miércoles, mayo 07, 2008

Matrimonio, camino de santidad no cualquier cosa.


¿Un soltero puede hablar de matrimonio? Si no lo valorase ¿qué sentido tendría ofrecer a Dios su soltería? Amante es experto en amores. Y el que ama ve cómo aman otros. Y la realidad es que el matrimonio es un camino de generosidad, y si es cristiano, un símbolo misterioso del amor de Cristo a su Iglesia.



Alfonso Basallo tiene en su libro "Un pijama para dos" una expresión, puesta en la voz de su esposa: "Cristo tiene la imagen de mi marido"... y él podría decir... "Cristo tiene la imagen de mi mujer". Amando a mi marido, amando a mi mujer... amo a Dios. Y es verdad.

La cuestión clave es ¿qué es el amor? porque es algo muy serio, es un volcarse en el bien del otro y con una exclusividad fruto del "una sola carne"... que supera el "amar a los demás como a ti mismo". Es "uno mismo". Y Dios que nos ha dado la vida quiere que se la agradezcamos. Y Él, el creador del amor humano, el que dijo "no es bueno que el hombre esté sólo, démosle una compañera"... quiere que agradezcamos esa realidad queriéndonos.

La santidad en el matrimonio, como en la vida ordinaria, está en encontrar ahí la voluntad de Dios, que es muchas veces muy clara... y que sólo se oscurece por los miedos y los egoísmos. No podemos ser personas del "montón". Dios ha pensado una aventura maravillosa con un final feliz que supera el "comieron perdices"... lleva al ... "y vivieron felices en el Cielo". Si ese amor es cristiano está en comunión con el Amor duradero, el amor divino, perdurará, purificado, en el Cielo.

Generosidad, entrega, trabajo, oración, sacrificio... todas las virtudes humanas y divinas tienen su ocasión de ejercicio en la palestra familiar. Pero para ello se necesita saber "descansar juntos" y saber "renunciar" a ese descanso que significa "bajar la guardia"... superar ese cansancio pasivo que nos embrutece y nos lleva a ser expectadores televisivos.

El matrimonio es como un trabajo profesional que implica las veinticuatro horas del día.

En el ejercicio de la profesión la razón última es Dios y mi familia. ¿Descuidamos la razón por la que trabajamos? ¿Subordinamos la familia a nuestro proyecto personal? Sería paradójico que se generase una ruptura por culpa del trabajo, que endiosásemos los medios. El trabajo es ya un proyecto de dos. Y, siempre, el trabajo es un servicio a Dios y a los hombres. Me realizo entregándome... pero no subordinando mi vida a ese trabajo.

También el hogar tiene la misión de formar y educar a los hijos. Y eso no se hace sin trabajo y trabajo bien hecho, contando con la libertad y contando con el ejemplo.

Es habitual que los matrimonios, delante de los hijos, cuiden su comportamiento. Han de apoyar la autoridad del otro cónyuge, han de evitar que se les vea divididos, han de ir por delante en lo que enseñan a los hijos. Y ese ir por delante también implica introducir, delicadamente, el hogar en la Familia de Nazareth, tenerles como ejemplo. Ahí se desvivirían todos en servir a los demás.

Y la intimidad matrimonial... Es un tesoro donde Dios bendice y que Dios ama. Vale la pena que sea agua limpia y clara.

¿Heroísmo? Cierto, pero la meta vale la pena. El Cielo está al alcance de la mano, con la ayuda de la gracia.

1 comentario:

JORGE dijo...

Hola,

Excelente post, que me hace recordar que el matrimonio es una soga de tres pitas: El esposo, la esposa y Dios.

Realmente el futuro de nuestra sociedad está en los matrimonios santos.

Gracias y bendiciones