ACTUALIDAD
VIDA / Fernando Pascual
- Superar la ideología pro aborto
Hay ideas o principios sociales que valen en sí mismos, aunque algunos no los acepten. Uno de ellos es el respeto a la vida.
ANÁLISIS
ENCÍCLICA SPE SALVI / Jesús María Delgado
- Afianzar la fe en la esperanza
¿Habrá alguien que de verdad crea en los Reyes Magos? Esta reseña, a modo de pinceladas y trazos muy suaves, busca presentar las líneas fundamentales de la reciente Encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza) de Su Santidad Benedicto XVI.
ENTREVISTA
Yoinfluyo.com / Jorge Enrique Mújica
- Entrevista a Fernando Sánchez Argomedo, Presidente y fundador del famoso portal internacional yoinfluyo.com
OPINIÓN
ÉTICA / Fernando Pascual
- Negocio y ética, ¿dos líneas paralelas?
Algunos piensan que negocios y ética, que economía y valores, son líneas paralelas. Quizá están cerca, quizá se conocen mutuamente. Pero no se tocan: nunca llegan a establecer puentes y relaciones de diálogo y de colaboración.
IGLESIA / Ignacio Martín
- También Lloran
El 31 de enero de 2008 me he dado cuenta de una faceta de su personalidad humana y de su corazón sacerdotal, que jamás imaginé: los legionarios de Cristo también lloran. Pero lloran de una manera distinta, pues hasta cuando lloran, son felices y tú también aprendes a llorar de otra manera.
MORAL / Fernando Pascual
- Materialismo y dignidad humana
Si sólo se admite la existencia de lo material, si sólo tiene valor lo que es medible por la ciencia empírica con sus aparatos de precisión, ¿qué queda de la dignidad humana?
REFLEXIÓN
VIDA / Jorge Enrique Mújica
- 14 de febrero, día del ser humano
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STAFF
Superar la ideología pro aborto
Fernando Pascual
fpa@arcol.org
En las discusiones sobre el aborto hay pasión y hay argumentos. A veces más lo primero que lo segundo. No nos puede dejar indiferente el que una mujer, una madre, sufra tanto ante un embarazo, se encuentre sola, tal vez presionada, y decida, por sí misma o por miedos, terminar con todo, acceder a un aborto.
En estas discusiones no falta quien acuse a los enemigos del aborto de usar su “ideología” para imponer su punto de vista a toda la sociedad. En esta acusación hay dos aspectos importantes.
Primero, un desprecio hacia la noción de ideología, una palabra no siempre bien traducida, pero que podríamos entender como un modo de pensar particular que puede llevar a imposiciones sociales excesivas.
Segundo, un considerar la defensa de los niños no nacidos como algo ideológico.
Si analizamos bien estos dos aspectos, podemos estar de acuerdo en que nadie puede imponer su “ideología” (sus ideas personales) a toda la sociedad. Habrá quien piense que sólo la religión X es verdadera, pero imponer esta afirmación a los demás es un abuso que a veces llamamos “ideológico”. Ninguna convicción profunda puede ser impuesta por la fuerza a nadie, a no ser... A no ser que alguna convicción implique el defender un derecho humano fundamental.
Expliquemos un poco esta “excepción”. Hay ideas o principios sociales que valen en sí mismos, aunque algunos no los acepten. Uno de ellos es el respeto a la vida.
Afirmar que la vida de cualquier ciudadano merece protección legal no significa imponer una ideología a toda la sociedad, sino proponer un principio que vale siempre, incluso cuando un pueblo, en un momento de locura colectiva, decide eliminar a grupos de personas indefensas. La caza de brujas en algunos lugares del planeta llegó a ser, por desgracia, algo “popular”, pero sumamente injusto, por ir contra un principio fundamental de justicia que nos recuerda: hay que respetar la vida de todo ser humano inocente.
Algo parecido podemos decir sobre el aborto: ir contra el aborto no es imponer una ideología, un punto de vista particular, privado o religioso, a toda la sociedad. Se trata, más bien, de defender un principio fundamental de convivencia humana: cualquier vida humana merece ser protegida, apoyada, asistida, independientemente de su raza, de su sexo, de su tamaño, de si ha nacido o si todavía se encuentra en el seno materno.
Si se nos permite un paso ulterior, tendremos que reconocer que hay “ideología” no cuando alguien defiende la vida del no nacido, sino cuando alguien defiende la “libertad” del aborto. Esta reflexión ha sido ofrecida por Martin Rhonheimer en un libro publicado hace varios años y traducido recientemente al castellano (Ética de la procreación, Rialp, Madrid 2004).
Rhonheimer observa que en cada aborto entran en conflicto dos proyectos de vida: uno, el de personas adultas, conscientes, más o menos libres (por desgracia, a veces se obliga a abortar a chicas con grandes deficiencias mentales o de psicología débil). Otro, el de un embrión o un feto que camina hacia la madurez, que podrá vivir unos días, meses o años si nadie impide su desarrollo normal.
Está claro que el embrión, el feto, no puede hacer casi nada para “defender” su vida. Ejecuta una serie de actos más o menos instintivos en el útero para proteger su existencia, para alimentarse, para mantener una “simbiosis” más o menos correcta con su madre, para preparar el momento del parto. Pero nada más. La madre, o quienes pueden ejercer sobre ella presiones de diverso tipo, goza de mayor libertad; en muchos lugares, puede, por motivos ideológicos, desear el que su hijo no vea la luz, no llegue al día del nacimiento.
¿Cuáles pueden ser los motivos ideológicos por los cuales un adulto empieza a desear la muerte de un embrión o de un feto? Pueden ser de tipo laboral, o de estudios, o de descanso, o de “fama”, o de vergüenza, o de planificación familiar, o de falta de espacio en el hogar, o de falta de dinero, o de miedo a amenazas externas, o de “eugenismo” (eliminar a los hijos con defectos).
La lista puede ser larga. Todos esos motivos se basan en una idea fundamental que, como afirma Rhonheimer, es usada de modo ideológico: vale más la vida de un ser humano capaz de autodeterminación, dotado de libertad reconocida a nivel social, que no la vida de otro ser humano que todavía no puede tomar decisiones y que vive escondido en el seno de su madre.
Si logramos hacer ver la injusticia de esta ideología que defienden los grupos pro-aborto, será más fácil dar nuevos pasos en favor del respeto y del apoyo que merece toda mujer que inicia y que lleva adelante un embarazo. Cerca de su corazón, dentro de sus entrañas, ha iniciado una existencia humana, la existencia de un hijo o de una hija.
El mundo será más justo y más humano si logramos que cada existencia humana, también cuando inicia a vivir, encuentra un ambiente en el que se respete el primer principio de la convivencia humana: la defensa y protección de la vida de cualquier ser humano, sin discriminaciones.
El respeto, desde luego, será mucho más fuerte si se basa en el amor. Por desgracia, no siempre hay amor, y nadie puede exigir “legalmente” a una mujer que ame a su hijo no nacido (ni a su hijo ya nacido). Pero la sociedad está llamada, al menos, a buscar caminos para que ningún embrión no amado sea destruido por medio del aborto. Quizá podrá ser dado en adopción, o cuidado en algún centro destinado a niños huérfanos.
Ojalá, y eso será siempre lo mejor, ese hijo pueda ser amado por aquella mujer que tanto ha hecho por él al acogerlo en sus entrañas y al ofrecerle un apoyo para que siga adelante en la vida. Ese amor será el mejor regalo que pueda darle, pues permitirá a ese hijo decir un día, con gratitud, ¡gracias, mamá, por acogerme y, sobre todo, por amarme!
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Afianzar la fe en la esperanza
Jesús María Delgado
equipogama@arcol.org
¿Habrá alguien que de verdad crea en los Reyes Magos? Esta reseña, a modo de pinceladas y trazos muy suaves, busca presentar las líneas fundamentales de la reciente Encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza) de Su Santidad Benedicto XVI.
Mi objetivo no es otro que el de animar a buscar en ella nuevos trazos para su propia esperanza, a recrearse en cada número como ese niño pequeño que se levanta diligentemente cada seis de enero para descubrir, con alegría, entusiasmo, y auténtica felicidad, los regalos que sus Majestades de Oriente dejaron a los pies de su cama.
Y precisamente este es el regalo formidable que nos trae la Encíclica ya desde la breve introducción y que nos marca la línea general de nuestro cuadro de esperanza: la esperanza de la salvación no es un dato o un supuesto; es una realidad. Dicho con otras palabras: el regalo de reyes que el niño espera alcanzar no es ficticio, ilusorio, o un simple sueño que no va más allá de una carta escrita sobre el papel mojado del pesimismo o llena de tinta corrida en un buzón sin destinatario. El niño está tocando y viendo sus regalos.
Así pues, la salvación, muerte de nuestros pesares, dudas y tristezas, afirma el Papa, es real. Se hace real en la esperanza, es decir, se hace presente en esos regalos que de hecho ha recibido nuestro pequeño gran infante: el tren, la bicicleta, el libro, el oso de peluche: “El presente se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (SpS, 1)
¿Mereció la pena escribir la carta a los Reyes Magos? Respondemos afirmativa y rotundamente porque es verdadero el regalo que esperamos. Así, la primera de las dos partes de la encíclica constituye una demostración, por momentos árida, pero asequible, del fundamento real de nuestra fe y de nuestra esperanza. Esperanza cuyo objeto es la salvación que tiene su cumplimiento en el cielo, en la vida eterna a través de la persona de Cristo, Redentor de la humanidad.
Con el Nuevo Testamento en la mano y después de equiparar el término fe al término esperanza, el Papa repasa la esencia de esta virtud teologal y sus características afirmando que “solo cuando el futuro es cierto se hace llevadero el presente” (SpS, 2). Volviendo a nuestra imagen, podríamos decir que sólo porque el niño está seguro de recibir los regalos, es capaz de soportar los días que transcurren entre el día que echó la carta en el buzón y el ansiado día de Epifanía (su misma vida).
Pero claro, esto supone conocer qué es aquello que espero recibir el día de Reyes. Es necesario cuestionarse, como lo hace el Papa desde los números diez hasta el doce, qué es la vida eterna, objeto de nuestras esperanzas. Y, sin temores, después de un amplio y denso recorrido filosófico y teológico, muestra la felicidad, como el único regalo que merece la pena esperar.
¿No creen que este panorama es un fiel reflejo de la sociedad actual? Efectivamente, muchos ya no escriben su carta a Reyes, o porque alguna vez no les trajeran aquello que pidieron, o porque algún adulto despistado y embaucador les engañara diciendo que los tales Magos eran otras personas o por cualquier otro motivo. Y dejaron de creer. ¿No será porque no saben qué es la esperanza y que sigue existiendo?
