Muchos, después de Cristo, han querido completar la revelación. Ejemplo hay desde el movimiento gnóstico, Mahoma, los mormones y otros muchos que han necesitado encumbrarse y rebajar a Cristo a la categoría de profetas. A un nivel ínfimo algo parecido intentó el panfletario Dan Brown. Y es que si se admite su divinidad ¿qué más se puede decir sobre Dios que Él no haya ya comunicado?
Introducción a la Teología (III)
I.2. La Plena Revelación en Jesucristo:
Con su presencia, palabras, obras, señales, milagros, Resurrección gloriosa y envío del Espíritu Santo. Ver Dei Verbum nº 4: Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas, "últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo". Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, "hombre enviado, a los hombres", "habla palabras de Dios" y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.
La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14; Tit., 2,13).
Al llegar la Plenitud de los tiempos, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se Encarna ¿hay algo más perfecto que Dios mismo?.
Cristo es el Alfa y Omega, principio y fin de la Revelación.
Cristo es el perfecto testigo, mediador y portavoz del Padre.
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