martes, febrero 05, 2008

Escatología (IX) El Infierno, una posibilidad a tener en cuenta.

Dicen los optimistas que no hay infierno, que es incompatible con la misericordia divina, pero eso significaría, sencillamente, que Dios sería un mentiroso.

Las 24 veces que Jesucristo habla del Infierno y están recogidas en el Nuevo Testamento, muestran la existencia de un lugar de eterna infelicidad, de dolor y para siempre.

Por otra parte, ante la posibilidad de la salvación o condenación eterna hay que tener en cuenta al menos, las siguientes cuestiones.



  • La Misericordia divina, que es Infinita y presta a perdonar.

  • La Justicia divina, que es Infinita y no deja impune el mal del que no hay arrepentimiento.

  • Las gracias de Dios que acompañan al hombre toda su vida, como muestra de esa misericordia, para incitarle al dolor de los pecados y al propósito de la enmienda.

  • La libertad humana, por la que el hombre puede aceptar o rechazar la mano tendida por Dios.

  • La debilidad humana, que es la que incita a la Misericordia divina, a ese "Perdónales porque no saben lo que hacen".

  • Los efectos que una vida virtuosa o pecadora tienen en el alma, creándole los hábitos buenos o malos y una tendencia a obrar con facilidad la virtud o el vicio.

Es importante considerar que Dios nos ha creado libres, libres y responsables. Por nuestra debilidad nuestra vida no está determinada por una acción buena o mala... hay un tiempo de prueba, aunque el último momento siempre nos parece demasiado pronto.

También es importante considerar que la creación del Infierno es una muestra de misericordia y de justicia. Los hombres y ángeles que rechazaron a Dios deben estar en su propio lugar, lejos de la presencia divina.

En ese lugar la pena mayor es el dolor derivado de la falta de Dios, el fracaso en la elección. Pero no es arrepentimiento, sino desesperación. Se sigue odiando a Dios, no deseando estar en su presencia, pero se conoce la realidad de su Existencia y Poder.

El dolor físico y moral consiguiente a la pena de castigo es grande, pero muy inferior al dolor denominado de daño que deriva del conocimiento cierto del fracaso en la elección.

El misterio del infierno está unido al misterio de cómo nos creó Dios, con libertad, con posibilidad de quererle o de rechazarle. "En tus manos pongo el bien y el mal para que elijas, elige el bien para que vivas". "No quiero la muerte del hombre, sino que viva".

El otro gran misterio es el de la Providencia divina y el de la Predestinación. Dios salva al hombre, pero el hombre tiene el poder de negarse y condenarse.

En realidad el hombre coopera en su propia salvación no sólo no resistiéndose a la Gracia, sino dejándose llevar por sus impulsos para querer y obrar el bien.

La mejor manera de evitar el Infierno es vivir una vida de amor de Dios. Normalmente "se muere como se vive".

Pero que hay infierno, como decía San Josemaría Escrivá, con pena... "ya lo verán".

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