Si volvemos a ser niños, auténticos niños, podremos disfrutar ya desde ahora, en forma diversa, ese gran regalo, no de Reyes, sino del Rey de Reyes: Cristo mismo en la eternidad. Para descubrir cómo se ha desarrollado este planteamiento, invito repasar foto a foto los números dieciséis al veintitrés.
Después presenta la verdadera fisonomía de la esperanza: (hasta el número treinta y uno): Cristo es nuestra esperanza, nuestra felicidad y solamente lo puede ser Él, pues una esperanza sin Dios como fundamento, no es esperanza. Cierran esta primera parte unos números sobre las consecuencias prácticas de la esperanza y un resumen magistral de todo el cuadro dibujado hasta el momento.
La segunda parte, breve y más comprensible, dibuja cuatro estelas –escuelas las llama el Papa- donde se aprende y se ejercita la esperanza (Cfr. SpS, 32-49): La oración, el actuar de cada día junto al sufrimiento y, en último lugar, el juicio.
El inocente niño debe enfrentarse todos los años a la oración, para pedir a los Reyes que le traigan sus regalos, al actuar de todos los días, es decir, a esas obras buenas, ese buen comportamiento que lo hará digno merecedor del premio, aunque le cueste sacrificio, renuncia, dolor. Y también a ese juicio, emitido para definir si me hago acreedor o no del regalo. El broche de oro no podía no ponerlo María, estrella de la esperanza.
Espero que este análisis sea objeto de benevolencia cuando se constate que esta reseña resultó ser incompleta y que no fue presentada con todo el rigor que una encíclica merece. Confieso que no era mi propósito; sólo quise compartir mi propio acercamiento personal al documento, para mi sorpresa, lleno de incontables regalos y descubrimientos pero que me ha permitido renovar mi fe y mi esperanza. He vuelto a creer en los Reyes Magos, he afianzado mi fe en la esperanza que nos salva: Cristo.
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Entrevista realizada a Fernando Sánchez Argomedo, Presidente y fundador de yoinfluyo.com
México, D.F., 9 de Febrero de 2008
Jorge Enrique Mújica: Yoinfluyo.com ha logrado constituirse como un punto de referencia en temas de la actualidad mexicana e internacional. Periodistas del calibre de Eulogio López, director de Hispanidad.com en España, suelen ofrecer comentarios de elogios hacia el trabajo que se vienen realizando a través de su portal. ¿Cuál es el origen de yoinfluyo.com, cuáles sus propósitos y dónde cree que radican las claves de su éxito y pronto posicionamiento en un mercado tan competido como el periodismo en Internet? Fernando Sánchez Argomedo: Primero que nada es para nosotros un gran elogio el que seamos considerados así, por usted Jorge y sin duda por un periodista como Eulogio, son comentarios inmerecidos, sin embargo importantes por que justamente ese hecho de ser referencia es uno de nuestros objetivos fundacionales.
Si nos hemos constituido como referencia se debe esencialmente a dos elementos fundamentales.
El primer elemento son las personas; comenzando con aquellas que colaboran en el medio y que nos mandan con frecuencia sus artículos y extraordinarias aportaciones; los miembros de nuestro Comité Editorial que con su atinada visión, consejo y también aportación nos dan una extraordinaria solidez en la agenda y en los contenidos; por último y no por ellos menos importantes, quienes colaboran directamente en la elaboración cotidiana y hacen el trabajo de selección, edición diseño y la tecnología necesaria. Las instituciones y las empresas no son nada sin las personas que siempre son el alma y le esencia.
El segundo elemento son los principios. El tener claros los principios que nos inspiran nos ha ido permitiendo consolidar una propuesta editorial bien diferenciada que nos ayuda a ir pescando cada día mas lectores que tienen la oportunidad de encontrar algo “nuevo” e inspirador, sobre todo frente a la pobre propuesta de los actuales medios tradicionales que buscan como objetivo primordial y a veces único la rentabilidad financiera. Para estos medios la utilidad tiene como objetivo tener más, para nosotros es parte de ese círculo virtuoso del tener para poder hacer más y con ello ser más.
¿Cuáles son esos principios? El principio fundacional, que yo llamaría también rector, es la solidaridad. Nosotros estamos convencidos de que la vocación de un medio de comunicación es brindar contenidos a la sociedad para que ésta sea cada día mejor. No podemos brindarle a la sociedad sólo contenidos orientados a distraerse, gastar su tiempo y mucho menos verlos como una masa rentable generadora de rating.
La sociedad está formada por personas humanas dotadas de dignidad; la única forma en que una sociedad puede ser mejor es procurando el bien común. ¿Cómo? Haciendo cosas que ayuden a mejorar nuestro entorno para vivir cada día mas dignamente y eso implica tener clara la conciencia de que para que yo pueda vivir mejor los demás también deben vivir mejor.
Esa conciencia social implica ver en el otro uno como yo, al ver a la otra persona como otro yo (ponerme en su lugar) se despierta algo que está impreso en nuestra naturaleza que implica una acción concreta y un hábito de hacer algo por los demás, esa acción concreta es la solidaridad que por esto mismo se convierte en una virtud humana y en una virtud social.
Como medio queremos incidir en el corazón y en la mente de las personas para que vivan el hábito de la solidaridad que con su ejercicio se convertirá en virtud.
Los demás principios son aquellos que le dan estructura a nuestro mensaje y que forman parte de lo que somos y hacemos: el compromiso con la verdad, no de palabra sino de hecho; la fortaleza manifestada con más claridad en la constancia que nos permite dar un servicio diario a nuestros lectores; la amistad manifestada en la hospitalidad. Cada persona que entra, lee o nos hace comentarios respecto a nuestro medio será atendida como se merece, es decir, como persona. De esta forma atendemos de forma personalizada a cada ser humano que se interesa en yoinfluyo.com. La creatividad para presentar siempre la mejor cara a quienes nos atienden, haciendo cosas nueva y de forma diferente y en innovación constante. No puedo dejar de lado la pasión que nos lleva a dejar el alma en cada decisión y el trabajo diario.
Eso es lo que somos y nuestro origen se da en la reflexión que un día dos personas hicimos -Rosa Martha Abascal y un servidor- sobre la necesidad de hacer algo por la sociedad utilizando un medio que nos permitiera seguir con nuestras labores personales y vocación tanto de madre de familia como, en mi caso, profesionista. Para esto el Internet fue el mejor camino. Hoy después de casi 5 años y con una estructura consolidada vemos que Internet se presenta como la mejor oportunidad para que la sociedad influya.
Jorge Enrique Mújica: En medio de una sociedad que bajo el pretexto del pluralismo y la tolerancia se olvidan de la verdad, yoinfluyo.com la pondera como principio basilar de su código de ética. Yoinfluyo.com no es sólo un portal de análisis de tendencias, cuenta con un cuadro completo de periodistas, escritores y profesionales de la comunicación de procedencias diversas. ¿Cómo conseguir ese respeto a la verdad en un cuadro tan amplio de colaboradores que también están en el peligro latente de interpretar subjetivamente la verdad? ¿Aún es posible comunicar la verdad en el periodismo digital? Fernando Sánchez Argomedo: Nosotros creemos que el periodismo y la comunicación seria y profesional no pueden olvidar la fuente, es decir, no puede hacer la realidad a un lado. Esto se manifiesta en el hecho de que como medio tenemos ese compromiso y lo consolidamos a través de nuestro mensaje dado semanalmente en nuestras editoriales y nuestras investigaciones.
En este sentido, nuestra misma propuesta de valor anteriormente expresada y manifestada con claridad en nuestra filosofía, provocan, gracias a Dios, que como imán se vaya creando una comunidad que comparte los mismos valores y que tiene la misma necesidad de comunicarlos.
No puedo negar que nos hemos equivocado, pero siempre que lo hemos hecho hemos corregido y ofrecido disculpas. Nunca con el afán de lograr mas “rating” haremos a un lado la verdad, pues estaríamos renunciando a nuestros principios, a nuestra propuesta de valor, a nuestro diferenciador, y con esto dejaríamos de existir.
No sólo es posible comunicar la verdad, es fundamental comunicar lo que millones quisieran comunicar y que otros tantos millones más quieren escuchar. Me viene a la mente un hombre que vive en Cuba y que no puede acceder a nuestra página por Internet, pero si puede recibir nuestros correos que solo tienen un resumen del artículo. Ese gran personaje que vive en Cuba quiere leer a los que hablan sobre lo bueno y por ello nos pide semanalmente que le mandemos los artículos vía correo electrónico. Con esto quiero decir que no sólo es posible sino que es indispensable.
Jorge Enrique Mújica: Actualmente se informa de lo que se dice pero –creo yo– no del sentido que tiene lo que se ha dicho. El periodismo tenía, tradicionalmente, una doble función: la de dar las noticias y la de explicarlas. ¿Qué hace yoinfluyo.com? Fernando Sánchez Argomedo: Dada nuestra capacidad actual, en yoinfluyo.com estamos esencialmente orientados a hacer un periodismo de opinión, es decir, nuestro trabajo consiste más en explicar lo que sucede y ayudar al lector a entender por qué sucede para que tenga criterio y sepa vivir la participación social entendiendo lo porqués de los acontecimientos. No se puede vivir la solidaridad si no entendemos que hay necesitados y mucho menos si no sabemos cuales son sus carencias. Tampoco se puede buscar el bien común si no nos entendemos y nos reconocemos como personas con dignidad. Jorge Enrique Mújica: Sin ser un portal confesional, sus posturas coinciden y comulgan con el Magisterio de la Iglesia católica. Hoy por hoy se tacha de “radicales”, “medievales”, “inquisidores” o “intolerantes” a quienes comulgan con esas posiciones. Desde su perspectiva, ¿puede la Iglesia ofrecer algo al periodismo laico? ¿La laicidad puede ser enriquecida por la religión? ¿Hay un periodismo laico? Fernando Sánchez Argomedo: Efectivamente nuestros principios emanan de los principios que recoge y difunde la Doctrina Social Católica. ¿Por qué?, por la simple y sencilla razón de que esos principios no son más que la reflexión sobre la naturaleza y la dignidad humana.
Nosotros estamos convencidos de que la verdad sobre el ser humano está impreso en nuestra naturaleza, está grabado en nuestro corazón y en lo que somos. Hablar sobre la verdad del ser humano es hablar sobre su naturaleza y en esto vamos a coincidir no solo con lo principios de la Doctrina de la Iglesia Católica sino con los principios de cualquier religión y persona que no se cierren a reconocer esa verdad.
