Menuda papeleta, grande responsabilidad
Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.
¿Tiene algo que ver con nuestra vida cristiana la política? Parecería que se trata de algo ajeno a nuestra fe y a nuestro compromiso creyente. Y sin embargo no es así. También en la política debemos buscar y apoyar lo que mejor traduzca nuestra cosmovisión de la vida, de la verdad, de la justicia, de la paz. Porque hay caminos más próximos y los hay más extra-vagantes a nuestra manera de ver las cosas.
Hay un momento en el que todos los ciudadanos nos hacemos directa y personalmente corresponsables ante la marcha del país y el funcionamiento de nuestras instituciones: cuando nos toca ejercer el derecho y el deber de votar a nuestros representantes políticos. Ciertamente no todo depende de ellos, pero las decisiones políticas y sociales que tomen los elegidos incluso en el terreno municipal o autonómico, afectan al ejercicio de muchos de los derechos humanos fundamentales. Esto nos exige que votemos en conciencia, eligiendo libre y acertadamente a los candidatos, haciendo un seguimiento de la gestión de quienes resulten elegidos, particularmente si estos candidatos ya hubieran mostrado cuál es el verdadero talante y cuál su auténtico talento.
Por eso, debemos estudiar responsablemente las propuestas de cada partido político y fijarse en la competencia y en la honradez de las personas a quienes votaremos. Los laicos católicos tienen un campo precioso y urgente para contribuir con su buena preparación profesional y la integridad moral de su compromiso político a la presencia de los valores cristianos en este ámbito de la sociedad.
Con el deseo de iluminar la conciencia de los fieles católicos y de las personas de buena voluntad, indico algunos puntos que puedan ser tenidos en cuenta en los programas de los partidos a la hora de apoyarlos con nuestro voto:
1. La transparencia en la verdad, en contra del uso de la mentira de quienes confunden a los ciudadanos secuestrándolos en su señuelo, y de quienes con el engaño destruyen política y mediáticamente a los adversarios para perpetuarse en el poder.
2. El respeto a la vida, desde su inicio a su fin natural, en contra de la difusión del aborto y de la eutanasia, así como el desprecio de la dignidad y libertad de las personas.
3. El apoyo decidido y claro a la familia como unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a la vida, reconociendo su impagable función social, así como garantizando una vivienda digna y un trabajo acorde con la condición de la persona humana y remunerado conforme a una legislación justa.
4. Una política educativa que respete el derecho natural y constitucional de los padres para elegir el centro educativo, la educación integral de sus hijos basado en sus convicciones morales y religiosas, sin la intromisión adoctrinadora del Estado.
5. Una clara ausencia de corrupción, pues no son dignos de nuestro voto quienes se sabe que practican desvíos económicos o tráfico de influencia en favor del partido en el que militan o para el propio bolsillo.
6. Una política social sin demagogias irresponsables que ampare a los más desfavorecidos de la sociedad y que esté abierta a la acogida adecuada de quienes buscan entre nosotros mejores condiciones de vida.
7. La búsqueda sincera de la paz sin chantajes de ningún tipo, favoreciendo la reconciliación real entre todas las personas y los pueblos, y la condena de toda violencia.
Estas siete indicaciones responden a una manera concreta de ver la realidad: la cristiana. Ningún partido político recoge exhaustivamente estos principios, pero algunos los contradicen portentosamente. Entiendo que en conciencia deberíamos votar a quienes menos se distancien por sus programas y sus hechos, de lo que expresa la doctrina social de la Iglesia.
Recibid mi afecto y mi bendición.
+ Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
20.05.2007
Carta semanal del Obispo de Huesca y Jaca
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