miércoles, noviembre 19, 2008

El lenguaje del afecto en el trato con los enfermos.


Un ser humano normal, ante un enfermo, siente ternura... quiere que viva y que sane. Y capta que los detalles que puede tener con él se envuelven del ropaje de la ternura.


Eso diferencia la "humanidad" de los animales... esos sentimientos radican en que el hombre es un ser capaz de "ponerse en el lugar del otro", de "sufrir con el otro", y no sólo de cuidar a sus cachorros. Va más allá incluso arriesgando su vida atendiendo desconocidos con enfermedades contagiosas.


Alguno dirá que esa generosidad "es patrimonio de los católicos" pero más bien veo que es patrimonio de Cristo y que se comparte por los hombres de buena voluntad... los "Justos" gentiles de los que hablan los judíos. Sí... hay una sensibilidad natural que, si se cultiva, nos lleva al heroísmo ante el enfermo.


Alguno afirmará que la mayoría de los hombres, ante un enfermo, ante un ser necesitado... mira a otra parte... bastante tiene con sus problemas. Y, parece que tiene razón... hay muchos hombres "deshumanizados" o cobardes. Pero otros muchos ayudan a esos enfermos y necesitados por un cauce "racional", con donaciones a Parroquias, a ONG´s y a otros grupos que cuidan de los necesitados. Siempre, incluso en la atención a los enfermos, la división de tareas es señal de mayor eficacia.


El niño da una limosna al pobre de la puerta de una Iglesia, se le conmueven las entrañas porque en su casa ha aprendido a ser sensible ante la enfermedad y la pobreza. Pero el mayor sabe que en esa ciudad esos "pobres" son "mafia organizada" y sabe que Cáritas atiende a miles que, necesitados, no tienen la vergüenza de pedir... de "pobres vergonzantes" y encauza ahí su aportación generosa.


El hombre sufre viendo sufrir. Eso es algo incuestionable. Y, el que sufre, sabe que causa dolor, por lo que el afecto ayuda a enfrentarse con naturalidad a algo que "va a ser carga ajena".


Dice Benedicto XVI: “El enfermo, de modo especial el niño, comprende en particular el lenguaje de la ternura y del amor, expresado a través de un servicio atento, paciente y generoso, animado en los creyentes por el deseo de manifestar la misma predilección que Jesús tenía por los pequeños”. “Cada ser humano tiene un valor en sí mismo, porque ha sido creado a imagen de Dios, y en la medida en que es más débil a la mirada del ser humano, es más precioso a los ojos divinos. ¡Con qué amor deber ser acogido entonces un niño todavía no nacido y con patologías médicas!”. (Discurso a los participantes en la XXIII Conferencia Internacional del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, sábado 15).


El Papa llama al corazón también, a los buenos sentimientos, a aquellos que "impregnados de caridad" son el aceite de la convivencia, y que hacen que el cuidado no se sienta molesto, porque ve al cuidador entusiasmado.


¿Eso es posible? Hay ejemplos de ellos.

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