Sí debe haber un periodismo laico, entendido como aquel periodismo que pretende explicar los acontecimientos humanos y temporales tratando de entender las razones, los contextos, la luz de las motivaciones humanas.
En este mismo sentido la Iglesia católica aporta mucho al periodismo laico por que le da profundidad al conocimiento del hombre y le permite entender las razones mas allá de lo que nuestros sentidos ven.
Efectivamente nos han llamado así y he de decir que muchos de esos que nos han calificado de esta forma e incluso han enviado un correo insultante, después de recibir nuestra cálida y amable respuesta y sin necesariamente estar totalmente de acuerdo con lo que publicamos nos siguen leyendo y agradecen la retroalimentación respetuosa e incluso llegan a pedir disculpas por haber agredido.
Juan Pablo II magno decía que la verdad no se impone, la verdad se da a conocer y se impone por sí misma. Yo creo que eso es lo que con el tiempo irá permitiendo que mas personas de buena voluntad se sumen a este proyecto de comunicación.
Jorge Enrique Mújica: Poco a poco han ido incorporando nuevos recursos a yoinfluyo. No hace todavía un año que toda la imagen del portal fue rediseñada –ciertamente para bien– y la inclusión de multimedias como la televisión digital o sus diferentes servicios les hacen un portal del todo atractivo. ¿Hacia dónde camina yoinfluyo.com? Fernando Sánchez Argomedo: Cuando describía nuestros principios y/o filosofía, hablaba de la creatividad y la constancia. Tenemos el firme propósito de hacer de este un medio de comunicación de gran relevancia y tenemos una visión de largo plazo que nos ubica entre las mejores propuestas de comunicación de habla hispana.
Eso no se puede lograr de forma estática y sin recursos. Para lograr esto necesitamos innovar mejorar, ser atractivos con nuestra propuesta de valor, explotar el potencial de Internet para que tengamos cada día más adeptos los cuales se convierten también en un nicho sumamente atractivo para las empresas y anunciantes.
Como lo explicaba, tener más nos permitirá hacer más para consolidar mejor nuestra propuesta de valor, es decir ser más. Sin duda este círculo virtuoso lo comenzamos en el ser, que nos permitió hacer y con ello tener. Hoy únicamente toca seguir haciendo girar ese círculo de virtud para competir en las grandes ligas.
Yoinfluyo.com es un medio en constante movimiento. En este sentido hay todavía mucho más por ver en la evolución, una evolución que sin duda se dará más fuerte en la vivencia de los valores y los principios que nos inspiran y que son también fuente de inspiración de las grandes empresas.
Jorge Enrique Mújica: Yoinfluyo.com es un portal que, entre otras cosas, busca fomentar la participación ciudadana. En España hay dos portales que van en esta misma línea (Hazte oír y e-cristians) mientras que en Chile la plataforma “Muévete Chile”, también con portal de internet muy en la línea del tuyo, realizan acciones concretas que van más allá de la denuncia. ¿De qué modo actúa yoinfluyo.com? ¿Qué actividades han realizado? ¿Han logrado hacer presión a grupos políticos que atentan contra los valores de la sociedad mexicana? De hecho, en números cuántos visitantes tiene el portal y cuántos suscritos al boletín gratuito. Fernando Sánchez Argomedo: Definitivamente extraordinarias propuestas en Internet. En particular en nuestros inicios Hazte Oír tuvo mucho que ver como parte de la inspiración de nuestro trabajo. Yo creo que la principal diferencia, que está más en las formas, radica en nuestra experiencia a la hora de tratar de replicar Hazte Oír en México.
La participación social en nuestro país, y nos parece que no sólo en el nuestro, carece muchas veces de la información y el criterio necesario para la actuación. Aunque en yoinfluyo.com no hemos dejado a un lado la plataforma para participar mediante firmas electrónicas si hemos apuntalado más a la información para la acción.
La sociedad no participa porque no sabe qué le afecta y qué no le afecta; por tanto, el debate se vuelve una batalla esencialmente ideológica entre grupos organizados y gobiernos. Sin embargo nosotros pensamos que la participación social requiere de una conciencia ciudadana formada e informada. Desafortunadamente la mayoría de los medios de comunicación desinforman y deforman.
Por eso hemos considerado como paso esencial para la participación social la comunicación. Ahora, esa comunicación debe ser de tal forma atractiva, breve, clara y contundente como para competir con muchísima otra información que es basura, pero que se presenta muy atractiva. Pareciera que elegimos el camino fácil, pero sin duda esta competencia cada día nos implica retos más arduos.
Se habla de que las personas que están a favor de la vida son radicales. Eso surge del mensaje que la mayoría de los medios transmiten que es antivida. Existen muy pocas agendas de medios que comuniquen sobre el valor de la vida, es obvio que cuando surge algún ataque contra la vida quienes atienden a otros medios piensen que estos son radicales y están fuera de lugar.
Hace no muy poco había quienes nos criticaban que cada semana tratamos temas a favor de la vida, precisamente es parte de nuestra agenda. Quienes nos leen entenderán con mayor claridad por qué una nueva ley es anti-vida, ya con esta conciencia su participación se hace mas sólida y contundente.
Creo que hablar sobre nuestras propias glorias no es algo que nos guste. Sin duda nos hace falta mucho más para lograr ejercer una verdadera influencia social. Gracias a Dios contamos con muchos testimoniales de personas que han visto en este medio una luz para actuar, hemos tenido campañas de firmas exitosas. Pero lo más importante es que estamos consolidando una comunidad que construye con una visión de largo plazo. Yoinfluyo.com no transformará la sociedad, lo harán las personas mediante un cambio cultural y eso sabemos muy bien que lleva años. Nuestra tarea es ser fuertes y constantes y no renunciar a los principios y filosofía que son los que nos dan sentido.
Actualmente hay 84 mil suscriptores a nuestro único envío de correo electrónico que se manda diario y 350 mil accesos mensuales a nuestros contenidos. Todavía muy poco para lo que queremos hacer, pero en sólido y constante crecimiento.
Jorge Enrique Mújica: ¿Por qué temas como líderes, familia, cultura y política son los que principalmente se abordan en yoinfluyo? ¿Por qué esos y no otros? Fernando Sánchez Argomedo: Hemos comenzado con estos temas porque son esencialmente lo que más nos piden nuestros lectores, pero también son los que más se acercan a nuestra vocación de comunicación.
La familia célula básica de toda sociedad en donde se forma a los nuevos ciudadanos y por tanto cuna de la solidaridad y de la esencia del conocimiento de la naturaleza humana. Líderes, porque son los agentes reactivos de la participación social. Cultura, porque solo entendiendo de dónde venimos y a dónde vamos, lo que hacemos por lo que somos es como podremos actuar de mejor forma. Y política por que los seres humanos modernos vivimos en sociedades organizadas llamadas Estados que tienen reglas que rigen su comportamiento; esas reglas las hacemos todos pero nos siempre van en orden al bien común y el respeto a la naturaleza y dignidad humana. Por esto es importante tener una lectura clara de los acontecimientos políticos, intereses y motivaciones de quienes hacen o influyen dentro del Estado. Hoy, y cada día más, también en las reglas que rigen más los destinos de toda la comunidad humana entendiendo lo que ahora llamamos la aldea global, mundialización o globalización.
Jorge Enrique Mújica: Una pregunta obligada ante el reciente mensaje de Benedicto XVI para la jornada mundial de las comunicaciones sociales. En el número 5 del mensaje, el Papa afirma que “la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social”. ¿Qué piensas?
Fernando Sánchez Argomedo: Que no hubo mayor satisfacción que haberlo leído, y que esa justamente es la vocación a la que yoinfluyo.com pretende responder.
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Negocios y ética, ¿dos líneas paralelas?
Fernando Pascual
fpa@arcol.org
Las líneas paralelas no se tocan. Van hacia adelante y hacia atrás sin encontrarse nunca. Se “miran” mutuamente, a distancia, con recelo, como si no tuviesen nada que ver entre sí.
Algunos piensan que negocios y ética, que economía y valores, son líneas paralelas. Quizá están cerca, quizá se conocen mutuamente. Pero no se tocan: nunca llegan a establecer puentes y relaciones de diálogo y de colaboración.
Pensar así supone creer que los negocios coinciden con el mundo de la maldad y del “todo se puede mientras no te cojan”. Es pensar que la economía está lejos de la ética, lejos de los principios morales, lejos de los mandamientos, lejos de la justicia, lejos de la solidaridad, lejos, sobre todo, del amor. No podemos olvidar que la plenitud de la ética es el amor, y donde no hay ética no puede haber amor.
La verdadera ética, por su parte, mira a los negocios, quiere entrar en el mundo de la competición, de la lucha por el triunfo, de las leyes del mercado. Quiere dar a ese mundo difícil y complejo un sentido, una riqueza mucho más profunda. Quiere, en otras palabras, que las líneas se encuentren, que la economía sea más buena. Quiere que los empresarios, los sindicatos, los grupos bancarios, los expertos de las finanzas, no olviden que son hombres que viven para servir a otros hombres, que tienen deberes y obligaciones muy importantes para el bienestar de muchos.
La verdadera ética repite que sólo vale la pena el beneficio si es justo y promueve la justicia. Que el mercado crece auténticamente sólo si no desprecia a nadie, si no realiza trampas que humillan a los perdedores y a los vencedores, si promueve el bien común, si busca la solidaridad entre las familias, los grupos, los pueblos y naciones.
El mundo de la empresa necesita, urgentemente, una oxigenación de ética. No podemos limitarnos a valorar el éxito económico sólo según los beneficios que se obtienen.
Lo decía de modo claro y decidido el Papa Juan Pablo II: “Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad. Además de ser moralmente inadmisible, esto no puede menos que tener reflejos negativos para el futuro, hasta para la eficiencia económica de la empresa. En efecto, finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera. Los beneficios son un elemento regulador de la vida de la empresa, pero no el único; junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa” (Juan Pablo II, carta encíclica “Centesimus annus”, n. 35).
Un poco antes, en la misma encíclica, Juan Pablo II recordaba la centralidad del hombre en la vida económica: “Por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad” (“Centesimus annus”, n. 34).
Ventilar el mundo de la economía con el aire fresco de la ética nos permitirá humanizarla, vivirla de modo más rico y más pleno. Como ya lo hacen algunos empresarios y obreros que quieren un mundo mejor y más justo. Como lo necesitan hacer tantos otros que han olvidado que el fin de toda la economía es el bien común de la humanidad.
