CIUDAD DEL VATICANO, 22 OCT 2008 (VIS).-Benedicto XVI retomó en la audiencia general de los miércoles la catequesis sobre San Pablo, centrándose esta vez en la enseñanza del Apóstol de las gentes sobre la "centralidad de Cristo resucitado en el misterio de la salvación". La audiencia, celebrada en la Plaza de San Pedro, contó con la presencia de 17.000 personas.
Para Pablo, explicó el Papa, Cristo "es el principio para entender el mundo y encontrar el camino de la historia". El apóstol de las gentes, prosiguió el Santo Padre, "no se preocupó de narrar los hechos aislados de la vida de Jesús", pues "su intento pastoral y teológico encaminado a la edificación de las comunidades nacientes se concentraba todo en el anuncio de Jesucristo como Señor vivo y presente "ahora en medio de los suyos".
La característica esencial de la cristología paulina, dijo Benedicto XVI, además del anuncio de Jesús "vivo", es sobre todo "el anuncio de la realidad central, (...) la muerte y la resurrección de Jesús como culminación de su existencia terrenal y como raíz del desarrollo sucesivo de toda la fe cristiana, de toda la realidad de la Iglesia. Para el apóstol, la Resurrección no es un hecho aislado, separado de la muerte: el Resucitado es siempre el Crucificado".
"El apóstol contempla fascinado el secreto escondido en el crucificado-resucitado y a través de los sufrimientos de Cristo en su humanidad se remonta a la existencia eterna donde Cristo es uno sólo con el Padre". Pero para entender el pensamiento de Pablo tanto sobre "la pre-existencia como sobre (...) la encarnación de Cristo", hace falta conocer "algunos textos del Antiguo Testamento que resaltan el papel de la Sabiduría anterior a la creación del mundo, (...) como los que hablan de la Sabiduría creada".
"Esos mismos textos (...) hablan también del descenso de la Sabiduría que puso su tienda entre nosotros", como una prefiguración "de la tienda de carne" citada por San Juan en su Evangelio. "Pero ese descenso de la Sabiduría (...) implica la posibilidad de que sea rechazada" y San Pablo aclara que "Cristo, al igual que la Sabiduría, puede ser rechazado, sobre todo por los que dominan este mundo, de forma que en los planes de Dios se puede crear una situación paradójica por la que (...) la Cruz (...) se transformará en camino de salvación para todo el género humano".
En la Epístola a los Filipenses, Pablo "desarrolla ulteriormente esta idea de la Sabiduría que desciende para ser exaltada no obstante el rechazo. (...) El gesto del Hijo de Dios es contrario a la soberbia; es un gesto de humildad que es realización del amor. El amor es divino, por eso a ese gesto de descenso, de humildad radical que contrasta la soberbia humana y expresa realmente el amor divino, sigue la elevación al cielo a la que Dios nos lleva".
En las cartas a los Colosenses y a los Efesios, Cristo es calificado como "primogénito" y esto significa, subrayó el Papa, que "el primero entre tantos hijos (...) bajó para hacernos hermanos suyos".
Por último, en la Epístola a los Efesios, el apóstol aborda "el plan divino de la salvación" cuando dice que "en Cristo Dios quiso recapitular todas las cosas. (...) Cristo nos asume y nos lleva a Dios implicándonos en su movimiento de descenso y ascensión, invitándonos a participar en su humildad, es decir, en su amor al prójimo, y de esa forma, en su glorificación".
VIS 081022 (580)
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