lunes, septiembre 25, 2006

La Revelación y la Tradición. La Tradición en la Iglesia y su desarrollo (I)

La Revelación y la Tradición. La Tradición en la Iglesia y su desarrollo (I)

Algunos amigos me han comentado que una gran diferencia entre el catolicismo y el judaísmo con el protestantismo y el islamismo está en el modo de acudir a los textos inspirados.

Los católicos y judíos derivan de una revelación que se ha ido plasmando en los “libros” a través de la Historia. Y ambos han tenido una larga tradición de interpretación de los textos sagrados. La Ley interpretada sólo como letra, mata, el Espíritu vivifica.

Los protestantes, con el principio “sola scriptura” se apartan del árbol de la tradición cristiana. Y, con la noble aspiración de ir al principio de la revelación de Cristo, se encuentran fuera del “principio” de esa revelación, de esa enseñanza oral que fue transcrita parcialmente en los Evangelios.

Los musulmanes se amparan en la “literalidad de las palabras” del Libro, de ahí que sea vital no perder la lengua en la que fue escrito el Corán por Mahoma. E, incapaces de interpretar las duras palabras del Corán, se hayan visto impelidos a defender su doctrina con la razón de la fuerza, ya que la fuerza de la razón implicaría interpretaciones muy difíciles de asumir por una persona razonable o la alteración y modificación del discurso del Profeta.

Es lógico que el judaísmo sea el sistema religioso más congruente con el cristianismo; son nuestros “hermanos mayores”. Lo que les dijo Dios es en gran parte válido para los cristianos de todos los tiempos; si bien algunos preceptos legales se han visto modificados como consecuencia de la liberación de la esclavitud del pecado realizada por Cristo en la Cruz.

“No vine a abolir la Ley y los profetas, sino a darles su perfecto cumplimiento”: El diálogo con los judíos es parte necesaria de nuestra tradición católica. Y en ese “perfecto cumplimiento” se abre un velo más de la Revelación de Dios, en este caso el “último velo” hasta la Segunda venida de Cristo en su Poder y Gloria.

Y curiosamente, esta revelación definitiva, al ser divina no está encorsetada en un mero instrumento material... “muchas más cosas hizo y dijo Jesús, que si se recogieran todas no cabrían en todos los libros de la tierra”. Pero, al mismo tiempo, Cristo, Dios, se hizo hombre. Y, desde entonces, la divinidad habitó en la humanidad. Por eso lo infinito de Dios, se hizo presente en la finitud de la Humanidad.

Dios se vale de realidades humanas para manifestarse y manifestarse en plenitud. Pero, por ser divino, nunca podrá “la finitud humana” captar con perfección y en totalidad su mensaje. Y, al tiempo, Dios obra con perfección y eso implica que podemos captar y vivir con “suficiencia” su mensaje de salvación, con el auxilio de la gracia divina.

Por tanto, la Revelación cristiana muestra una paradoja: es completa por el mensajero; es incompleta pero suficiente la apreciación de aquel que recibe el mensaje. Cabe una mejor comprensión, no se encierra en la literalidad exclusiva de los libros sagrados.

frid

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