especial para los más desfavorecidos. Un pan que no es, exclusivamente, el alimento corporal y que debemos administrar con nuestras mejores disposiciones y capacidades. Sin olvidar que "tiene más y es más dueño de sí, quién menos necesita", de tal modo que, un aparente mal, se convierte en "bienaventuranza".


Hay ya muchas organizaciones, creadas con este propósito, que precisan de tu ayuda y de la mía; personas que han entendido lo que es caridad y amor. Esta es la sabiduría y la fuerza de la pobreza.


Javier Peña Vázquez * Málaga



 

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