Todos tenemos una gran curiosidad por lo que hay detrás de la muerte. Ese velo es motivo de inquietud, de curiosidad o de esperanza. Y todos nos preguntamos si alguna vez se ha descorrido ese velo y se nos ha mostrado alguna realidad del más allá.
Es evidente que San Pablo estaba bien convencido de que ese velo lo había descorrido Cristo. Es Él el primero que nos habla después de su muerte y resurrección. Y es tal la fuerza de ese hecho que "si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe y seríamos los más infelices de todos los hombres" (Primera carta de San Pablo a los Corintios, 15) Y es uno de los contenidos principales de nuestra fe católica.
También creemos que la Virgen María está en cuerpo y alma en los cielos. Era posible para Dios que es su Hijo y la tradición cristiana es unánime en ese sentir, definido como de fe para los cristianos. Pero las apariciones de la Virgen siendo ciertas, no son del contenido necesario de la fe, no forman parte de ese depósito revelado... si bien negarlas o negar los efectos sorprendentes y milagrosos que se producen por la intercesión de María podría ser más bien una verdadera estupidez.
Además tenemos la experiencia cotidiana de "pequeños favores" debidos a la intercesión de los ángeles y de los santos. Muchos Tobías andamos sueltos por la vida que le debemos a nuestro "Rafael" particular pequeños y no tan pequeños favores. Para nuestros ojos llenos de fe son evidentes, pero para los demás... no vamos a generar polémica... les diremos como a Natanael "ven y verás".
Esas experiencias se añaden a otras debidas a las acciones de personajes más turbios, los demonios. El satanismo está en boga hoy en día, y eso no es sólo una sugestión. Hay muchas religiones primitivas que quisieron ganarse el favor de los demonios, y muchas explicaciones de la realidad del mal que "divinizaron" al señor del mal y de la mentira. No es algo agradable entrar en ese tema... pero muestran también la realidad de un mundo espiritual poderoso que, sin embargo, sólo puede hacer lo que Dios permite... y Dios permite lo que no impide nuestra libertad en la elección y en la prueba.
Desde los primeros tiempos Satán tienta a las "evas" del mundo y a los "adanes"... y los hombres, "una vez comido el fruto del árbol prohibido" nos empeñamos con todas nuestras fuerzas en hacer que los demás coman. Y ahí están haciendo el papel luciferino muchos grupos que promueven la lucha de clases, el aborto, la ideología de género, los edonismos, los fundamentalismos, la corrupción de menores y todo tipo de desordenes.
Pero de los mortales que han muerto y están bien muertos... ¿qué experiencia tenemos?
Saúl buscó el oráculo de Samuel y bien que lo tuvo y además un castigo divino por ese buscar atajos sobre el futuro. Los espiritistas lo intentan y logran, en mi opinión, lo que Chesterton que tuvo alguna experiencia, dice que llegan a invocar a los demonios.
Yo sólo creo que los mortales bien muertos que se hacen sentir son los que están en el lado de los buenos: de ahí la devoción a las almas del Purgatorio y a los Santos, en especial a los santos familiares.
Y esas acciones de los santos en favor de nosotros, algunas milagrosas, son una manifestación de un más allá esperanzado, que siembra bien. En ese sentido he leído varios milagros atribuídos a San Josemaría Escribá, al que tengo devoción, pero también hay muchos santos muy milagreros.
En definitiva, ciertamente tenemos experiencias del más allá, experiencias íntimas, difícilmente comunicables.... y, salvo que nos vayamos por el lado luciferino, son todas manifestaciones del cuidado divino sobre sus criaturas, de la providencia divina.
En esas manifestaciones destacan como signos para toda la Humanidad las especiales apariciones de nuestro Señor y de su Madre... pero como signos para cada uno de los cristianos de a pié, los pequeños favores o "grandes" obtenidos de las manos de Dios o de la intercesión de la Virgen, los Santos o los Ángeles.
Es evidente que San Pablo estaba bien convencido de que ese velo lo había descorrido Cristo. Es Él el primero que nos habla después de su muerte y resurrección. Y es tal la fuerza de ese hecho que "si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe y seríamos los más infelices de todos los hombres" (Primera carta de San Pablo a los Corintios, 15) Y es uno de los contenidos principales de nuestra fe católica.
También creemos que la Virgen María está en cuerpo y alma en los cielos. Era posible para Dios que es su Hijo y la tradición cristiana es unánime en ese sentir, definido como de fe para los cristianos. Pero las apariciones de la Virgen siendo ciertas, no son del contenido necesario de la fe, no forman parte de ese depósito revelado... si bien negarlas o negar los efectos sorprendentes y milagrosos que se producen por la intercesión de María podría ser más bien una verdadera estupidez.
Además tenemos la experiencia cotidiana de "pequeños favores" debidos a la intercesión de los ángeles y de los santos. Muchos Tobías andamos sueltos por la vida que le debemos a nuestro "Rafael" particular pequeños y no tan pequeños favores. Para nuestros ojos llenos de fe son evidentes, pero para los demás... no vamos a generar polémica... les diremos como a Natanael "ven y verás".
Esas experiencias se añaden a otras debidas a las acciones de personajes más turbios, los demonios. El satanismo está en boga hoy en día, y eso no es sólo una sugestión. Hay muchas religiones primitivas que quisieron ganarse el favor de los demonios, y muchas explicaciones de la realidad del mal que "divinizaron" al señor del mal y de la mentira. No es algo agradable entrar en ese tema... pero muestran también la realidad de un mundo espiritual poderoso que, sin embargo, sólo puede hacer lo que Dios permite... y Dios permite lo que no impide nuestra libertad en la elección y en la prueba.
Desde los primeros tiempos Satán tienta a las "evas" del mundo y a los "adanes"... y los hombres, "una vez comido el fruto del árbol prohibido" nos empeñamos con todas nuestras fuerzas en hacer que los demás coman. Y ahí están haciendo el papel luciferino muchos grupos que promueven la lucha de clases, el aborto, la ideología de género, los edonismos, los fundamentalismos, la corrupción de menores y todo tipo de desordenes.
Pero de los mortales que han muerto y están bien muertos... ¿qué experiencia tenemos?
Saúl buscó el oráculo de Samuel y bien que lo tuvo y además un castigo divino por ese buscar atajos sobre el futuro. Los espiritistas lo intentan y logran, en mi opinión, lo que Chesterton que tuvo alguna experiencia, dice que llegan a invocar a los demonios.
Yo sólo creo que los mortales bien muertos que se hacen sentir son los que están en el lado de los buenos: de ahí la devoción a las almas del Purgatorio y a los Santos, en especial a los santos familiares.
Y esas acciones de los santos en favor de nosotros, algunas milagrosas, son una manifestación de un más allá esperanzado, que siembra bien. En ese sentido he leído varios milagros atribuídos a San Josemaría Escribá, al que tengo devoción, pero también hay muchos santos muy milagreros.
En definitiva, ciertamente tenemos experiencias del más allá, experiencias íntimas, difícilmente comunicables.... y, salvo que nos vayamos por el lado luciferino, son todas manifestaciones del cuidado divino sobre sus criaturas, de la providencia divina.
En esas manifestaciones destacan como signos para toda la Humanidad las especiales apariciones de nuestro Señor y de su Madre... pero como signos para cada uno de los cristianos de a pié, los pequeños favores o "grandes" obtenidos de las manos de Dios o de la intercesión de la Virgen, los Santos o los Ángeles.
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