Ante una pregunta reciente: ¿el Islam es una secta o una religión? Rápidamente tuve dos visiones. La del humilde y sencillo musulmán que hace sus oraciones mirando a la Meca, que procura ser fiel a su mujer, cumplidor en su trabajo, alegre y amante de sus hijos. Y pensé, ese señor cree en mi mismo Dios, le adora como creador, procura cumplir la ley natural, se hace cada día mejor. Ese hombre tiene una religión.
Pero contemplé las terribles escenas de creyentes quemando iglesias, matando sacerdotes o monjas inocentes, prohibiendo la libertad de culto en sus países, poniéndose en el cuerpo un cinturón de explosivos para sembrar la muerte y lo vi evidente: ese señor pertenece a una secta. No da culto a Dios sino al mismo diablo en el que creían los cananeos con sus sacrificios humanos, cultiva el odio y violenta la razón. Ese pobre hombre se hace cada día peor.
Así pues, concluyo, entre los musulmanes hay dos grupos: uno que sigue una religión y otro que sigue una secta. Esperemos que los primeros triunfen con el arma de la razón, porque la tienen.
Pero seguí mi pregunta. ¿El ateísmo es una religión, una secta o una carencia de religión? Ahí se me hizo difícil encontrar el primer grupo. Si alguien que no cree en Dios se hiciese bueno no lo haría por su increencia, sino exactamente por lo que le queda de creencia: por el respeto al orden natural, por el ejercicio de las virtudes humanas. Estaría obedeciendo, sin saberlo, la ley que Dios puso en su corazón, salvo un pequeño detalle. El primer mandamiento, que es de orden natural, dice. “amarás a Dios con todo tu corazón”.
Es más fácil encontrar en el ateísmo, que es relativamente moderno, una actitud que se puede catalogar como secta: intransigencia al que admite la existencia de Dios, imposición de un modelo de educación, demonización del hombre y del matrimonio, fomento de toda esa retahíla de vicios que también relaciona San Pablo para decir luego que “no alcanzarán la vida eterna”, imposición de leyes que implican violencia a los derechos humanos y definición como derechos lo que es exactamente renuncia a ellos. En definitiva: el seguimiento de esa doctrina, que calificaremos como “ateísmo radical” conduce a la intolerancia, a hacer al hombre peor, a construir una anti-civilización.
Y ahora podemos concluir que la diferencia de secta y religión estriba básicamente en los frutos que produce en el hombre que la sigue. Si te hace peor es claro que es una secta, si te hace odiador del hombre individual aunque ames la genérica humanidad es una secta todavía más peligrosa porque te esclaviza en falsas esperanzas que no podrás comprobar ni en esta vida ni en la otra. Si te hace irracional y negador de la capacidad de conocer el bien y el mal es que ni siquiera admites la enseñanza a la que tuvo que transigir el tentador en el paraíso. “vendió a Adan y a Eva que conocerían lo que estaba bien y mal, al menos les ofreció algo. Ahora nos presentan la manzana del progreso con un nulo resultado: asúmela y no tendrás ninguna guía moral, porque habrá desaparecido la ciencia del bien y del mal, la conciencia no te acusará de ningún pecado.
frid
viernes, octubre 13, 2006
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1 comentario:
¡Excelente post!
Nunca había considerado esta diferenciación entre 'secta' y 'religión', pero vale la pena tomarla en cuenta.
Un saludo.
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