El ser humano desarrolla su vida con unas pautas de conducta. Las pautas le dan seguiridad. Normalmente no las pone en duda, confía que la tradición. Sirvieron a mis padres, a mí también me serán útiles. Es una verdad pacíficamente poseída.
En algún momento la vida, los amigos, las propias circunstancias personales, hacen que uno reflexione, que se le "caiga el cielo encima", e incluso que ponga en duda esa escala de valores. Ya no le vale sólo la verdad recibida. Muchas veces el hecho que lo causa es algo que no se puede resolver con las pautas de conducta recibidas. Ese problema no está solucionado por sí solo, no es teórico, es "mi problema" y requiere una asunción voluntaria y responsable. Soy yo el que "se jeuga el tipo".
La muerte próxima o la desaparición de un pariente, una crisis afectiva o económica son algunas de las razones de la reflexión. Mi actitud ¿responde, hay un para qué o un por qué que valgan la pena? Se ha hecho una brecha entre las pautas de conducta y la realidad. Y, normalmente, no hemos tenido tiempo para prepararnos, ni tendremos mucho tiempo para resolver el problema.
Es el momento en el que nos damos cuenta de que lo pacíficamente poseído no está interiorizado adecuadamente. Lo hago porque los otros lo hacen, pero no es mía la razón ni del pensar ni del obrar. Soy un mero reflejo de la voluntad de otros.
Entiendo que la metafísica implica un volver al fundamento de nuestra razón de ser y obrar, a fundamentar primero nuestra existencia. Somos el problema principal de nosotros mismos. Y encontraremos que no nos resolvemos solos, la relación, el amor, la vida alrededor, la maravilla del mundo creado nos hablan de los otros y de Dios. La duda práctica del por qué concluirá en la afirmación intelectual, derivada del esfuerzo intelectual, de la evidencia racional de verdades eternas hasta ahora pacíficamente asumidas.
Algo me dice que el ser cristiano da mayor tranquilidad en ese recorrido, lo hacemos acompañados de nuestro Padre Dios, de los Santos y de nuestro Ángel Custodio, que nos guía para que no tropecemos en el camino". Pero todos pueden llegar a esas verdades eternas de orden natural de las que hablamos.
Y, desde ese momento, las verdades pacíficamente asumidas pasarán, gracias a la Metafísica, a verdades pacíficamente poseídas, lo que no significa que sean "pacíficamente vividas". Algunos por esas verdades se jugaron la vida.
frid
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