Es posible, es urgente, que negocios y ética se encuentren. No son líneas paralelas. La economía necesita, especialmente en el mundo globalizado, una ética basada en la justicia y la dignidad del hombre. Quizá entonces, es cierto, alguno pierda competividad; pero ganará bienes mucho más valiosos que el dinero, al promover un mundo más solidario y más feliz.
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Materialismo y dignidad humana
Fernando Pascual
fpa@arcol.org
Si sólo se admite la existencia de lo material, si sólo tiene valor lo que es medible por la ciencia empírica con sus aparatos de precisión, ¿qué queda de la dignidad humana?
En la perspectiva materialista las ideas de “alma” y de “espíritu” carecen de sentido. El ser humano queda reducido, entonces, a una realidad compleja que no tiene ninguna característica extraordinaria que lo separe de otros seres similares a él. Su dignidad desaparece: vale lo que vale según juicios variables, según la subjetividad de los expertos, de las masas, de las culturas.
No sorprenden, en la perspectiva materialista, las afirmaciones de algunos científicos. Si no hay alma espiritual, la ciencia sólo puede constatar diferencias notables entre los seres humanos. Si sólo lo material, lo neuronal, lo químico, tiene relevancia, entonces encontraremos a quien afirme que hay seres humanos mucho más “perfectos”, más desarrollados y más dignos que otros.
Es entonces cuando unos son declarados “inferiores” mientras otros son vistos como “superiores”. Es entonces cuando es posible encontrar a personajes famosos que defienden el racismo o que consideran a la mujer como inferior respecto del hombre. O que dicen que hay animales que tienen mayor “dignidad” que la que pueda tener un enfermo en estado vegetativo persistente o un hijo antes de nacer.
El proyecto “Great Ape” (Grande Simio) se coloca en esta perspectiva. A primera vista, parece que este proyecto busca “elevar” a los chimpancés, orangutanes y gorilas al nivel de los humanos. En realidad, lo que se pretende es rebajar al hombre desde una mentalidad materialista. Si no existe un alma espiritual y eterna, el hombre no puede ser superior respecto de aquellos animales que puedan tener características similares a nuestra especie.
A la hora de considerar al ser humano, dotado de libertad, capaz de amar, abierto a la verdad, deseoso de la justicia, el materialismo se queda a las puertas, se limita a estudiar condiciones y presupuestos necesarios, pero no suficientes, para comprender nuestra naturaleza humana.
La filosofía nos coloca en la perspectiva justa para descubrir y probar la dignidad humana. Gracias a ella, podemos ver al hombre de un modo más profundo y completo. Gracias a ella, recordamos que la ciencia no lo dice todo, ni siquiera sobre el mundo material.
Necesitamos reconocer, como Platón o Aristóteles, san Agustín o santo Tomás, Pascal o Blondel, que en cada existencia humana brilla una luz superior, distinta, que nos eleva sobre las condiciones materiales de existencia. Sólo si se acepta que tenemos un alma espiritual, será posible afirmar la igual dignidad de cada ser humano.
No somos inferiores o superiores ni por el color de la piel, ni por la mayor o menor perfección del genoma propio, ni por los centímetros cúbicos de masa cerebral, ni por la cultura o la lengua en la que nace cada uno, ni por el dinero en la cuenta del banco.
Un niño no nacido tiene la misma dignidad que un premio Nobel de medicina. El enfermo de malaria tiene la misma dignidad que el campeón de 100 metros lisos. El policía que regula el tráfico de la esquina no tiene nada que envidiar a la condición espiritual del presidente de gobierno o de quien acaba de ingresar en la cárcel por delitos graves: cometer un asesinato no suprime la condición espiritual de ningún ser humano.
Superar el materialismo nos permitirá ir más allá de posiciones racistas que tanto dolor han provocado en la historia humana. Nos permitirá, sobre todo, comprometernos en la búsqueda de un mundo más justo, más limpio, más solidario, más lleno de amor y de alegría, porque nos hará respetar y ayudar a cualquier ser humano en las distintas etapas de su existencia terrena.
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También lloran
Ignacio Martín
equipogama@arcol.org
Ellos también lloran. Cada vez era más frecuente encontrarse con gente, amigos, y no tan amigos, que quedaban sorprendidos por estos jóvenes sacerdotes y seminaristas Legionarios de Cristo. Y se sorprendían, no sólo porque iban bien peinados, con el traje bien planchado y los zapatos lustrados. Les dejaba marcada una profunda huella su alegría, su constante sonrisa, su optimismo y su entusiasmo muchas veces contagioso.
Pero el 31 de enero de 2008 me he dado cuenta de una faceta de su personalidad humana y de su corazón sacerdotal, que jamás imaginé: los legionarios de Cristo también lloran. Pero lloran de una manera distinta, pues hasta cuando lloran, son felices y tú también aprendes a llorar de otra manera.
Esta tarde se me ha acercado un legionario de Cristo para decirme con lágrimas en los ojos: “El P. Maciel ya está en el cielo”. Un nudo en la garganta es poco para definir lo que ese hombre llevaba dentro. Pero lo ha dicho con un temple, con una firmeza y con una paz tal que ha confirmado la imagen tan formidable que ya tenía de ellos. Hoy he visto a un hombre tomado de entre los hombres, visiblemente emocionado, golpeado por la muerte de su querido fundador, pero con el corazón alegre y en paz.
En alguna ocasión me mencionaron que el P. Marcial Maciel, L.C., solía decir que las lágrimas, cuando son sinceras, son la mejor oración que podemos elevar a Dios nuestro Señor. Hoy, lo digo con un profundo sentimiento de cercanía, adhesión y cordialidad, no sólo he visto a un hombre llorar; más bien he visto a un hombre rezar, he visto a ese legionario elevar a Dios unas lágrimas que eran en verdad oración sincera, no eran tristeza, no eran sólo dolor; eran gratitud, eran paz, eran esperanza, eran felicidad. De esa que no se puede describir.
Todo esto me ha hecho reflexionar. Llegué a casa, busqué la noticia en internet, y encontré la carta del director general de la Congregación, el P. Álvaro Corcuera, L.C.: “Creo que lo que todos queremos ahora es el silencio que contempla y agradece, sufre y confía, con el gozo del que cree y espera, en medio del dolor que no se puede comunicar con palabras”. El legionario de Cristo que me dio a conocer la entrada en el cielo del P. Marcial Maciel, L.C. tampoco tenía palabras; pero tenía unas lágrimas que me transmitieron su oración, su agradecimiento, su confianza, su esperanza, superando el dolor de quien sabe que ha perdido a tan querido sacerdote. Y, además, me enseñó cómo debe llorar un hombre: como Cristo lloró la muerte de su amigo.
Lo increíble de esto es que los Legionarios de Cristo también lloran y te enseñan a llorar. Por eso decidí escribir estas líneas. A través de ellas quiero darle las gracias a Dios por la gran obra que supo llevar a cabo el P. Maciel con su abnegada fidelidad a la Voluntad de Dios. Gracias a los legionarios por mostrarme su lado más humano y que los legionarios de Cristo también lloran. Principalmente quiero darles las gracias a todos los miembros del movimiento Regnum Christi para el que deseo los mejores frutos y bendiciones por la intercesión de su fundador, ya en el cielo.
Cuando Dios me permita llorar, lo haré oración, lo haré con paz, lo haré con confianza, lo haré con gratitud. Yo también quiero que mis lágrimas sean la mejor oración, porque son sinceras, porque brotan del corazón y en mi corazón hay amor, hay paz, hay esperanza.
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14 de febrero, día del ser humano
Jorge Enrique Mújica
jem@arcol.org
Nadie ha visto al amor caminando por París. Nadie ha visto al amor gastar la vida en un arduo y agotador trabajo con tal de llevar pan y vestido al hogar donde esperan los hijos. Nadie ha visto al amor acariciar una nueva vida que abre los ojos al mundo ni nadie ha visto tampoco al amor dar el último adiós a la persona amada tras años felices de matrimonio. No, al amor no lo ha visto nadie. Y es que al amor nadie lo puede ver con los ojos externos; se percibe, pero no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma.
Sí hemos visto a dos enamorados pasear tomados de la mano regalándose besos como si estuvieran en oferta y sabemos que ahí hay amor. También hemos visto al padre de familia que trabaja de sol a sol, incluyendo los días nublados, hasta el cansancio por sus hijos, su esposa, sus padres, porque a ello le mueve el amor. También hemos visto la inigualable caricia materna al niño que abandona el seno para entrar en la escena de este mundo. Hemos visto la mano de uno de los cónyuges enjugando las propias lágrimas que expresan, en un sentido adiós, la gratitud por la fidelidad vivida, los momentos tristes y alegres en que estuvieron unidos.
No hemos visto el amor pero sí sus manifestaciones. Por eso festejamos al amor no en abstracto sino en lo concreto del único ser capaz de amar: la persona humana. Tan importante es festejarlo que se le ha dedicado un día. Esta celebración, en última instancia, nos deja ver nuestro gozo convertido en fiesta, nuestra intención, a veces empequeñecida por el utilitarismo, la publicidad y la mercadotecnia, que busca decir que el hombre no es pura materia sino que la trasciende, que tiene aspiraciones, que sabe que su vida no se agota en este paso fugaz por la tierra. Y es que somos capaces de amar y esta capacidad no es propia de nuestras manos, lengua, oídos: de ningún sentido físico. Los actos de amor sólo los produce y percibe el alma; alma que nos habla de la magnitud, de la estatura, del valor del ser humano; alma que nos lleva a defender y pregonar el valor y dignidad del hombre.
Cada vida es única e irrepetible. Toda vida es digna de amor y fuente de amor. El 14 de febrero no celebramos al amor en abstracto sino al amor en concreto. Y esto vale lo mismo para la nueva vida recién concebida, para el feto de 12 semanas, que para el enfermo postrado en cama y el ancianito que regala sus últimas sonrisas.
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STAFF
GAMA – Virtudes y valores
Edita: Gama-Virtudes y valores Coordinador: Adrián Canal Redactor Jefe: Jorge Enrique Mújica Director Técnico: Humberto Gaytán Asesor Editorial: Fernando Pascual Colaboradores: Rodrigo Ramírez, Juan Antonio Ruíz, Adolfo Güémez, Juan Pablo Ledesma, Antonio Rivero, Francisco Javier Carrión, Marco Antonio Batta, Fernando Pascual, Nabor Herrara, Ignacio Sarre, Jorge Enrique Mújica
GAMA semanario electrónico de actualidad general para medios de comunicación editado en Roma.
