En busca de la sabiduría. Dios como respuesta.
La metafísica avanza con la duda, pero sabiendo que se puede encontrar certeza.
La metafísica avanza porque hay preguntas que no tienen respuesta, al menos respuesta inmediata. Nos aproximamos a la realidad de un mundo ¡creado por Dios! como para quieren entenderlo en su totalidad y aparente complejidad. Si toda obra es tiene algo de su autor, el mundo tiene algo divino, y es lo que les lleva a algunos a ese inmanentismo panteísta, considerando a Dios el alma del mundo, en vez de considerar que el mundo, creado por Dios, sigue las leyes que Él le puso. Todo parece "pensado" de antemano, no "pensando", que es distinto.
Pero aún así el metafísico es un hombre ¿dubitativo?; a mí al menos me parece un hombre o una mujer curioso, que se pregunta y no se traga los eslóganes simplistas. Busca la verdad. Quizá haga ya ahí un acto de fe. Cree que existe la verdad, que existe el mundo objetivo que se presenta ante sus ojos y se pregunta sobre su explicación.
Su incógnita es el mundo, entre el que se incluye su imagen reflejada en un espejo. ¿Qué hace todo esto aquí, por qué me produce tanta satisfacción ver el mundo, recrearme en la belleza, por qué me produce dolor el dolor humano, la fealdad, la muerte, por qué me sobrecoge la grandiosidad de una tempestad, la inmensidad del Universo? Y mi pequeño yo que no es mas que una mota de polvo, ¿por qué es una mota de polvo preguntona? ¿Por qué soy tan importante si ni siquiera puedo cambiar mas que una ínfima parte del mundo existente o creado?
Un metafísico es un Pepito Grillo de la existencia. Un "ideólogo" es un simplificador, es un mentiroso. La filosofía responde a la pregunta de un hombre concreto y a todos los hombres a la vez. Alguien dijo que la filosofía era inmanente y transcendente, matizado puede ser cierto.
En el fondo en el cristiano en gracia habita la divinidad, el hombre es huella de Dios, pero es un habitar que no absorbe al hombre ni tampoco reduce a Dios, es un habitar respetando la transcendencia.
Lo que pasa es que exagerar la transcendencia, aunque sea lo fundamental, lleva a desestimar al ser que conoce, a la persona filósofa. No hay metafísica sin metafísicos, aunque haya mundo creado sin hombres sobre la tierra. Y el metafísico capta la realidad en su subjetividad. Pero gracias a que Dios es transcendente, que la realidad exterior también lo es, podemos encontrar términos comunes a todos los hombres para manifestarlas. Creo que uno de los primeros términos es la distinción del bien y de mal, de verdad y mentira. Y su precisión es auténtica metafísica.
Y eso, que a veces tanto esfuerzo nos cuesta, Dios con los diez mandamientos nos facilitó la respuesta.
viernes, marzo 09, 2007
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