"Hay que situar los derechos humanos por encima de la política"
MADRID, lunes 23 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- "Algunos Estados tienen, en materia de Derechos Humanos, verdaderos esqueletos en el armario", afirmó Rafael Navarro-Valls, Académico de Jurisprudencia y catedrático de la Complutense, durante su intervención en el XI Congreso de Católicos y Vida pública.
En este Congreso, ya convertido en cita anual, el profesor Navarro-Valls intervino sobre el tema "Derechos Humanos y Ley injusta".
Para Navarro Valls la lucha por los derechos humanos, se plantea como un esfuerzo continuado de millones de personas que "intervienen de mil modos en las mil encrucijadas del acontecer humano".
"Un ejército en el que son necesarios desde las madres de mayo, hasta los objetores de conciencia pasando por anónimos operadores del derecho. También a esta lucha están llamados los grandes líderes políticos", afirmó.
En esa lucha una de las grandes prioridades, según el jurista, es la libertad religiosa, "la primera de las libertades".
"Por eso mismo ha insistido el papa Ratzinger en que es inconcebible, que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos".
"Se trata de una clara advertencia para los regímenes o los gobiernos que quisieran relegar a losb cristianos o a los católicos a las catacumbas sociales", añadió.
Para Rafael Navavro-Valls, los derechos humanos no comienzan con la Revolución francesa. "Donde hunden sus raíces más profundas es en esa mezcla de judaísmo y cristianismo que configura el rostro del cuerpo económico y social de Europa".
"Como ha dicho Norberto Bobbio el gran cambio en el reconocimiento del hombre como persona tuvo inicio en Occidente con la concepción cristiana de la vida, según la cual todos los hombres son hermanos en cuanto hijos de Dios", explicó.
En opinión del ponente, los derechos fundamentales "deberían ser rescatados de las presiones de las minorías y de las imposiciones de las mayorías políticas".
"Cuando hace años se cumplió el medio siglo del inicio de ese drama judicial que fueron los juicios de Nurembreg se observó que, al rechazar la tesis de la 'obediencia debida' a la ley nacional-socialista y a la cadena de mando cuando ordena atrocidades, se potenció la función ética que en la teoría clásica de la justicia corresponde a la conciencia personal".
Según el jurista, "Nuremberg demostró que la cultura jurídica occidental se fundamenta en valores jurídicos radicales, por encima de decisiones de eventuales mayorías o imposiciones plebiscitarias".
"Hay que situar los derechos humanos por encima de la política", afirmó con rotundidad.
Precisamente, "una de las misiones de la sociedad civil es desenmascarar e a esos Estados que, en materia de derechos humanos, tienen esqueletos en el armario".
"Denunciar el secuestro de los derechos humanos – de expresión, a la vida, a la libertad religiosa, a la dignidad de la persona – es una tarea prioritaria de todos", concluyó.
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