VIDA / Fernando Pascual
- Superar la ideología pro aborto
Hay ideas o principios sociales que valen en sí mismos, aunque algunos no los acepten. Uno de ellos es el respeto a la vida.
ANÁLISIS
ENCÍCLICA SPE SALVI / Jesús María Delgado
- Afianzar la fe en la esperanza
¿Habrá alguien que de verdad crea en los Reyes Magos? Esta reseña, a modo de pinceladas y trazos muy suaves, busca presentar las líneas fundamentales de la reciente Encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza) de Su Santidad Benedicto XVI.
ENTREVISTA
Yoinfluyo.com / Jorge Enrique Mújica
- Entrevista a Fernando Sánchez Argomedo, Presidente y fundador del famoso portal internacional yoinfluyo.com
OPINIÓN
ÉTICA / Fernando Pascual
- Negocio y ética, ¿dos líneas paralelas?
Algunos piensan que negocios y ética, que economía y valores, son líneas paralelas. Quizá están cerca, quizá se conocen mutuamente. Pero no se tocan: nunca llegan a establecer puentes y relaciones de diálogo y de colaboración.
IGLESIA / Ignacio Martín
- También Lloran
El 31 de enero de 2008 me he dado cuenta de una faceta de su personalidad humana y de su corazón sacerdotal, que jamás imaginé: los legionarios de Cristo también lloran. Pero lloran de una manera distinta, pues hasta cuando lloran, son felices y tú también aprendes a llorar de otra manera.
MORAL / Fernando Pascual
- Materialismo y dignidad humana
Si sólo se admite la existencia de lo material, si sólo tiene valor lo que es medible por la ciencia empírica con sus aparatos de precisión, ¿qué queda de la dignidad humana?
REFLEXIÓN
VIDA / Jorge Enrique Mújica
- 14 de febrero, día del ser humano
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STAFF
Superar la ideología pro aborto
Fernando Pascual
fpa@arcol.org
En las discusiones sobre el aborto hay pasión y hay argumentos. A veces más lo primero que lo segundo. No nos puede dejar indiferente el que una mujer, una madre, sufra tanto ante un embarazo, se encuentre sola, tal vez presionada, y decida, por sí misma o por miedos, terminar con todo, acceder a un aborto.
En estas discusiones no falta quien acuse a los enemigos del aborto de usar su “ideología” para imponer su punto de vista a toda la sociedad. En esta acusación hay dos aspectos importantes.
Primero, un desprecio hacia la noción de ideología, una palabra no siempre bien traducida, pero que podríamos entender como un modo de pensar particular que puede llevar a imposiciones sociales excesivas.
Segundo, un considerar la defensa de los niños no nacidos como algo ideológico.
Si analizamos bien estos dos aspectos, podemos estar de acuerdo en que nadie puede imponer su “ideología” (sus ideas personales) a toda la sociedad. Habrá quien piense que sólo la religión X es verdadera, pero imponer esta afirmación a los demás es un abuso que a veces llamamos “ideológico”. Ninguna convicción profunda puede ser impuesta por la fuerza a nadie, a no ser... A no ser que alguna convicción implique el defender un derecho humano fundamental.
Expliquemos un poco esta “excepción”. Hay ideas o principios sociales que valen en sí mismos, aunque algunos no los acepten. Uno de ellos es el respeto a la vida.
Afirmar que la vida de cualquier ciudadano merece protección legal no significa imponer una ideología a toda la sociedad, sino proponer un principio que vale siempre, incluso cuando un pueblo, en un momento de locura colectiva, decide eliminar a grupos de personas indefensas. La caza de brujas en algunos lugares del planeta llegó a ser, por desgracia, algo “popular”, pero sumamente injusto, por ir contra un principio fundamental de justicia que nos recuerda: hay que respetar la vida de todo ser humano inocente.
Algo parecido podemos decir sobre el aborto: ir contra el aborto no es imponer una ideología, un punto de vista particular, privado o religioso, a toda la sociedad. Se trata, más bien, de defender un principio fundamental de convivencia humana: cualquier vida humana merece ser protegida, apoyada, asistida, independientemente de su raza, de su sexo, de su tamaño, de si ha nacido o si todavía se encuentra en el seno materno.
Si se nos permite un paso ulterior, tendremos que reconocer que hay “ideología” no cuando alguien defiende la vida del no nacido, sino cuando alguien defiende la “libertad” del aborto. Esta reflexión ha sido ofrecida por Martin Rhonheimer en un libro publicado hace varios años y traducido recientemente al castellano (Ética de la procreación, Rialp, Madrid 2004).
Rhonheimer observa que en cada aborto entran en conflicto dos proyectos de vida: uno, el de personas adultas, conscientes, más o menos libres (por desgracia, a veces se obliga a abortar a chicas con grandes deficiencias mentales o de psicología débil). Otro, el de un embrión o un feto que camina hacia la madurez, que podrá vivir unos días, meses o años si nadie impide su desarrollo normal.
Está claro que el embrión, el feto, no puede hacer casi nada para “defender” su vida. Ejecuta una serie de actos más o menos instintivos en el útero para proteger su existencia, para alimentarse, para mantener una “simbiosis” más o menos correcta con su madre, para preparar el momento del parto. Pero nada más. La madre, o quienes pueden ejercer sobre ella presiones de diverso tipo, goza de mayor libertad; en muchos lugares, puede, por motivos ideológicos, desear el que su hijo no vea la luz, no llegue al día del nacimiento.
¿Cuáles pueden ser los motivos ideológicos por los cuales un adulto empieza a desear la muerte de un embrión o de un feto? Pueden ser de tipo laboral, o de estudios, o de descanso, o de “fama”, o de vergüenza, o de planificación familiar, o de falta de espacio en el hogar, o de falta de dinero, o de miedo a amenazas externas, o de “eugenismo” (eliminar a los hijos con defectos).
La lista puede ser larga. Todos esos motivos se basan en una idea fundamental que, como afirma Rhonheimer, es usada de modo ideológico: vale más la vida de un ser humano capaz de autodeterminación, dotado de libertad reconocida a nivel social, que no la vida de otro ser humano que todavía no puede tomar decisiones y que vive escondido en el seno de su madre.
Si logramos hacer ver la injusticia de esta ideología que defienden los grupos pro-aborto, será más fácil dar nuevos pasos en favor del respeto y del apoyo que merece toda mujer que inicia y que lleva adelante un embarazo. Cerca de su corazón, dentro de sus entrañas, ha iniciado una existencia humana, la existencia de un hijo o de una hija.
El mundo será más justo y más humano si logramos que cada existencia humana, también cuando inicia a vivir, encuentra un ambiente en el que se respete el primer principio de la convivencia humana: la defensa y protección de la vida de cualquier ser humano, sin discriminaciones.
El respeto, desde luego, será mucho más fuerte si se basa en el amor. Por desgracia, no siempre hay amor, y nadie puede exigir “legalmente” a una mujer que ame a su hijo no nacido (ni a su hijo ya nacido). Pero la sociedad está llamada, al menos, a buscar caminos para que ningún embrión no amado sea destruido por medio del aborto. Quizá podrá ser dado en adopción, o cuidado en algún centro destinado a niños huérfanos.
Ojalá, y eso será siempre lo mejor, ese hijo pueda ser amado por aquella mujer que tanto ha hecho por él al acogerlo en sus entrañas y al ofrecerle un apoyo para que siga adelante en la vida. Ese amor será el mejor regalo que pueda darle, pues permitirá a ese hijo decir un día, con gratitud, ¡gracias, mamá, por acogerme y, sobre todo, por amarme!
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Afianzar la fe en la esperanza
Jesús María Delgado
equipogama@arcol.org
¿Habrá alguien que de verdad crea en los Reyes Magos? Esta reseña, a modo de pinceladas y trazos muy suaves, busca presentar las líneas fundamentales de la reciente Encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza) de Su Santidad Benedicto XVI.
Mi objetivo no es otro que el de animar a buscar en ella nuevos trazos para su propia esperanza, a recrearse en cada número como ese niño pequeño que se levanta diligentemente cada seis de enero para descubrir, con alegría, entusiasmo, y auténtica felicidad, los regalos que sus Majestades de Oriente dejaron a los pies de su cama.
Y precisamente este es el regalo formidable que nos trae la Encíclica ya desde la breve introducción y que nos marca la línea general de nuestro cuadro de esperanza: la esperanza de la salvación no es un dato o un supuesto; es una realidad. Dicho con otras palabras: el regalo de reyes que el niño espera alcanzar no es ficticio, ilusorio, o un simple sueño que no va más allá de una carta escrita sobre el papel mojado del pesimismo o llena de tinta corrida en un buzón sin destinatario. El niño está tocando y viendo sus regalos.
Así pues, la salvación, muerte de nuestros pesares, dudas y tristezas, afirma el Papa, es real. Se hace real en la esperanza, es decir, se hace presente en esos regalos que de hecho ha recibido nuestro pequeño gran infante: el tren, la bicicleta, el libro, el oso de peluche: “El presente se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (SpS, 1)
¿Mereció la pena escribir la carta a los Reyes Magos? Respondemos afirmativa y rotundamente porque es verdadero el regalo que esperamos. Así, la primera de las dos partes de la encíclica constituye una demostración, por momentos árida, pero asequible, del fundamento real de nuestra fe y de nuestra esperanza. Esperanza cuyo objeto es la salvación que tiene su cumplimiento en el cielo, en la vida eterna a través de la persona de Cristo, Redentor de la humanidad.
Con el Nuevo Testamento en la mano y después de equiparar el término fe al término esperanza, el Papa repasa la esencia de esta virtud teologal y sus características afirmando que “solo cuando el futuro es cierto se hace llevadero el presente” (SpS, 2). Volviendo a nuestra imagen, podríamos decir que sólo porque el niño está seguro de recibir los regalos, es capaz de soportar los días que transcurren entre el día que echó la carta en el buzón y el ansiado día de Epifanía (su misma vida).
Pero claro, esto supone conocer qué es aquello que espero recibir el día de Reyes. Es necesario cuestionarse, como lo hace el Papa desde los números diez hasta el doce, qué es la vida eterna, objeto de nuestras esperanzas. Y, sin temores, después de un amplio y denso recorrido filosófico y teológico, muestra la felicidad, como el único regalo que merece la pena esperar.
¿No creen que este panorama es un fiel reflejo de la sociedad actual? Efectivamente, muchos ya no escriben su carta a Reyes, o porque alguna vez no les trajeran aquello que pidieron, o porque algún adulto despistado y embaucador les engañara diciendo que los tales Magos eran otras personas o por cualquier otro motivo. Y dejaron de creer. ¿No será porque no saben qué es la esperanza y que sigue existiendo?
