lunes, enero 28, 2008

Escatología (VIII) Un consuelo. Hay Juicio.

El hombre está clamando justicia, y siempre en esta tierra. Los pobres claman ante los ricos, los trabajadores ante sus empleadores, los hijos ante los padres, y todo en una cadena interminable.

Pero cuando llega el momento de que nos apliquen los mismos criterios, cuando por influencias hemos logrado unos privilegios o una posición... allí se termina nuestra petición de justicia.

Clamamos justicia pero podríamos decir que "imploramos" las ventajas de los otros. Queremos ser el rico, el dueño, el padre... queremos poder determinar "lo que es justo".

Por eso, los que han perdido la voz en reclamar justicia en esta tierra, sólo anuncian para la vida futura misericordia. Ahí, en el lugar donde todas las cartas se juegan a la vista, donde estamos en la presencia de Alguien al que no engatusamos, no estamos nada seguros y preferimos "salvarlos a todos" antes de arriesgarnos a ser sólo nosotros condenados.

Pero lo tremendo del juicio post mortem es que ni presiones sindicales, ni mentiras, ni influencias, no dossieres bien guardados, ni dineros... sirven para cambiar la realidad que se juzga.

Dicen algunos que el juicio particular es cosa de dos. Uno que expone y Dios que mira... y las falsas teorías, las falsas escusas... se caen una tras otra. En un instante nosotros mismos le diremos que le hemos amado o le hemos odiado.

La misericordia se quedó en la puerta e hizo con muchos milagros... pero el empecinado en desaprovecharla ha pasado el dintel y no hay vuelta atrás.

Dice el CIC (n0 1022): Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Cc de Lyon: DS 857-858; Cc de Florencia: DS 1304-1306; Cc de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Benedicto XII: DS 1000-1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Benedicto XII: DS 1002).

En ese juicio los pocos completamente limpios irán a ver a Dios, los muchos con manchas y defectos pasarán por el Purgatorio... y otros ¿muchos o pocos? que se empecinaron en el mal, irán a la eterna condenación.

Y habrá justicia, algo que hemos clamado sin saber muy bien si pedíamos justicia o privilegios. Pero ahí sólo justicia, y justicia divina.

Y esa justicia respetará nuestra última decisión libérrima. Y la seguirá respetando por los siglos de los siglos.

frid

No hay comentarios: