CIUDAD DEL VATICANO, 3 SEP 2008 (VIS).-El Papa se desplazó esta mañana al Vaticano para la audiencia general, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI. Continuando con el ciclo de catequesis dedicado a San Pablo, Benedicto XVI se centró hoy en la conversión del Apóstol de las Gentes.
El Santo Padre recordó que “precisamente, camino de Damasco, en los primeros años 30 del siglo I y tras un período de persecución de la Iglesia, se verificó el momento decisivo de la vida de Pablo”.
Para entender qué le sucedió al apóstol mientras se dirigía a Damasco, “tenemos dos tipos de fuentes”, dijo el Papa. “La primera y más popular son los tres relatos de san Lucas en los Hechos de los Apóstoles, en los que narra lo acaecido”. Sin embargo, continuó, los detalles a los que hace referencia el evangelista -la luz del cielo, la caída a tierra, la ceguera-, “se refieren al centro del acontecimiento: Cristo Resucitado aparece como una luz espléndida que habla a Saulo, transforma su pensamiento, su misma vida. (...) El centro de la narración de San Lucas es este encuentro con Cristo que cambió profundamente la vida de San Pablo y en este sentido se puede y de debe hablar realmente de una conversión”.
Benedicto XVI afirmó que “el segundo tipo de fuente son las mismas cartas de San Pablo”, el cual “nunca habló sobre los detalles de este evento, porque quizá pensaba que todos conocían su historia esencial, todos sabían que se había transformado de perseguidor en apóstol ferviente de Cristo, fruto no de una propia reflexión, sino de un evento fuerte, un encuentro con el Resucitado”.
El Papa subrayó que en algunos de sus escritos, el Apóstol de las Gentes pone de relieve “que la aparición del Resucitado -de la que también él es un verdadero testigo- es el fundamento de su apostolado (...) de su nueva vida”.
“San Pablo -continuó Benedicto XVI- no designó sin embargo este evento como una conversión. ¿Por qué? Existen muchas hipótesis, pero creo que el motivo es muy claro: esta transformación de su vida no fue fruto de un proceso psicológico, de una maduración o una evolución intelectual y moral (...) sino fruto del encuentro con Cristo Jesús (...) Esta renovación de Pablo no se puede explicar de otro modo; los análisis psicológicos no pueden aclarar y resolver el problema; solo el evento, el encuentro fuerte con Cristo, es la clave para entender qué sucedió”.
El Santo Padre señaló que para nosotros, el cristianismo “no es una nueva filosofía, una nueva moral; solo somos cristianos si encontramos a Cristo, aunque no se muestre a nosotros de ese modo irresistible y luminoso como a Pablo para hacerlo apóstol de todas las gentes. Pero también podemos encontrar a Cristo en la lectura de la Sagrada Escritura, en la oración, en la vida litúrgica de la Iglesia, tocar el corazón de Cristo y sentir que Cristo toca nuestro corazón. Y solo en esta relación personal con Cristo, solo en este encuentro con el Resucitado, somos realmente cristianos”.
VIS 080903 (540)
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