Si volvemos a ser niños, auténticos niños, podremos disfrutar ya desde ahora, en forma diversa, ese gran regalo, no de Reyes, sino del Rey de Reyes: Cristo mismo en la eternidad. Para descubrir cómo se ha desarrollado este planteamiento, invito repasar foto a foto los números dieciséis al veintitrés.
Después presenta la verdadera fisonomía de la esperanza: (hasta el número treinta y uno): Cristo es nuestra esperanza, nuestra felicidad y solamente lo puede ser Él, pues una esperanza sin Dios como fundamento, no es esperanza. Cierran esta primera parte unos números sobre las consecuencias prácticas de la esperanza y un resumen magistral de todo el cuadro dibujado hasta el momento.
La segunda parte, breve y más comprensible, dibuja cuatro estelas –escuelas las llama el Papa- donde se aprende y se ejercita la esperanza (Cfr. SpS, 32-49): La oración, el actuar de cada día junto al sufrimiento y, en último lugar, el juicio.
El inocente niño debe enfrentarse todos los años a la oración, para pedir a los Reyes que le traigan sus regalos, al actuar de todos los días, es decir, a esas obras buenas, ese buen comportamiento que lo hará digno merecedor del premio, aunque le cueste sacrificio, renuncia, dolor. Y también a ese juicio, emitido para definir si me hago acreedor o no del regalo. El broche de oro no podía no ponerlo María, estrella de la esperanza.
Espero que este análisis sea objeto de benevolencia cuando se constate que esta reseña resultó ser incompleta y que no fue presentada con todo el rigor que una encíclica merece. Confieso que no era mi propósito; sólo quise compartir mi propio acercamiento personal al documento, para mi sorpresa, lleno de incontables regalos y descubrimientos pero que me ha permitido renovar mi fe y mi esperanza. He vuelto a creer en los Reyes Magos, he afianzado mi fe en la esperanza que nos salva: Cristo.
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Entrevista realizada a Fernando Sánchez Argomedo, Presidente y fundador de yoinfluyo.com
México, D.F., 9 de Febrero de 2008
Jorge Enrique Mújica: Yoinfluyo.com ha logrado constituirse como un punto de referencia en temas de la actualidad mexicana e internacional. Periodistas del calibre de Eulogio López, director de Hispanidad.com en España, suelen ofrecer comentarios de elogios hacia el trabajo que se vienen realizando a través de su portal. ¿Cuál es el origen de yoinfluyo.com, cuáles sus propósitos y dónde cree que radican las claves de su éxito y pronto posicionamiento en un mercado tan competido como el periodismo en Internet? Fernando Sánchez Argomedo: Primero que nada es para nosotros un gran elogio el que seamos considerados así, por usted Jorge y sin duda por un periodista como Eulogio, son comentarios inmerecidos, sin embargo importantes por que justamente ese hecho de ser referencia es uno de nuestros objetivos fundacionales.
Si nos hemos constituido como referencia se debe esencialmente a dos elementos fundamentales.
El primer elemento son las personas; comenzando con aquellas que colaboran en el medio y que nos mandan con frecuencia sus artículos y extraordinarias aportaciones; los miembros de nuestro Comité Editorial que con su atinada visión, consejo y también aportación nos dan una extraordinaria solidez en la agenda y en los contenidos; por último y no por ellos menos importantes, quienes colaboran directamente en la elaboración cotidiana y hacen el trabajo de selección, edición diseño y la tecnología necesaria. Las instituciones y las empresas no son nada sin las personas que siempre son el alma y le esencia.
El segundo elemento son los principios. El tener claros los principios que nos inspiran nos ha ido permitiendo consolidar una propuesta editorial bien diferenciada que nos ayuda a ir pescando cada día mas lectores que tienen la oportunidad de encontrar algo “nuevo” e inspirador, sobre todo frente a la pobre propuesta de los actuales medios tradicionales que buscan como objetivo primordial y a veces único la rentabilidad financiera. Para estos medios la utilidad tiene como objetivo tener más, para nosotros es parte de ese círculo virtuoso del tener para poder hacer más y con ello ser más.
¿Cuáles son esos principios? El principio fundacional, que yo llamaría también rector, es la solidaridad. Nosotros estamos convencidos de que la vocación de un medio de comunicación es brindar contenidos a la sociedad para que ésta sea cada día mejor. No podemos brindarle a la sociedad sólo contenidos orientados a distraerse, gastar su tiempo y mucho menos verlos como una masa rentable generadora de rating.
La sociedad está formada por personas humanas dotadas de dignidad; la única forma en que una sociedad puede ser mejor es procurando el bien común. ¿Cómo? Haciendo cosas que ayuden a mejorar nuestro entorno para vivir cada día mas dignamente y eso implica tener clara la conciencia de que para que yo pueda vivir mejor los demás también deben vivir mejor.
Esa conciencia social implica ver en el otro uno como yo, al ver a la otra persona como otro yo (ponerme en su lugar) se despierta algo que está impreso en nuestra naturaleza que implica una acción concreta y un hábito de hacer algo por los demás, esa acción concreta es la solidaridad que por esto mismo se convierte en una virtud humana y en una virtud social.
Como medio queremos incidir en el corazón y en la mente de las personas para que vivan el hábito de la solidaridad que con su ejercicio se convertirá en virtud.
Los demás principios son aquellos que le dan estructura a nuestro mensaje y que forman parte de lo que somos y hacemos: el compromiso con la verdad, no de palabra sino de hecho; la fortaleza manifestada con más claridad en la constancia que nos permite dar un servicio diario a nuestros lectores; la amistad manifestada en la hospitalidad. Cada persona que entra, lee o nos hace comentarios respecto a nuestro medio será atendida como se merece, es decir, como persona. De esta forma atendemos de forma personalizada a cada ser humano que se interesa en yoinfluyo.com. La creatividad para presentar siempre la mejor cara a quienes nos atienden, haciendo cosas nueva y de forma diferente y en innovación constante. No puedo dejar de lado la pasión que nos lleva a dejar el alma en cada decisión y el trabajo diario.
Eso es lo que somos y nuestro origen se da en la reflexión que un día dos personas hicimos -Rosa Martha Abascal y un servidor- sobre la necesidad de hacer algo por la sociedad utilizando un medio que nos permitiera seguir con nuestras labores personales y vocación tanto de madre de familia como, en mi caso, profesionista. Para esto el Internet fue el mejor camino. Hoy después de casi 5 años y con una estructura consolidada vemos que Internet se presenta como la mejor oportunidad para que la sociedad influya.
Jorge Enrique Mújica: En medio de una sociedad que bajo el pretexto del pluralismo y la tolerancia se olvidan de la verdad, yoinfluyo.com la pondera como principio basilar de su código de ética. Yoinfluyo.com no es sólo un portal de análisis de tendencias, cuenta con un cuadro completo de periodistas, escritores y profesionales de la comunicación de procedencias diversas. ¿Cómo conseguir ese respeto a la verdad en un cuadro tan amplio de colaboradores que también están en el peligro latente de interpretar subjetivamente la verdad? ¿Aún es posible comunicar la verdad en el periodismo digital? Fernando Sánchez Argomedo: Nosotros creemos que el periodismo y la comunicación seria y profesional no pueden olvidar la fuente, es decir, no puede hacer la realidad a un lado. Esto se manifiesta en el hecho de que como medio tenemos ese compromiso y lo consolidamos a través de nuestro mensaje dado semanalmente en nuestras editoriales y nuestras investigaciones.
En este sentido, nuestra misma propuesta de valor anteriormente expresada y manifestada con claridad en nuestra filosofía, provocan, gracias a Dios, que como imán se vaya creando una comunidad que comparte los mismos valores y que tiene la misma necesidad de comunicarlos.
No puedo negar que nos hemos equivocado, pero siempre que lo hemos hecho hemos corregido y ofrecido disculpas. Nunca con el afán de lograr mas “rating” haremos a un lado la verdad, pues estaríamos renunciando a nuestros principios, a nuestra propuesta de valor, a nuestro diferenciador, y con esto dejaríamos de existir.
No sólo es posible comunicar la verdad, es fundamental comunicar lo que millones quisieran comunicar y que otros tantos millones más quieren escuchar. Me viene a la mente un hombre que vive en Cuba y que no puede acceder a nuestra página por Internet, pero si puede recibir nuestros correos que solo tienen un resumen del artículo. Ese gran personaje que vive en Cuba quiere leer a los que hablan sobre lo bueno y por ello nos pide semanalmente que le mandemos los artículos vía correo electrónico. Con esto quiero decir que no sólo es posible sino que es indispensable.
Jorge Enrique Mújica: Actualmente se informa de lo que se dice pero –creo yo– no del sentido que tiene lo que se ha dicho. El periodismo tenía, tradicionalmente, una doble función: la de dar las noticias y la de explicarlas. ¿Qué hace yoinfluyo.com? Fernando Sánchez Argomedo: Dada nuestra capacidad actual, en yoinfluyo.com estamos esencialmente orientados a hacer un periodismo de opinión, es decir, nuestro trabajo consiste más en explicar lo que sucede y ayudar al lector a entender por qué sucede para que tenga criterio y sepa vivir la participación social entendiendo lo porqués de los acontecimientos. No se puede vivir la solidaridad si no entendemos que hay necesitados y mucho menos si no sabemos cuales son sus carencias. Tampoco se puede buscar el bien común si no nos entendemos y nos reconocemos como personas con dignidad. Jorge Enrique Mújica: Sin ser un portal confesional, sus posturas coinciden y comulgan con el Magisterio de la Iglesia católica. Hoy por hoy se tacha de “radicales”, “medievales”, “inquisidores” o “intolerantes” a quienes comulgan con esas posiciones. Desde su perspectiva, ¿puede la Iglesia ofrecer algo al periodismo laico? ¿La laicidad puede ser enriquecida por la religión? ¿Hay un periodismo laico? Fernando Sánchez Argomedo: Efectivamente nuestros principios emanan de los principios que recoge y difunde la Doctrina Social Católica. ¿Por qué?, por la simple y sencilla razón de que esos principios no son más que la reflexión sobre la naturaleza y la dignidad humana.
Nosotros estamos convencidos de que la verdad sobre el ser humano está impreso en nuestra naturaleza, está grabado en nuestro corazón y en lo que somos. Hablar sobre la verdad del ser humano es hablar sobre su naturaleza y en esto vamos a coincidir no solo con lo principios de la Doctrina de la Iglesia Católica sino con los principios de cualquier religión y persona que no se cierren a reconocer esa verdad.
