lunes, marzo 12, 2007

Reflexiones sobre la mutabilidad de la metafísica. Los riesgos de eliminar los cimientos del conocimiento.

Un forista del foro de metafísica dice: LA METAFÍSICA DEBE ESTAR ACORDE CON EL TIEMPO, DEBE ACTUALIZARCE AL COMPÁS DE LOS AÑOS.

Y yo respondería "secundum quid", y más bien en determinados aspectos, los más sustantivos NO, en los modos de decir QUIZÁ, en la explicación de la realidad de su tiempo SÍ.

Y me explico: La metafisica busca la explicación del mundo creado por Dios, de una realidad existente y que vieron idéntica tanto el hombre de Cromañón, el persa, el judío, el griego, el romano, el medieval, el moderno, el contemporáneo y quien escribe o lee estas palabras. Luego el que cambia es "el observador", no la realidad. Si la realidad no cambia, quiere decir que sus leyes no han cambiado, y el tesoro del conocimiento está ahí para contemplarlo y encontrarlo. La "perla preciosa" de ese conocimiento es Dios creador, Principio sin principio, Causa primera... y, por la fe sabemos que es providente. Y el engarce, también precioso, es "el hombre como criatura querida por Dios por sí misma", y ahí está la dignidad irrepetible e insustituible del ser humano.

En cuanto al modo de expresarse, el hombre utiliza herramientas, lenguaje humano, que puede tener serias modificaciones al paso del tiempo. Pero sus logros son logros para toda la humanidad. Hablar de bien, de mal, de virtud, de amor, de conocimiento, de potencialidad, de fin último y muchas más expresiones es un tesoro valiosísimo. Los matices, esos son los que pueden apreciarse de modo diferente en cada tiempo. El cuadro está ahí. A unos les entusiasma la choza, a otros las flores de primavera, a otros la escena del hombre y la mujer comunicándose mientras el horizonte del atardecer cautiva a los más nostálgicos.

En lo que la metafísica tiene un reto, un reto renovado, es en el explicar al hombre de cada tiempo esas verdades últimas de sí mismo, del mundo creado y de su creador; así como atender, desde la razón, los problemas nuevos que en cada tiempo surgen y requieren una respuesta propia y específica.

En nuestro tiempo la dignidad irrepetible del ser humano y el derecho radical de la vida requieren un adecuado fundamento metafísico, la transcendencia del fin último, la relatividad de los "paraísos de la tierra", hoy buscando mundos "saludables" donde el tarado y el enfermo molestan, la congruencia de la creación en el ámbito de una ciencia cada vez más determinista, y otros muchos temas requieren mejores respuestas, más profundas reflexiones, pero todas acordes con las verdades últimas, con lo más profundo de la metafísica.

frid

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