Un gran consuelo: Dios no nos dejó solos, fundó la Iglesia como camino, como testigo y como guardián de la fe. En ella instituyó el orden sacerdotal en el que confió el depósito de la fe y le asiste con la gracia del Espíritu Santo para que el depósito de la fe se transmita a lo largo del tiempo.
Nosotros, los fieles cristianos, lo transmitimos también con nuestra propia vida. Somos parte viva de esa tradición. Si somos fieles formaremos parte de la cadena que conduce desde Cristo hasta el final de los tiempos hacia la salvación de los hombres.
Nosotros, los fieles cristianos, lo transmitimos también con nuestra propia vida. Somos parte viva de esa tradición. Si somos fieles formaremos parte de la cadena que conduce desde Cristo hasta el final de los tiempos hacia la salvación de los hombres.
Introducción a la Teología (IV)
I.3. La Revelación y la Iglesia:
Razón de ser de la Iglesia: Depositaria de la Revelación y Administradora de la gracia.
Cristo es el Mensaje central de la Iglesia. Le encontramos en los Sacramentos (especialmente en la Sagrada Eucaristía), en la Escritura, en la Predicación cristiana, en el papel de los pastores (son “otros Cristos”, hacen sus veces en la Tierra) y de los cristianos (somos su Cuerpo Místico) .
La Iglesia es signo y motivo de credibilidad. Concilio Vaticano II: Constitución Dogmática Lumen Gentium nº 1: la Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano, insistiendo en el ejemplo de los Concilios anteriores, se propone declarar con toda precisión a sus fieles y a todo el mundo su naturaleza y su misión universal.
Asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia:
a) Como depositaria de la Revelación.
b) Como intérprete infalible de la Revelación. Dei Verbum nº 10: ...Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer.
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