Sí debe haber un periodismo laico, entendido como aquel periodismo que pretende explicar los acontecimientos humanos y temporales tratando de entender las razones, los contextos, la luz de las motivaciones humanas.
En este mismo sentido la Iglesia católica aporta mucho al periodismo laico por que le da profundidad al conocimiento del hombre y le permite entender las razones mas allá de lo que nuestros sentidos ven.
Efectivamente nos han llamado así y he de decir que muchos de esos que nos han calificado de esta forma e incluso han enviado un correo insultante, después de recibir nuestra cálida y amable respuesta y sin necesariamente estar totalmente de acuerdo con lo que publicamos nos siguen leyendo y agradecen la retroalimentación respetuosa e incluso llegan a pedir disculpas por haber agredido.
Juan Pablo II magno decía que la verdad no se impone, la verdad se da a conocer y se impone por sí misma. Yo creo que eso es lo que con el tiempo irá permitiendo que mas personas de buena voluntad se sumen a este proyecto de comunicación.
Jorge Enrique Mújica: Poco a poco han ido incorporando nuevos recursos a yoinfluyo. No hace todavía un año que toda la imagen del portal fue rediseñada –ciertamente para bien– y la inclusión de multimedias como la televisión digital o sus diferentes servicios les hacen un portal del todo atractivo. ¿Hacia dónde camina yoinfluyo.com? Fernando Sánchez Argomedo: Cuando describía nuestros principios y/o filosofía, hablaba de la creatividad y la constancia. Tenemos el firme propósito de hacer de este un medio de comunicación de gran relevancia y tenemos una visión de largo plazo que nos ubica entre las mejores propuestas de comunicación de habla hispana.
Eso no se puede lograr de forma estática y sin recursos. Para lograr esto necesitamos innovar mejorar, ser atractivos con nuestra propuesta de valor, explotar el potencial de Internet para que tengamos cada día más adeptos los cuales se convierten también en un nicho sumamente atractivo para las empresas y anunciantes.
Como lo explicaba, tener más nos permitirá hacer más para consolidar mejor nuestra propuesta de valor, es decir ser más. Sin duda este círculo virtuoso lo comenzamos en el ser, que nos permitió hacer y con ello tener. Hoy únicamente toca seguir haciendo girar ese círculo de virtud para competir en las grandes ligas.
Yoinfluyo.com es un medio en constante movimiento. En este sentido hay todavía mucho más por ver en la evolución, una evolución que sin duda se dará más fuerte en la vivencia de los valores y los principios que nos inspiran y que son también fuente de inspiración de las grandes empresas.
Jorge Enrique Mújica: Yoinfluyo.com es un portal que, entre otras cosas, busca fomentar la participación ciudadana. En España hay dos portales que van en esta misma línea (Hazte oír y e-cristians) mientras que en Chile la plataforma “Muévete Chile”, también con portal de internet muy en la línea del tuyo, realizan acciones concretas que van más allá de la denuncia. ¿De qué modo actúa yoinfluyo.com? ¿Qué actividades han realizado? ¿Han logrado hacer presión a grupos políticos que atentan contra los valores de la sociedad mexicana? De hecho, en números cuántos visitantes tiene el portal y cuántos suscritos al boletín gratuito. Fernando Sánchez Argomedo: Definitivamente extraordinarias propuestas en Internet. En particular en nuestros inicios Hazte Oír tuvo mucho que ver como parte de la inspiración de nuestro trabajo. Yo creo que la principal diferencia, que está más en las formas, radica en nuestra experiencia a la hora de tratar de replicar Hazte Oír en México.
La participación social en nuestro país, y nos parece que no sólo en el nuestro, carece muchas veces de la información y el criterio necesario para la actuación. Aunque en yoinfluyo.com no hemos dejado a un lado la plataforma para participar mediante firmas electrónicas si hemos apuntalado más a la información para la acción.
La sociedad no participa porque no sabe qué le afecta y qué no le afecta; por tanto, el debate se vuelve una batalla esencialmente ideológica entre grupos organizados y gobiernos. Sin embargo nosotros pensamos que la participación social requiere de una conciencia ciudadana formada e informada. Desafortunadamente la mayoría de los medios de comunicación desinforman y deforman.
Por eso hemos considerado como paso esencial para la participación social la comunicación. Ahora, esa comunicación debe ser de tal forma atractiva, breve, clara y contundente como para competir con muchísima otra información que es basura, pero que se presenta muy atractiva. Pareciera que elegimos el camino fácil, pero sin duda esta competencia cada día nos implica retos más arduos.
Se habla de que las personas que están a favor de la vida son radicales. Eso surge del mensaje que la mayoría de los medios transmiten que es antivida. Existen muy pocas agendas de medios que comuniquen sobre el valor de la vida, es obvio que cuando surge algún ataque contra la vida quienes atienden a otros medios piensen que estos son radicales y están fuera de lugar.
Hace no muy poco había quienes nos criticaban que cada semana tratamos temas a favor de la vida, precisamente es parte de nuestra agenda. Quienes nos leen entenderán con mayor claridad por qué una nueva ley es anti-vida, ya con esta conciencia su participación se hace mas sólida y contundente.
Creo que hablar sobre nuestras propias glorias no es algo que nos guste. Sin duda nos hace falta mucho más para lograr ejercer una verdadera influencia social. Gracias a Dios contamos con muchos testimoniales de personas que han visto en este medio una luz para actuar, hemos tenido campañas de firmas exitosas. Pero lo más importante es que estamos consolidando una comunidad que construye con una visión de largo plazo. Yoinfluyo.com no transformará la sociedad, lo harán las personas mediante un cambio cultural y eso sabemos muy bien que lleva años. Nuestra tarea es ser fuertes y constantes y no renunciar a los principios y filosofía que son los que nos dan sentido.
Actualmente hay 84 mil suscriptores a nuestro único envío de correo electrónico que se manda diario y 350 mil accesos mensuales a nuestros contenidos. Todavía muy poco para lo que queremos hacer, pero en sólido y constante crecimiento.
Jorge Enrique Mújica: ¿Por qué temas como líderes, familia, cultura y política son los que principalmente se abordan en yoinfluyo? ¿Por qué esos y no otros? Fernando Sánchez Argomedo: Hemos comenzado con estos temas porque son esencialmente lo que más nos piden nuestros lectores, pero también son los que más se acercan a nuestra vocación de comunicación.
La familia célula básica de toda sociedad en donde se forma a los nuevos ciudadanos y por tanto cuna de la solidaridad y de la esencia del conocimiento de la naturaleza humana. Líderes, porque son los agentes reactivos de la participación social. Cultura, porque solo entendiendo de dónde venimos y a dónde vamos, lo que hacemos por lo que somos es como podremos actuar de mejor forma. Y política por que los seres humanos modernos vivimos en sociedades organizadas llamadas Estados que tienen reglas que rigen su comportamiento; esas reglas las hacemos todos pero nos siempre van en orden al bien común y el respeto a la naturaleza y dignidad humana. Por esto es importante tener una lectura clara de los acontecimientos políticos, intereses y motivaciones de quienes hacen o influyen dentro del Estado. Hoy, y cada día más, también en las reglas que rigen más los destinos de toda la comunidad humana entendiendo lo que ahora llamamos la aldea global, mundialización o globalización.
Jorge Enrique Mújica: Una pregunta obligada ante el reciente mensaje de Benedicto XVI para la jornada mundial de las comunicaciones sociales. En el número 5 del mensaje, el Papa afirma que “la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social”. ¿Qué piensas?
Fernando Sánchez Argomedo: Que no hubo mayor satisfacción que haberlo leído, y que esa justamente es la vocación a la que yoinfluyo.com pretende responder.
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Negocios y ética, ¿dos líneas paralelas?
Fernando Pascual
fpa@arcol.org
Las líneas paralelas no se tocan. Van hacia adelante y hacia atrás sin encontrarse nunca. Se “miran” mutuamente, a distancia, con recelo, como si no tuviesen nada que ver entre sí.
Algunos piensan que negocios y ética, que economía y valores, son líneas paralelas. Quizá están cerca, quizá se conocen mutuamente. Pero no se tocan: nunca llegan a establecer puentes y relaciones de diálogo y de colaboración.
Pensar así supone creer que los negocios coinciden con el mundo de la maldad y del “todo se puede mientras no te cojan”. Es pensar que la economía está lejos de la ética, lejos de los principios morales, lejos de los mandamientos, lejos de la justicia, lejos de la solidaridad, lejos, sobre todo, del amor. No podemos olvidar que la plenitud de la ética es el amor, y donde no hay ética no puede haber amor.
La verdadera ética, por su parte, mira a los negocios, quiere entrar en el mundo de la competición, de la lucha por el triunfo, de las leyes del mercado. Quiere dar a ese mundo difícil y complejo un sentido, una riqueza mucho más profunda. Quiere, en otras palabras, que las líneas se encuentren, que la economía sea más buena. Quiere que los empresarios, los sindicatos, los grupos bancarios, los expertos de las finanzas, no olviden que son hombres que viven para servir a otros hombres, que tienen deberes y obligaciones muy importantes para el bienestar de muchos.
La verdadera ética repite que sólo vale la pena el beneficio si es justo y promueve la justicia. Que el mercado crece auténticamente sólo si no desprecia a nadie, si no realiza trampas que humillan a los perdedores y a los vencedores, si promueve el bien común, si busca la solidaridad entre las familias, los grupos, los pueblos y naciones.
El mundo de la empresa necesita, urgentemente, una oxigenación de ética. No podemos limitarnos a valorar el éxito económico sólo según los beneficios que se obtienen.
Lo decía de modo claro y decidido el Papa Juan Pablo II: “Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humillados y ofendidos en su dignidad. Además de ser moralmente inadmisible, esto no puede menos que tener reflejos negativos para el futuro, hasta para la eficiencia económica de la empresa. En efecto, finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres que, de diversas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera. Los beneficios son un elemento regulador de la vida de la empresa, pero no el único; junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa” (Juan Pablo II, carta encíclica “Centesimus annus”, n. 35).
Un poco antes, en la misma encíclica, Juan Pablo II recordaba la centralidad del hombre en la vida económica: “Por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad. Este algo debido conlleva inseparablemente la posibilidad de sobrevivir y de participar activamente en el bien común de la humanidad” (“Centesimus annus”, n. 34).
Ventilar el mundo de la economía con el aire fresco de la ética nos permitirá humanizarla, vivirla de modo más rico y más pleno. Como ya lo hacen algunos empresarios y obreros que quieren un mundo mejor y más justo. Como lo necesitan hacer tantos otros que han olvidado que el fin de toda la economía es el bien común de la humanidad.
