domingo, octubre 08, 2006

Intr. Teología X. Fe, razón y lenguaje.


II.3. Fe, razón y lenguaje como presupuestos de la teología:

La Teología une fe y razón, es la fe pensada.

Errores contrarios a la armonía fe y razón:

Ateismo: al negar a Dios imposibilita cualquier acercamiento a su Revelación.

Agnosticismo: en duda sobre su existencia.

  • Deísmo: Dios lejano, no influye en la vida de los hombres, es un ateismo práctico.
  • Fideísmo (descuida la razón).
  • Racionalismo (descuida la fe).

Filosofías que desgajan la armonía de fe y razón:

Escoto con la definición de la Omnipotencia absoluta de Dios (donde el querer de Dios puede todo aunque implique contradicción), el Nominalismo de Ockam (al desaparecer el concepto de sustancia y la analogía y radicalizar la omnipotencia de Dios hasta poder querer el mal), Descartes, Espinoza, Kant, Hegel, Marx, Nietsche, etc.

Reduccionismo de la teología protestante:

Lutero independizando la acción del hombre de la Providencia divina en su predestinación.

Karl Barth (1886-1968) y la reacción ante la visión exclusivamente antropologética de Dios a la que había llegado el Protestantismo, si bien no resuelve la posibilidad de llegar a su transcendencia.

Proceso del ejercicio armónico de la fe y la razón:

  • Concilio de Nicea (año 325): Al definir la doctrina cristológica contra Arrio, que pretendía adaptar la fe al pensamiento platónico. Arrio habla de una trinidad de hipóstasis en Dios, jerarquizadas, en armonía con la teoría de las emanaciones platónicas. El concilio define que las tres hipóstasis son consustanciales, Cristo es consustancial al Padre, “igual en cuanto a la Divinidad, de la misma Naturaleza que el Padre, inferior en cuanto a la humanidad”.
  • Proceso de asunción de la filosofía aristotélica, manifestado en las Bulas de Gregorio IX de 1228, Ab Egyptiis, dirigida a la Universidad de París, y de abril de 1231 al abad de San Víctor. Manifiesta su preocupación por el incorrecto uso de la filosofía aristotélica, y, al tiempo, va reduciendo las prohibiciones que sobre ella había hecho la Universidad de París en 1210. El hecho es la transmisión de los libros de Aristóteles a través de los pensadores judíos y musulmanes (Maimónides, Aberroes, etc.). El culmen llega con Santo Tomás que, con una buen traducción del filósofo llega a una armonía casi perfecta entre fe y razón.
  • Siglo XIX: Reacción de la Iglesia ante el fideísmo de Louis Bautain (1796-1867) y el tradicionalismo de Agustín Bonnetty (1798-1879), y –con posterioridad- ante el semirracionalismo de Jorge Hermes (1775-1867) y Antonio Günther (1783-1863), que son fruto del pesimismo cristiano ante los frutos nefastos de la revolución francesa con la exaltación del Racionalismo.

La Iglesia muestra que es posible la armonía entre fe y razón, ver la Encíclica “Qui Pluribus” (1846) de Pío IX tratando de la armonía fe y razón; y alocución “Singulari quedam” (1854).

Posteriormente el Concilio Vaticano I (1869-1870), capítulo IV: en la Constitución Dogmática sobre la fe católica abunda sobre el tema: "Y, ciertamente, la razón ilustrada por la fe, cuando busca cuidadosa, pía y sobriamente, alcanza por don de Dios alguna inteligencia, y muy fructuosa, de los misterios, ora por analogía de lo que naturalmente conoce, ora por la conexión de los misterios mismos entre sí y con el fin último del hombre; nunca, sin embargo, se vuelve idónea para entenderlos totalmente, a la manera de las verdades que constituyen su propio objeto. Porque los misterios divinos, por su propia naturaleza, de tal manera sobrepasan el entendimiento creado que, aun enseñados por la revelación y aceptados por la fe; siguen, no obstante, encubiertos por el velo de la misma fe y envueltos de cierta oscuridad, mientras en esta vida mortal peregrinamos lejos del Señor; pues por fe caminamos y no por visión”.

  • Siglo XX: Recuperación de la figura de Santo Tomás por Pablo VI realzando su figura y mostrando el equilibrio que este santo realizó en lo referente a la relación fe y razón. También nuestro Padre comentaba que si bien tenemos libertad teológica, debemos partir de un conocimiento profundo de la doctrina de Santo Tomás que sigue siendo actual y un gran don para la Iglesia.

  • Finalmente, el mismo Juan Pablo II en la Encíclica "Fides et Ratio" (14.IX.1998) muestra tanto el reto que tiene la teología para armonizar fe y razón como los logros que realizó Santo Tomás de Aquino. (nº 36): “... Fue tarea de los padres de la filosofía mostrar el vínculo entre la razón y la religión. Dirigiendo la mirada hacia los principios universales, no se contentaron con los mitos antiguos, sino que quisieron dar fundamento racional a su creencia en la divinidad. Se inició así un camino que, abandonando las tradiciones antiguas particulares, se abría a un proceso más conforme a las exigencias de la razón universal. (...). Sobre esta base los Padres de la Iglesia comenzaron un diálogo fecundo con los filósofos antiguos, abriendo el camino al anuncio y a la comprensión del Dios de Jesucristo”.

Respecto a Santo Tomás de Aquino indica Juan Pablo II: Un puesto singular en este largo camino corresponde a santo Tomás, no sólo por el contenido de su doctrina, sino también por la relación dialogal que supo establecer con el pensamiento árabe y hebreo de su tiempo. En una época en la que los pensadores cristianos descubrieron los tesoros de la filosofía antigua, y más concretamente aristotélica, tuvo el gran mérito de destacar la armonía que existe entre la razón y la fe. Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden ambas de Dios; por tanto, no pueden contradecirse entre sí.

Precisión terminológica en la filosofía para hacer una buena teología:

No es indiferente la precisión de los términos filosóficos para hacer una sana teología. Hay bastantes que se han tenido que precisar para salvaguardar el contenido de la fe, como por ejemplo:

  • Naturaleza.
  • Persona.
  • Sustancia.
  • Causa.
  • Materia y forma.
  • Relación.
  • Analogía

Utilidad del lenguaje para el conocimiento teológico:

Dios habla con los hombres utilizando el vínculo del lenguaje, que se convierte en vehículo de la revelación y se expresa a través de los Lenguajes bíblico, teológico y litúrgico.

Modos del lenguaje litúrgico:

  • Palabras y silencios.
  • Imágenes (ver II Concilio de Nicea del 787 y la defensa de las imágenes por San Juan Damasceno en plena presión del Islam sobre el oriente cristiano).
  • Gestos y posturas.
  • Ornamentos, templo, etc.

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