Es posible, es urgente, que negocios y ética se encuentren. No son líneas paralelas. La economía necesita, especialmente en el mundo globalizado, una ética basada en la justicia y la dignidad del hombre. Quizá entonces, es cierto, alguno pierda competividad; pero ganará bienes mucho más valiosos que el dinero, al promover un mundo más solidario y más feliz.
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Materialismo y dignidad humana
Fernando Pascual
fpa@arcol.org
Si sólo se admite la existencia de lo material, si sólo tiene valor lo que es medible por la ciencia empírica con sus aparatos de precisión, ¿qué queda de la dignidad humana?
En la perspectiva materialista las ideas de “alma” y de “espíritu” carecen de sentido. El ser humano queda reducido, entonces, a una realidad compleja que no tiene ninguna característica extraordinaria que lo separe de otros seres similares a él. Su dignidad desaparece: vale lo que vale según juicios variables, según la subjetividad de los expertos, de las masas, de las culturas.
No sorprenden, en la perspectiva materialista, las afirmaciones de algunos científicos. Si no hay alma espiritual, la ciencia sólo puede constatar diferencias notables entre los seres humanos. Si sólo lo material, lo neuronal, lo químico, tiene relevancia, entonces encontraremos a quien afirme que hay seres humanos mucho más “perfectos”, más desarrollados y más dignos que otros.
Es entonces cuando unos son declarados “inferiores” mientras otros son vistos como “superiores”. Es entonces cuando es posible encontrar a personajes famosos que defienden el racismo o que consideran a la mujer como inferior respecto del hombre. O que dicen que hay animales que tienen mayor “dignidad” que la que pueda tener un enfermo en estado vegetativo persistente o un hijo antes de nacer.
El proyecto “Great Ape” (Grande Simio) se coloca en esta perspectiva. A primera vista, parece que este proyecto busca “elevar” a los chimpancés, orangutanes y gorilas al nivel de los humanos. En realidad, lo que se pretende es rebajar al hombre desde una mentalidad materialista. Si no existe un alma espiritual y eterna, el hombre no puede ser superior respecto de aquellos animales que puedan tener características similares a nuestra especie.
A la hora de considerar al ser humano, dotado de libertad, capaz de amar, abierto a la verdad, deseoso de la justicia, el materialismo se queda a las puertas, se limita a estudiar condiciones y presupuestos necesarios, pero no suficientes, para comprender nuestra naturaleza humana.
La filosofía nos coloca en la perspectiva justa para descubrir y probar la dignidad humana. Gracias a ella, podemos ver al hombre de un modo más profundo y completo. Gracias a ella, recordamos que la ciencia no lo dice todo, ni siquiera sobre el mundo material.
Necesitamos reconocer, como Platón o Aristóteles, san Agustín o santo Tomás, Pascal o Blondel, que en cada existencia humana brilla una luz superior, distinta, que nos eleva sobre las condiciones materiales de existencia. Sólo si se acepta que tenemos un alma espiritual, será posible afirmar la igual dignidad de cada ser humano.
No somos inferiores o superiores ni por el color de la piel, ni por la mayor o menor perfección del genoma propio, ni por los centímetros cúbicos de masa cerebral, ni por la cultura o la lengua en la que nace cada uno, ni por el dinero en la cuenta del banco.
Un niño no nacido tiene la misma dignidad que un premio Nobel de medicina. El enfermo de malaria tiene la misma dignidad que el campeón de 100 metros lisos. El policía que regula el tráfico de la esquina no tiene nada que envidiar a la condición espiritual del presidente de gobierno o de quien acaba de ingresar en la cárcel por delitos graves: cometer un asesinato no suprime la condición espiritual de ningún ser humano.
Superar el materialismo nos permitirá ir más allá de posiciones racistas que tanto dolor han provocado en la historia humana. Nos permitirá, sobre todo, comprometernos en la búsqueda de un mundo más justo, más limpio, más solidario, más lleno de amor y de alegría, porque nos hará respetar y ayudar a cualquier ser humano en las distintas etapas de su existencia terrena.
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También lloran
Ignacio Martín
equipogama@arcol.org
Ellos también lloran. Cada vez era más frecuente encontrarse con gente, amigos, y no tan amigos, que quedaban sorprendidos por estos jóvenes sacerdotes y seminaristas Legionarios de Cristo. Y se sorprendían, no sólo porque iban bien peinados, con el traje bien planchado y los zapatos lustrados. Les dejaba marcada una profunda huella su alegría, su constante sonrisa, su optimismo y su entusiasmo muchas veces contagioso.
Pero el 31 de enero de 2008 me he dado cuenta de una faceta de su personalidad humana y de su corazón sacerdotal, que jamás imaginé: los legionarios de Cristo también lloran. Pero lloran de una manera distinta, pues hasta cuando lloran, son felices y tú también aprendes a llorar de otra manera.
Esta tarde se me ha acercado un legionario de Cristo para decirme con lágrimas en los ojos: “El P. Maciel ya está en el cielo”. Un nudo en la garganta es poco para definir lo que ese hombre llevaba dentro. Pero lo ha dicho con un temple, con una firmeza y con una paz tal que ha confirmado la imagen tan formidable que ya tenía de ellos. Hoy he visto a un hombre tomado de entre los hombres, visiblemente emocionado, golpeado por la muerte de su querido fundador, pero con el corazón alegre y en paz.
En alguna ocasión me mencionaron que el P. Marcial Maciel, L.C., solía decir que las lágrimas, cuando son sinceras, son la mejor oración que podemos elevar a Dios nuestro Señor. Hoy, lo digo con un profundo sentimiento de cercanía, adhesión y cordialidad, no sólo he visto a un hombre llorar; más bien he visto a un hombre rezar, he visto a ese legionario elevar a Dios unas lágrimas que eran en verdad oración sincera, no eran tristeza, no eran sólo dolor; eran gratitud, eran paz, eran esperanza, eran felicidad. De esa que no se puede describir.
Todo esto me ha hecho reflexionar. Llegué a casa, busqué la noticia en internet, y encontré la carta del director general de la Congregación, el P. Álvaro Corcuera, L.C.: “Creo que lo que todos queremos ahora es el silencio que contempla y agradece, sufre y confía, con el gozo del que cree y espera, en medio del dolor que no se puede comunicar con palabras”. El legionario de Cristo que me dio a conocer la entrada en el cielo del P. Marcial Maciel, L.C. tampoco tenía palabras; pero tenía unas lágrimas que me transmitieron su oración, su agradecimiento, su confianza, su esperanza, superando el dolor de quien sabe que ha perdido a tan querido sacerdote. Y, además, me enseñó cómo debe llorar un hombre: como Cristo lloró la muerte de su amigo.
Lo increíble de esto es que los Legionarios de Cristo también lloran y te enseñan a llorar. Por eso decidí escribir estas líneas. A través de ellas quiero darle las gracias a Dios por la gran obra que supo llevar a cabo el P. Maciel con su abnegada fidelidad a la Voluntad de Dios. Gracias a los legionarios por mostrarme su lado más humano y que los legionarios de Cristo también lloran. Principalmente quiero darles las gracias a todos los miembros del movimiento Regnum Christi para el que deseo los mejores frutos y bendiciones por la intercesión de su fundador, ya en el cielo.
Cuando Dios me permita llorar, lo haré oración, lo haré con paz, lo haré con confianza, lo haré con gratitud. Yo también quiero que mis lágrimas sean la mejor oración, porque son sinceras, porque brotan del corazón y en mi corazón hay amor, hay paz, hay esperanza.
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14 de febrero, día del ser humano
Jorge Enrique Mújica
jem@arcol.org
Nadie ha visto al amor caminando por París. Nadie ha visto al amor gastar la vida en un arduo y agotador trabajo con tal de llevar pan y vestido al hogar donde esperan los hijos. Nadie ha visto al amor acariciar una nueva vida que abre los ojos al mundo ni nadie ha visto tampoco al amor dar el último adiós a la persona amada tras años felices de matrimonio. No, al amor no lo ha visto nadie. Y es que al amor nadie lo puede ver con los ojos externos; se percibe, pero no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma.
Sí hemos visto a dos enamorados pasear tomados de la mano regalándose besos como si estuvieran en oferta y sabemos que ahí hay amor. También hemos visto al padre de familia que trabaja de sol a sol, incluyendo los días nublados, hasta el cansancio por sus hijos, su esposa, sus padres, porque a ello le mueve el amor. También hemos visto la inigualable caricia materna al niño que abandona el seno para entrar en la escena de este mundo. Hemos visto la mano de uno de los cónyuges enjugando las propias lágrimas que expresan, en un sentido adiós, la gratitud por la fidelidad vivida, los momentos tristes y alegres en que estuvieron unidos.
No hemos visto el amor pero sí sus manifestaciones. Por eso festejamos al amor no en abstracto sino en lo concreto del único ser capaz de amar: la persona humana. Tan importante es festejarlo que se le ha dedicado un día. Esta celebración, en última instancia, nos deja ver nuestro gozo convertido en fiesta, nuestra intención, a veces empequeñecida por el utilitarismo, la publicidad y la mercadotecnia, que busca decir que el hombre no es pura materia sino que la trasciende, que tiene aspiraciones, que sabe que su vida no se agota en este paso fugaz por la tierra. Y es que somos capaces de amar y esta capacidad no es propia de nuestras manos, lengua, oídos: de ningún sentido físico. Los actos de amor sólo los produce y percibe el alma; alma que nos habla de la magnitud, de la estatura, del valor del ser humano; alma que nos lleva a defender y pregonar el valor y dignidad del hombre.
Cada vida es única e irrepetible. Toda vida es digna de amor y fuente de amor. El 14 de febrero no celebramos al amor en abstracto sino al amor en concreto. Y esto vale lo mismo para la nueva vida recién concebida, para el feto de 12 semanas, que para el enfermo postrado en cama y el ancianito que regala sus últimas sonrisas.
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GAMA – Virtudes y valores
Edita: Gama-Virtudes y valores Coordinador: Adrián Canal Redactor Jefe: Jorge Enrique Mújica Director Técnico: Humberto Gaytán Asesor Editorial: Fernando Pascual Colaboradores: Rodrigo Ramírez, Juan Antonio Ruíz, Adolfo Güémez, Juan Pablo Ledesma, Antonio Rivero, Francisco Javier Carrión, Marco Antonio Batta, Fernando Pascual, Nabor Herrara, Ignacio Sarre, Jorge Enrique Mújica
GAMA semanario electrónico de actualidad general para medios de comunicación editado en Roma.
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